Cuentos de Aventura

La Aventura de Dormir de Daniel

Lectura para 1 año

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño muy pequeño llamado Daniel. Tenía unos rizos suaves y brillantes como el sol y unos ojos grandes y curiosos que siempre estaban explorando el mundo a su alrededor. Cada día para Daniel estaba lleno de sorpresas y aventuras, pero cuando llegaba la noche, había una aventura muy especial que lo esperaba: ¡la hora de dormir!

Daniel estaba en su habitación, rodeado de sus juguetes y peluches favoritos. Había un osito marrón que siempre se sentaba cerca de la cama, un conejito blanco con orejas largas y suaves, y un pequeño dragón de peluche que, aunque no era muy grande, a Daniel le gustaba imaginar que podía volar por el cielo.

Esa noche, mamá había leído a Daniel su cuento favorito. Era una historia sobre un barco pirata que navegaba en busca de estrellas, pero ahora que el cuento había terminado, era hora de dormir. Daniel se acurrucó bajo su manta suave, y el cálido resplandor de su lámpara de noche, en forma de luna, llenó la habitación de una luz tenue y reconfortante.

Sin embargo, aunque el sueño estaba muy cerca, Daniel no estaba del todo listo para cerrar los ojos. Quería una última aventura antes de que el sueño lo alcanzara. Así que, mientras estaba en su cama, con sus peluches a su alrededor, cerró los ojos y comenzó a imaginar.

De repente, la cama de Daniel comenzó a moverse, ¡y se transformó en un barco! Un barco hecho de madera, con velas grandes que ondeaban en el viento. Daniel era ahora el capitán, y su osito, su conejito y su dragón eran la tripulación. El pequeño dragón incluso tenía alas y volaba alrededor del barco, asegurándose de que todo estuviera en orden.

El barco navegaba por el cielo nocturno, entre las estrellas brillantes y las nubes esponjosas. Daniel miraba a lo lejos, buscando algún lugar especial al que ir. «¡Adelante, tripulación!» exclamó, señalando con su dedo hacia el horizonte. «Vamos a encontrar la estrella más brillante de todas.»

El osito, que ahora llevaba un sombrero de marinero, movía las velas, mientras que el conejito saltaba de un lado a otro, asegurándose de que el barco siguiera el rumbo correcto. El dragón volaba delante, mostrando el camino con sus pequeñas llamas que iluminaban el cielo.

«¡Allí está!» gritó Daniel de repente. Había visto algo brillar entre las estrellas. Era una estrella especial, mucho más brillante que las demás. El barco comenzó a dirigirse hacia ella, cada vez más rápido, pero, justo cuando estaban a punto de alcanzarla, algo ocurrió.

Una suave brisa comenzó a soplar, envolviendo el barco. No era una brisa normal, no, era una brisa que olía a… ¡lavanda! Daniel respiró profundamente, el olor era tan agradable y relajante que empezó a sentir sus párpados volviéndose más y más pesados.

Pero Daniel aún no quería dormir. «¡No puedo dormirme ahora, aún no hemos llegado a la estrella!» pensó. Así que agitó sus brazos para mantener el barco en marcha, pero la brisa seguía soplando, envolviéndolo en una sensación cálida y cómoda.

El osito se sentó a su lado y le dijo: «Daniel, no te preocupes, la estrella estará ahí cuando despiertes. Ahora es hora de descansar.»

El conejito asintió con sus largas orejas, y el dragón, que ya se había acurrucado en la proa del barco, bostezó.

Daniel miró a su tripulación. Parecía que todos estaban listos para dormir, incluso su pequeño barco comenzó a mecerse suavemente, como si también quisiera descansar. Daniel sonrió, comprendiendo que la aventura de dormir no había terminado, solo estaba comenzando.

Se recostó en su cama-barco, abrazando a su osito y cerrando los ojos, sintiendo la suave brisa de lavanda a su alrededor. Mientras el barco seguía navegando entre las estrellas, Daniel empezó a soñar con todas las aventuras que lo esperaban al día siguiente.

Y así, flotando en un cielo de estrellas, Daniel se quedó profundamente dormido, rodeado de sus amigos y listo para la siguiente gran aventura… la de soñar.

FIN

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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