En un pequeño pueblo rodeado de verdes montañas y un río cristalino, vivía una ardillita llamada Belotita. Era conocida por su energía inagotable y su curiosidad insaciable. Su pelaje marrón y suave brillaba bajo el sol, y siempre estaba lista para una nueva aventura. Junto a ella estaban sus inseparables amigas: una tortuga llamada Tita y un león joven llamado Encino. Aunque Encino era el más fuerte del grupo, Tita siempre les recordaba que la verdadera fuerza venía de la sabiduría y el trabajo en equipo.
Un día, mientras Belotita exploraba el bosque cercano, escuchó un suave susurro que parecía salir de un viejo árbol de encino. Intrigada, se acercó al árbol y lo abrazó con sus pequeñas patas. «¿Quién está ahí?» preguntó con voz temblorosa. Para su sorpresa, el árbol comenzó a hablar. «¡Hola, pequeña Belotita! Soy el Encino Sabio, y he guardado secretos del bosque durante generaciones. Hay una sombra mágica que se ha perdido, y solo tú y tus amigos pueden ayudarme a encontrarla».
Belotita, emocionada, corrió hacia Tita y Encino para contarles sobre la misión. «¡Tenemos que ayudar al Encino Sabio! Él necesita que reconozcamos la sombra mágica del bosque antes de que caiga la noche», dijo Belotita sin poder contener su entusiasmo. Tita, aunque un poco escéptica, sabía que una aventura estaba en el aire. Encino, decidido, asintió con confianza. «Vamos a hacerlo, amigos. Juntos podemos enfrentar cualquier desafío».
Los tres amigos comenzaron su aventura en el corazón del bosque. Caminaron entre árboles altos y flores de colores vibrantes. Mientras avanzaban, Belotita estaba a la cabeza, saltando de rama en rama. «Recuerden hacer silencio. La sombra mágica puede ser tímida», les recordó Tita. Mientras caminaban, se encontraron con una gran roca cubierta de musgo, y Encino la deliberó. «Esta roca parece diferente. Tal vez esconda algo interesante», dijo.
Belotita, siempre inquieta, saltó hacia la roca y comenzó a escarbar con sus patas. «¡Miren esto!» gritó de alegría al descubrir un mapa antiguo escondido entre las piedras. «¡Es un mapa del bosque! Quizás nos lleve a la sombra mágica». Tita lo miró detenidamente y comentó: «Parece que debemos seguir el río hasta la cascada, y luego girar a la derecha en la gran roca con forma de corazón».
Con el mapa en la mano, los amigos continuaron su viaje, cruzando puentes de troncos y saltando sobre rocas resbaladizas. Mientras seguían el caudal del río, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de naranjas y violetas. «Rápido, ¡debemos apresurarnos!» dijo Belotita un poco nerviosa. Encino la animó: «No te preocupes, Belotita. Solo debemos seguir el mapa y todo saldrá bien».
Después de un rato, llegaron a la cascada. El agua caía con fuerza y hacía un ruidoso murmullo que resonaba en el aire. Allí, se dieron cuenta de que había muchas rocas y árboles que dificultaban el paso. «Según el mapa, debemos buscar la roca con forma de corazón», dijo Tita mientras miraba cada piedra detenidamente. Finalmente, Belotita exclamó: «¡Allí está! ¡Esa roca se parece a un corazón!»
Cuando se acercaron, notaron que la roca brillaba con un leve destello. «Parece que hay algo especial aquí», dijo Encino mientras inspeccionaba la roca. «¿Qué crees que se esconde detrás de ella?» preguntó Tita. Belotita, llena de entusiasmo, empezó a mover las rocas pequeñas que rodeaban la roca con forma de corazón. Con un poco de esfuerzo, encontró una abertura que estaba parcialmente cubierta de hojas.
La curiosidad las llevó a entrar en la cueva oculta detrás de la roca. Una vez dentro, sintieron que el ambiente era diferente. Era más cálido y brillaba con luces suaves. En el centro de la cueva, había una pequeña esfera de luz que flotaba en el aire. «Eso debe ser la sombra mágica», murmuró Belotita. «Pero tengo una sensación extraña, como si estuviera cuidando algo».
Al acercarse, la esfera comenzó a brillar más intensamente y de pronto, la voz del Encino Sabio resonó en la cueva. «Estás cerca, Belotita. La sombra mágica que buscas está conectada con las luces que dan vida al bosque. Frances, el murciélago, es quien aquí vive y tiene el poder de traerte la sombra. Pero ahora se siente perdido y asustado. Debes ayudarlo a encontrar su camino».
Los amigos se miraron entre sí, preguntándose qué hacer ahora. Encino, firme en su decisión, dijo: «No podemos dejar que Frances siga asustado. Debemos salir de aquí y buscarlo». Al salir de la cueva, se dieron cuenta de que el bosque se había oscurecido más de lo que esperaban, y los sonidos de la noche habían comenzado a llenar el aire.
«Sólo hay un lugar al que podría haber ido», dijo Tita, recordando los antiguos relatos del bosque. «Él siempre buscaba refugio en el viejo sauce llorón, cerca del lago». Sin perder tiempo, comenzaron a caminar hacia el lago, confiando en que podían encontrar a Frances.
Mientras caminaban, de repente escucharon un suave aleteo en el aire. «¿Quién va ahí?» preguntó Encino, deteniéndose en seco. Una sombra pasó velozmente cerca de ellos, y Belotita la vio claramente. «¡Es él! ¡Frances, el murciélago!» gritó con emoción. Pero Frances estaba muy asustado y no se detuvo. Voló hacia el lago en un instante.
El grupo se apresuró a seguirlo, y al llegar al lago, vieron a Frances revoloteando descontroladamente. «¡Frances! ¡No tengas miedo!» exclamó Belotita. «Ven aquí, por favor. No queremos hacerte daño». Frances, aún con miedo, empezó a calmarse poco a poco al escuchar las voces amigas.
Finalmente, Frances se posó sobre una rama de sauce y los miró con desconfianza. «¿Quiénes son ustedes? Nunca he visto ardillas, tortugas y leones en el bosque», dijo con un tono temeroso. Belotita dio un paso adelante y respondió con amabilidad: «¡Soy Belotita! Y ellos son mis amigos Tita y Encino. Estamos aquí para ayudarte. El Encino Sabio nos envió para que hallaramos la sombra mágica, y creemos que tú puedes ayudarnos».
Cuentos cortos que te pueden gustar
Las Increíbles Aventuras de Nico y Daniela
Las Aventuras de Mia, Said y Eithan en las Vacaciones de Verano
Diego y el reloj mágico del tiempo de los dinosaurios
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.