El Sueño de Miguel

Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y verdes praderas, tres amigos inseparables: Miguel, Héctor y Edu. Miguel, el mayor de los tres, tenía un sueño grande y emocionante: quería ser entrenador de fútbol.

Cada tarde, después de la escuela, Miguel y sus amigos se reunían en el campo de fútbol del pueblo para jugar y practicar. A Miguel le encantaba enseñar a sus amigos todo lo que sabía sobre fútbol. Les mostraba cómo patear el balón, cómo pasar a un compañero y cómo atajar como los grandes porteros.

Un día, mientras jugaban, Miguel tuvo una idea maravillosa. «¡Vamos a formar un equipo y participar en el torneo del pueblo!» Exclamó con entusiasmo. Héctor y Edu, aunque un poco nerviosos, aceptaron la idea con alegría.

Así comenzaron los entrenamientos. Miguel se tomaba su rol muy en serio. Con un silbato alrededor del cuello y una libreta de estrategias en la mano, dirigía los entrenamientos con mucha energía. Héctor, siempre sonriente y positivo, jugaba como delantero. Edu, el más pequeño pero igual de entusiasta, era el portero.

Cada día, el equipo mejoraba un poco más. Miguel se sentía orgulloso de sus amigos y de lo lejos que habían llegado. A veces, cuando las cosas no salían bien en los entrenamientos, se sentían desanimados, pero Miguel siempre encontraba la manera de levantarles el ánimo.

Finalmente, llegó el día del gran torneo. El equipo de Miguel, Héctor y Edu, llamado «Los Campeones», estaba listo para jugar. Sus familias y amigos del pueblo vinieron a animarlos. La emoción llenaba el aire.

El primer partido fue difícil. Se enfrentaron a un equipo muy bueno, pero gracias a la estrategia de Miguel y al esfuerzo de todo el equipo, lograron ganar. Con cada partido, «Los Campeones» jugaban mejor y mejor. Miguel se sentía como un verdadero entrenador, y sus amigos estaban felices de ver su sueño haciéndose realidad.

Después de varios partidos emocionantes, llegaron a la final. El equipo contrario era conocido por ser el mejor del torneo. Miguel miró a sus amigos y dijo: «No importa lo que pase, ya somos ganadores por haber llegado hasta aquí. ¡Vamos a dar lo mejor de nosotros!»

El partido final fue el más emocionante de todos. Ambos equipos jugaron con todas sus fuerzas. Hubo momentos de tensión, risas y mucha emoción. Al final, el partido terminó en empate, y tuvieron que ir a penales.

Miguel, con el corazón latiendo fuerte, dio ánimos a Edu, que estaba nervioso por ser el portero en los penales. «Confío en ti, Edu. Puedes hacerlo,» le dijo con una sonrisa. Edu asintió, respiró hondo y se preparó.