Cuentos de Aventura

El Misterio del Bosque de los Susurros

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En el pequeño pueblo de Valleverde, rodeado de colinas y vastos bosques, vivía Maya, una niña de once años con una curiosidad insaciable y un corazón aventurero. Maya creció bajo el amoroso cuidado de su madre, quien le contaba historias sobre el bosque mágico y sus maravillas ocultas.

Maya siempre había sentido una conexión especial con el Bosque de los Susurros, así llamado por los sonidos que parecían murmullos entre sus árboles. Sin embargo, había un misterio que aún la inquietaba más que los susurros del viento entre las hojas: el misterio de su padre, a quien nunca había conocido.

Un día, mientras Maya ayudaba a su madre en el jardín, encontró una vieja llave entre las raíces de un enorme roble. Su madre, al ver la llave, palideció por un momento pero rápidamente se recuperó.

—Esa llave perteneció a tu padre —dijo su madre con voz suave—. Él siempre decía que abriría el camino hacia algo maravilloso.

—¿Pero quién era mi padre? ¿Y por qué nunca está aquí? —preguntó Maya con un hilo de esperanza en su voz.

—Tu padre era un hombre extraordinario, lleno de amor por la naturaleza y los misterios de este mundo. Él descubrió algo increíble en el Bosque de los Susurros, pero un día, simplemente no volvió.

La determinación brilló en los ojos de Maya. Decidió que era el momento de descubrir qué había sucedido. Al día siguiente, con la llave en su bolsillo, se adentró en el bosque.

El sol se filtraba a través de las hojas, creando un mosaico de luz y sombra. Maya se sentía guiada por una fuerza desconocida que la llevaba más y más profundo en el bosque. Finalmente, llegó a una antigua puerta de piedra cubierta de musgo y enredaderas. Utilizando la llave, la puerta se abrió con un crujido, revelando un sendero oculto.

El sendero la condujo a una clara del bosque donde un hombre de aspecto amable estaba arrodillado, plantando flores silvestres. Al escuchar los pasos de Maya, se volvió y, por un momento, el tiempo pareció detenerse. En sus ojos, Maya vio la misma mezcla de colores que en los suyos, y supo inmediatamente que era su padre.

—Maya —dijo él con una voz que llevaba el peso del tiempo y la ternura—, sabía que algún día vendrías.

—¿Por qué te quedaste aquí? ¿Por qué nos dejaste? —las palabras de Maya eran un susurro, pero cargadas de emoción.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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