En una pequeña ciudad llamada Solana, vivía Samuel, un niño de cabellos oscuros y ojos llenos de pasión por el fútbol.
Desde que tuvo uso de razón, Samuel llevaba la camiseta del Real Madrid, y todas las tardes, después de hacer sus deberes, se dirigía al parque con su balón bajo el brazo.
«¡Vamos, Samuel! ¡Hoy es el día!» Le animaban sus amigos cada vez que practicaban tiros al arco. Aunque todavía era un niño, Samuel ya tenía un sueño: quería jugar en el Real Madrid, el equipo de sus amores, y levantar la copa de campeón.
Una tarde, después de una intensa práctica, Samuel se quedó solo en el campo, practicando sus tiros cuando una sombra apareció detrás de la portería. Era un anciano de cabellos plateados y sonrisa amable.
«¡Hola, joven! Veo que amas este deporte tanto como yo en mis tiempos», dijo el anciano.
Samuel, sorprendido, respondió: «¡Oh! Sí, señor. Mi sueño es jugar en el Real Madrid y ser el mejor».
El anciano sonrió y sacó de su bolsillo un silbato dorado. «Este silbato tiene el poder de llevarte a donde desees en el mundo del fútbol, pero solo lo puedes usar una vez», le explicó.
Sin dudarlo, Samuel sopló el silbato y, de repente, se encontró en un estadio gigantesco, con miles de aficionados vitoreando. Miró su camiseta y vio el emblemático escudo del Real Madrid.
Corriendo hacia él, vinieron jugadores famosos, saludándolo y animándolo a unirse al juego. Era la final de la copa y estaban empatados. Faltaban pocos minutos, y el entrenador decidió que Samuel fuera quien cobrara el último penalti.
Con el corazón latiendo a mil, Samuel colocó el balón en el punto de penalti. Recordó todas las tardes de práctica, respiró hondo y chutó con todas sus fuerzas. ¡Gol! El estadio estalló en júbilo, y Samuel fue alzado como el héroe de la noche.
Después del juego, mientras celebraban en el vestuario, el anciano reapareció. «Es hora de regresar, Samuel», dijo con dulzura.
Samuel despertó en el campo del parque, con su balón a un lado y el silbato dorado en su mano. Había sido un sueño, pero Samuel había sentido la emoción y la pasión del fútbol de primera mano.
Conclusión:
Aunque fue un sueño, Samuel aprendió que con esfuerzo, pasión y dedicación, los sueños pueden volverse realidad. Continuó practicando, jugando con sus amigos y persiguiendo su pasión. Y, con el tiempo, quien sabe, quizás ese sueño se haga realidad.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.