Papi Arturo siempre planeaba las mejores aventuras para los fines de semana. Esta vez había elegido un viaje al bosque cercano, del que se contaban historias llenas de magia y misterio.
Irma y Vera estaban emocionadísimas, no solo por la aventura que les esperaba, sino porque sabían que su padre siempre tenía una sorpresa guardada.
Llegaron al bosque al amanecer. El sol se filtraba entre los árboles, creando un juego de sombras y luces. Irma, con su curiosidad innata, fue la primera en notar un sendero oculto que llevaba hacia un claro iluminado por una luz especial. Vera, con su espontaneidad, la siguió sin dudar. Papi Arturo sonrió y las siguió, intrigado.
El sendero los llevó a un claro donde había un antiguo pozo de piedra. Al acercarse, notaron que no era un pozo común. El agua brillaba con colores que nunca habían visto y, flotando sobre ella, había una pequeña esfera luminosa.
La esfera les habló: «Soy Lumi, el espíritu del pozo de los deseos. Cada mil años, aparece una familia especial que tiene el honor de pedir tres deseos. Son una familia llena de amor y unión, por lo que les otorgo este privilegio».
Irma, con sus ojos brillantes, pensó en todos los deseos que podría pedir. Pero, siendo prudente, miró a su hermana y a su padre antes de decidir. Vera, siempre vivaracha, exclamó: «¡Quiero que mamá esté aquí con nosotros para compartir este momento!».
De repente, una ráfaga de viento rodeó el pozo y, cuando se disipó, mamá Mercedes estaba allí, asombrada. Se abrazaron todos en un tierno y cálido abrazo. Lumi sonrió y les recordó que tenían dos deseos más.
Papi Arturo, mirando a sus hijas, deseó: «Quiero que, sin importar las adversidades, siempre estemos unidos como familia, cuidándonos y amándonos». Una luz cálida envolvió a la familia Frutos Sosa, sellando el deseo de Arturo.
Irma, tomando la mano de Vera, pidió el último deseo: «Deseo que todas las familias del mundo tengan la oportunidad de sentir el amor y la unión que sentimos nosotros en este momento».
Lumi, emocionada, los bendijo: «Sus deseos son puros y llenos de amor. Serán concedidos. Ahora, cada vez que miren al cielo y vean una estrella brillar especialmente, sabrán que es una familia experimentando el amor y la unión gracias a su deseo».
Conclusión:
La familia Frutos Sosa regresó a su hogar, llevando en sus corazones la magia y el amor que habían experimentado en el bosque encantado. Aprendieron que los mejores deseos no son aquellos que buscan beneficio propio, sino aquellos que buscan el bienestar y la felicidad de todos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.