Había una vez en un pequeño y humilde pueblo, dos hermanos llamados Gael y David. Gael era el mayor, con ojos llenos de determinación y una sonrisa siempre dispuesta a iluminar los días más oscuros. David, su hermano menor, tenía una mirada curiosa y un corazón lleno de esperanza. Ambos vivían con su madre en una casita modesta al borde del bosque. La vida era difícil, y muchas veces no tenían suficiente para comer, pero su amor y su unión familiar les daba fuerza para seguir adelante.
Un día, mientras Gael y David jugaban cerca del bosque, encontraron a un anciano sabio que les contó una historia mágica. Les habló de una torre muy grande y lejana, donde vivía un ratón hermoso y mágico que tenía el poder de cumplir los deseos de los más pobres y necesitados.
«Si encuentran esa torre y al ratón mágico,» dijo el anciano, «él podrá concederles un deseo que cambiará sus vidas para siempre.»
Con la esperanza de un futuro mejor, Gael y David decidieron emprender un viaje hacia la lejana torre. Llenaron una pequeña bolsa con pan y agua, se despidieron de su madre con promesas de regresar pronto y se pusieron en marcha.
El camino era largo y lleno de desafíos, pero los hermanos estaban determinados. Caminaron a través de bosques densos, cruzaron ríos y escalaron colinas empinadas. Cada noche, se acurrucaban bajo las estrellas, contando historias y soñando con el día en que encontrarían la torre mágica.
Un día, mientras caminaban por un prado lleno de flores, encontraron a un pájaro herido. David, con su corazón bondadoso, insistió en ayudar al pequeño animal. Con cuidado, le vendaron el ala y lo alimentaron con migajas de pan. El pájaro, agradecido, les dijo:
«Soy un pájaro mágico. Por su bondad, les mostraré el camino más corto hacia la torre.»
El pájaro voló en círculos sobre ellos y luego se dirigió hacia el norte. Gael y David lo siguieron, agradecidos por la ayuda. El viaje se volvió más fácil y, después de unos días, llegaron a un valle donde la torre se alzaba majestuosa hacia el cielo.
La torre estaba rodeada de un campo de flores brillantes y un bosque lleno de árboles antiguos. Los hermanos se acercaron con cautela, sintiendo la magia en el aire. Al pie de la torre, encontraron al hermoso ratón, con una pequeña corona y una luz resplandeciente a su alrededor.
«Hola, jóvenes valientes,» dijo el ratón con una voz suave. «He estado esperando por ustedes. Sé que han venido en busca de un deseo.»
Gael y David se arrodillaron ante el ratón, explicándole su situación y el deseo de mejorar la vida de su familia y su pueblo. El ratón los escuchó atentamente, con ojos brillantes de comprensión.
«Vuestra bondad y valentía han demostrado que merecen mi ayuda,» dijo el ratón. «Les concederé un deseo que traerá prosperidad y felicidad a su hogar.»
El ratón agitó su pequeña varita y, en un destello de luz, los hermanos sintieron que algo mágico había ocurrido. Les agradecieron al ratón con lágrimas de alegría y emprendieron el camino de regreso a casa, ansiosos por ver qué cambios les esperaban.
Cuando Gael y David regresaron a su pueblo, encontraron su hogar transformado. La casita humilde se había convertido en una acogedora cabaña, con un jardín lleno de frutas y verduras frescas. Los vecinos, antes abatidos, ahora reían y cantaban, agradecidos por la prosperidad que había llegado al pueblo.
La madre de Gael y David los recibió con los brazos abiertos, llena de orgullo y amor por sus hijos valientes. Los hermanos sabían que el verdadero poder del ratón mágico no estaba solo en el deseo concedido, sino en la bondad y el amor que habían demostrado a lo largo de su viaje.
Desde ese día, Gael y David siguieron ayudando a su comunidad, compartiendo su fortuna y enseñando a los demás sobre la importancia de la bondad y la valentía. Y así, vivieron felices, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío y transformar su mundo en un lugar mejor.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.