Cuentos de Aventura

El Crecimiento de Ana

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en una casa muy acogedora, una familia muy feliz. En esa casa vivían Ana, una bebé con grandes ojos curiosos y una sonrisa encantadora; Mamá, una mujer cariñosa y siempre dispuesta a cuidar de Ana; y Papá, un hombre amoroso con un rostro gentil.

Ana era una bebé muy especial. Cada día era una nueva aventura para ella. Desde que despertaba hasta que se iba a dormir, todo era emocionante y nuevo. Mamá y Papá siempre estaban a su lado, disfrutando de cada momento y ayudándola a descubrir el mundo.

Una mañana, Ana se despertó con una gran sonrisa. Sus ojos brillaban de alegría mientras Mamá la levantaba de su cuna. “Buenos días, mi pequeña Ana”, decía Mamá con dulzura. Ana movía sus manitas y pies con entusiasmo, lista para empezar el día.

Después de cambiarle el pañal y darle un biberón, Mamá llevó a Ana al salón donde Papá ya estaba esperando. “Hola, mi pequeña exploradora”, dijo Papá mientras acariciaba la cabecita de Ana. Ana se reía y extendía sus brazos hacia Papá, quien la tomó en sus brazos y le dio un gran abrazo.

El salón estaba lleno de juguetes coloridos y suaves. Ana gateaba por el suelo, explorando cada rincón. Encontró un osito de peluche y lo abrazó con fuerza. Luego, vio una pelota y comenzó a empujarla con sus manitas, riendo a carcajadas cada vez que la pelota rodaba lejos de ella.

Mamá y Papá la observaban con cariño, disfrutando de cada pequeña conquista de Ana. “Mira cómo crece nuestra niña”, decía Mamá, mientras Papá asentía con una gran sonrisa en el rostro.

Cada día, Ana aprendía algo nuevo. Un día, descubrió cómo aplaudir con sus manitas y se emocionó tanto que no dejaba de aplaudir y reír. Otro día, Mamá le enseñó a decir “mamá” y “papá”, y aunque al principio solo balbuceaba, pronto comenzó a decir esas palabras con claridad. Mamá y Papá estaban tan orgullosos de su pequeña.

Ana también adoraba los momentos de la hora del baño. Mamá llenaba la bañera con agua tibia y muchas burbujas. Ana chapoteaba feliz, salpicando agua por todas partes. “¡Mira cuántas burbujas, Ana!”, decía Mamá. Y Ana, con sus ojitos brillantes, trataba de atrapar todas las burbujas con sus manitas.

El tiempo pasaba rápidamente, y Ana seguía creciendo. Sus primeros pasos fueron un gran acontecimiento en la casa. Papá la sostenía de las manitas mientras Ana, con mucha concentración, ponía un pie delante del otro. “¡Tú puedes, Ana!”, la animaba Papá. Y cuando finalmente dio su primer pasito sola, Mamá y Papá aplaudieron y celebraron con gran alegría.

Finalmente, llegó un día muy especial: el primer cumpleaños de Ana. Mamá y Papá habían preparado una fiesta maravillosa. Había globos de colores, una gran tarta con una vela y muchos amigos y familiares vinieron a celebrar.

Ana estaba emocionada y un poco sorprendida por toda la atención. Mamá la vestía con un bonito vestido de cumpleaños y Papá la cargaba en brazos mientras todos cantaban “¡Feliz cumpleaños, Ana!”. Ana miraba la vela con curiosidad mientras Mamá le decía que pidiera un deseo y soplara la vela. Con un pequeño soplido, Ana apagó la vela y todos aplaudieron.

Después, llegó el momento de abrir los regalos. Ana recibió muchos juguetes nuevos, libros de colores y ropa bonita. Pero lo que más disfrutó fue estar rodeada de tanto amor y cariño. Mamá y Papá la abrazaron y le dieron muchos besos, diciéndole lo orgullosos que estaban de ella.

Esa noche, después de toda la emoción de la fiesta, Ana estaba muy cansada. Mamá la acunó en sus brazos, cantándole una suave canción de cuna. Papá se sentó junto a ellas, acariciando la cabecita de Ana. “Hoy ha sido un día muy especial”, dijo Papá con una sonrisa. Mamá asintió y miró a Ana con ternura.

“Te queremos mucho, Ana. Estamos muy felices de verte crecer y descubrir el mundo”, le dijo Mamá suavemente. Ana, con sus ojitos medio cerrados, sonrió y se acurrucó en los brazos de Mamá, sintiéndose segura y amada.

Y así, Ana se quedó dormida, soñando con todas las maravillosas aventuras que la esperaban en el futuro, siempre acompañada de su querida Mamá y Papá.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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