Érase una vez, en un reino lejano donde los árboles eran tan antiguos que parecían cuentos en sí mismos, vivía una niña llamada Jaritza. Tenía una curiosidad infinita y un alma valiente, siempre dispuesta a explorar. Jaritza vivía en una casita al borde del bosque, donde las sombras de los árboles danzaban con el viento y los murmullos de la naturaleza la llenaban de emoción.
Un día, mientras recogía flores para hacer un hermoso ramo, Jaritza escuchó un susurro suave que venía de entre los árboles. Intrigada, se acercó un poco más. «¿Quién está ahí?» preguntó en voz baja. De repente, un pequeño duende apareció, brillando como una estrella en la noche. Su nombre era Zippy, y con una sonrisa traviesa, le dijo: «Soy Zippy, guardián de los secretos del bosque. Si deseas descubrir lo que se esconde en el Reino de las Sombras, ¡sígueme!»
Los ojos de Jaritza brillaron de emoción. «¡Claro que sí!», exclamó. Sin dudar, tomó la mano de Zippy y juntos se adentraron en el bosque. A medida que caminaban, el entorno cambiaba. Los árboles se volvían más altos y las sombras más profundas. No temía, porque sabía que tenía a Zippy a su lado. Al avanzar, vieron criaturas fantasticas: hadas que iluminaban la noche y pequeños conejos que saltaban felices entre las hojas.
Finalmente, llegaron a un claro donde se alzaba un enorme castillo viejo, cubierto de enredaderas y rodeado por un lago de aguas brillantes. «Este es el Castillo de los Dragones», dijo Zippy, su voz temblando un poco. «Se dice que ellos son los guardianes de los secretos más poderosos del reino. Solo aquellos con un corazón puro pueden entrar.»
Jaritza miró el castillo con ojos asombrados y, tras una breve reflexión, decidió que debía entrar. Con valentía, se acercó a la puerta principal, donde un dragón gigante, de escamas relucientes como el sol, la miraba con curiosidad. «Soy Drako», habló el dragón con voz profunda. «Si deseas pasar, primero debes resolver un acertijo, porque ningún secreto se revela sin esfuerzo.»
Jaritza asintió, dispuesta a aceptar el reto. Drako le dijo: «Escucha atentamente: soy ligero como una pluma, pero ni el hombre más fuerte puede sostenerme por mucho tiempo. ¿Qué soy?» Jaritza pensó y pensó, y de repente sonrió. «¡El aliento!» exclamó. Drako se quedó boquiabierto y, tras una breve pausa, soltó una risa profunda y cálida. «Tienes razón, pequeña valiente. Pasa y descubre los secretos del castillo.»
Con el corazón latiendo de emoción y un poco de nerviosismo, Jaritza entró al castillo. Las paredes estaban cubiertas de artefactos mágicos, y en el aire flotaban destellos de luz. En el centro del salón, encontró un gran libro dorado que brillaba con intensidad. «Este debe ser el Libro de los Secretos», pensó.
De repente, una voz suave interrumpió sus pensamientos. «No lo toques aún, joven aventurera.» Era una hermosa hada llamada Lira, con alas coloridas que brillaban como el arcoíris. «Cada secreto tiene un precio. Antes de continuar, debes demostrar tu valentía enfrentando un último desafío.»
«¿Qué debo hacer?» preguntó Jaritza, aún ilusionada. Lira la guió hacia un jardín encantado detrás del castillo, donde los colores eran más vivos y los aromas más dulces. «Debes ayudar a las criaturas del jardín que han perdido su magia. Solo así podrás acceder al libro.»
Al llegar al jardín, Jaritza se encontró con una variedad de pequeños animales tristes. «¿Qué les pasa?» les preguntó. Un pequeño conejo, con lágrimas en los ojos, explicó: «Hemos perdido nuestra música mágica. Sin ella, el jardín se marchita.» Jaritza sintió un impulso de ayudar y se sentó en el suelo, intentando recordar una canción que había aprendido de su abuela.
Comenzó a cantar suavemente una melodía que hablaba de la amistad y la esperanza. A medida que su voz resonaba, la magia empezó a florecer nuevamente en el jardín. Las flores comenzaron a bailar, los árboles vibraban con alegría, y pronto, los animales se unieron en un alegre canto. Jaritza sentía que su corazón se llenaba de felicidad al ver a todos sonriendo.
Cuando la música se detuvo, Lira apareció nuevamente. «Has hecho un trabajo maravilloso, Jaritza. Has devuelto la música a este jardín, y ahora puedes acceder al Libro de los Secretos.»
Jaritza corrió hacia el libro y lo abrió. En su interior, cada página contenía historias y enseñanzas sobre el valor de la amistad, la valentía y la importancia de cuidar de la naturaleza. Se sintió afortunada al poder leer esas maravillas y aprendió que los verdaderos secretos del mundo estaban en las conexiones que hacemos y el amor que compartimos.
Finalmente, después de una jornada mágica, Jaritza se despidió de Drako, Zippy y Lira, prometiendo regresar al reino que tanto la había enseñado. Salió del castillo, su corazón lleno de alegría y sabiduría. Mientras caminaba de regreso a su hogar, comprendió que cada aventura comienza con un paso y que cada secreto esconde un tesoro.
Al llegar a su casita, Jaritza sonrió, sabiendo que siempre llevaría consigo esos recuerdos especiales y las lecciones aprendidas. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, miró por la ventana y vio las estrellas brillar con fuerza. «Mañana será otro día para explorar», pensó, mientras soñaba con nuevas aventuras en el mágico Reino de las Sombras. Recuerda que siempre es posible descubrir algo nuevo si tienes un corazón valiente y una mente curiosa.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.