En un tranquilo barrio lleno de casas coloridas y jardines florecientes, vivían cuatro amigos inseparables: Salma, Youssef, Cristiano y Martina. Un día, en casa de Martina, un evento extraordinario los sorprendió. Mientras jugaban en su habitación, el antiguo espejo que adornaba la pared comenzó a brillar con una luz azulada y, para su asombro, ¡empezó a hablar!
«Valientes niños, ha llegado vuestra hora de embarcaros en una aventura sin igual. Atravesad mi portal y descubrid un mundo donde todo es posible», dijo una voz profunda y mágica que emanaba del espejo.
Sin poder resistir la curiosidad, los cuatro amigos se tomaron de las manos y dieron un paso al frente, atravesando el espejo. De repente, se encontraron en un bosque donde los árboles brillaban con luces de mil colores y las flores bailaban al ritmo de una música misteriosa.
En este mundo, cada hoja y cada piedra parecían tener vida propia. Un hada diminuta, con alas que desprendían destellos dorados, apareció frente a ellos. «Bienvenidos al Bosque Encantado,» dijo con una voz que sonaba como el tintineo de campanas pequeñas. «Para volver a casa, deben encontrar la llave mágica. Aquí tienen este mapa, los guiará, pero deben tener cuidado, los desafíos no serán pocos.»
Con el mapa en manos de Youssef, el grupo comenzó su travesía. La primera parada fue una antigua pirámide que se erguía orgullosa en medio de una clara del bosque. Al entrar, se encontraron con faraones de piedra que cobraron vida y los confundieron con invasores. Con ayuda del hada, que los hizo invisibles por momentos, lograron escapar y encontraron en el corazón de la pirámide una pista que los dirigía hacia un laberinto.
El laberinto estaba hecho de altos setos y parecía no tener fin. Dentro, los amigos tuvieron que resolver acertijos y evitar trampas. Después de horas de esfuerzo, finalmente encontraron la salida, pero se dieron cuenta de que habían sido separados.
Cristiano y Martina estaban juntos y decidieron usar un silbato mágico que encontraron en el laberinto para reunirse con sus amigos. Por otro lado, Youssef se topó con El Oso Pepe, un oso parlante que le reveló saber dónde estaba escondida la llave mágica. Con su nuevo amigo a su lado, encontró la llave en una cueva protegida por un dinosaurio. Tras una persecución frenética, Youssef logró arrebatar la llave, pero accidentalmente la dejó caer en un río cercano.
Armado de valor, Youssef se sumergió en las aguas y, tras luchar con las corrientes, logró recuperar la llave. Con ayuda del Oso Pepe, finalmente se reencontraron todos y juntos buscaron el camino de regreso al espejo.
Justo cuando pensaban que la aventura había terminado, se vieron atrapados por unas lianas mágicas. Fue entonces cuando el hada apareció nuevamente, ayudándolos a liberarse y guiándolos hasta el espejo. Al atravesarlo, volvieron a la habitación de Martina, donde sus padres los esperaban, preocupados pero aliviados de verlos sanos y salvos.
Los niños intentaron explicar su increíble aventura, pero los adultos simplemente sonrieron y asumieron que se trataba de un juego imaginativo. Sin embargo, entre ellos sabían que lo vivido había sido real y que su amistad había sido fortalecida por esta prueba.
Así concluyó el día más extraordinario de sus vidas, pero en sus corazones, los cuatro amigos sabían que era solo el comienzo de muchas aventuras por venir.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.