Santiago era un niño curioso y aventurero que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y árboles altos. Cada noche, cuando se apagaban las luces del día y el cielo se llenaba de estrellas brillantes, Santiago se sentaba en su jardín y miraba hacia arriba, fascinado por el espectáculo de luces que aparecía en el firmamento.
Una noche, mientras observaba estrellitas titilantes, notó que una estrella en particular parpadeaba con más intensidad. «¡Qué estrella tan especial!», pensó Santiago, con los ojos muy abiertos. De repente, la estrella comenzó a brillar aún más y, antes de que Santiago pudiera darse cuenta, una luz dorada descendió del cielo y se transformó en un pequeño cohete que aterrizó suavemente en su jardín. Santiago no podía creer lo que veían sus ojos.
Del cohete salió un pequeño extraterrestre de color verde brillante, con grandes ojos almendrados y una sonrisa amistosa. «Hola, soy Zuzu, de un planeta lejano llamado Estrellín. He venido a buscar a alguien especial y creo que eres tú», dijo el extraterrestre, emocionado.
Santiago, aunque sorprendido, sonrió. «¡Hola, Zuzu! ¿Qué aventura me propones?», preguntó, sintiendo que su corazón latía de emoción. Zuzu le explicó que en su planeta había una gran fiesta que celebraba el poder de las estrellas, pero necesitaban a un humano valiente que pudiera ayudarles a resolver un problema. «Una sombra oscura ha robado nuestras estrellas más brillantes y sin ellas, ¡la fiesta no podrá empezar!», dijo Zuzu con una expresión preocupada.
Sin pensarlo dos veces, Santiago aceptó la misión. Con un brillo de felicidad en sus ojos, saltó dentro del cohete junto a Zuzu. Antes de que se dieran cuenta, el cohete despegó y se elevó rápidamente hacia el cielo. Santiago miraba por la ventana como el pueblo se hacía pequeño y las nubes pasaban a su lado.
El viaje fue rápido, y pronto llegaron al planetario de Estrellín. Era un lugar hermoso, lleno de colores brillantes y luces que danzaban por todas partes. Santiago y Zuzu fueron recibidos por numerosos extraterrestres que estaban muy preocupados por la falta de estrellas. Todos querían que Santiago les ayudara.
«Debemos encontrar la Sombra Oscura», dijo uno de los extraterrestres, que se llamaba Lúmen, un sabio de Estrellín. «Se esconde en el Bosque Brillante, donde se cuentan historias mágicas y los árboles son tan altos que tocan las estrellas. Si llegamos a ella, podremos recuperar nuestras estrellas y la fiesta comenzará».
Santiago sintió un hormigueo de emoción. Junto con Zuzu y Lúmen, comenzaron su caminata hacia el Bosque Brillante. Mientras caminaban, Santiago observó maravillas a su alrededor: árboles que hablaban cuando el viento soplaba, flores que cantaban al caer la tarde y ríos que brillaban con luz de luna. Todo era tan mágico y hermoso.
Después de un rato de caminar, llegaron a la entrada del Bosque Brillante, donde los árboles eran más majestuosos y las luces danzaban en el aire. «Aquí es donde vive la Sombra Oscura», les advirtió Lúmen. Santiago respiró profundamente y, sintiendo la valentía en su corazón, avanzaron juntos entre los árboles.
A medida que se adentraban más en el bosque, la luz disminuía y una frialdad envolvía el aire. Se sentía un susurro que provenía de entre los árboles. De repente, apareció la Sombra Oscura, un ser espeluznante que parecía estar hecha de pura oscuridad. «¿Qué quieren aquí, valientes aventureros?», preguntó la sombra con una voz tenebrosa que hizo eco en todo el bosque.
«Venimos por las estrellas que robaste. ¡Devuélvelas y la fiesta de Estrellín podrá comenzar!», gritó Zuzu, temblando un poco. Santiago se armó de valor y decidió hablar también. «No es justo que robes algo que no te pertenece. Las estrellas son parte de todos nosotros».
La Sombra Oscura se rió, una risa que parecía hacer temblar a los árboles. «¿Y qué me darán a cambio? ¿Acaso creen que puedo vivir en la luz como ustedes?»
En ese momento, Santiago recordó algo que había aprendido en su pueblo: el poder de la amistad y de compartir. «Si devuelves las estrellas, te prometemos que siempre habrá luz para ti en el planeta Estrellín. Podrás venir a las fiestas y conocer a otros, nunca más estarás sola», dijo.
La Sombra Oscura dejó de reír. «¿De verdad? ¡Nadie nunca me ha ofrecido amistad!», dijo con un tono de tristeza. A medida que hablaban, la sombra empezó a desvanecerse un poco y, por fin, comenzó a llorar. Las lágrimas de la sombra eran como pequeñas estrellas que caían al suelo. «Tomé las estrellas porque pensé que así nunca estaría sola, pero ahora veo que lo único que quiero es tener amigos», murmuró.
Santiago sintió compasión por la Sombra Oscura. «Si devuelves las estrellas, prometemos ser tus amigos y mostrarte cómo brillar», le dijo. Con la ayuda de Lúmen y Zuzu, la Sombra Oscura se decidió a devolver las estrellas. Así, el cielo de Estrellín volvió a llenarse de luz.
Cuando terminaron, el viaje de vuelta fue alegre. Todos estaban ansiosos por la fiesta. Al llegar, los habitantes del planeta celebraron en grande junto a las estrellas recuperadas, y la Sombra Oscura, que ahora tenía un nuevo nombre, la Luz, fue invitada a unirse a ellos.
Santiago aprendió que a veces, incluso las cosas más oscuras pueden brillar con la luz adecuada. Y así, el niño valiente, junto con su nuevo amigo Zuzu y la Luz, prometieron nunca dejar a nadie atrás y que la amistad siempre ganaría, incluso en las noches más oscuras.
Al regresar a casa, Santiago miró al cielo estrellado y sonrió, sabiendo que cada estrella no solo era un faro en el cielo, sino también un recordatorio de la luz que se puede encontrar en los lugares más inesperados. Esa noche se durmió soñando con aventuras y amistades, porque en el fondo, sabía que cada estrella le decía que siempre había algo mágico en el mundo que lo rodeaba.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.