En un tranquilo barrio lleno de árboles frondosos y casas acogedoras, vivía una niña llamada Noelia. Noelia era una niña alegre y siempre tenía una sonrisa en el rostro. Le encantaba jugar en el jardín, leer cuentos de aventuras y pasar tiempo con su mamá, Helen.
Un día, Noelia recibió una visita muy especial. Su tío Kevin, a quien ella llamaba cariñosamente Tiokevin, llegó con una sorpresa que cambiaría su vida para siempre. Tiokevin era un hombre amable y siempre sabía cómo hacer felices a los demás. Llevaba una caja grande y al abrirla, Noelia vio un pequeño cachorrito con ojos brillantes y una cola que no dejaba de moverse.
—¡Feliz cumpleaños, Noelia! —dijo Tiokevin, mientras le entregaba el cachorro—. Este es Milo, tu nuevo amigo.
Noelia no podía creerlo. Siempre había soñado con tener un perrito y ahora, gracias a su tío, su sueño se había hecho realidad. Abrazo a Tiokevin con fuerza y luego tomó a Milo en sus brazos, sintiendo su pelaje suave y escuchando sus pequeños ladridos de alegría.
Desde ese día, Noelia y Milo se volvieron inseparables. Jugaban juntos en el jardín, corrían por el parque y se acurrucaban a leer cuentos antes de dormir. Helen, la mamá de Noelia, también se encariñó rápidamente con Milo. Le preparaba comida especial y se aseguraba de que siempre estuviera limpio y feliz.
Una tarde, mientras Noelia y Milo jugaban a las escondidas en el jardín, Helen salió a llamar a su hija.
—Noelia, es hora de la cena —dijo Helen—. Ven adentro con Milo.
Noelia corrió hacia la casa con Milo siguiendo sus pasos. Pero, antes de entrar, vio algo brillante en el suelo. Era un pequeño broche dorado que su mamá había perdido hacía tiempo. Decidió recogerlo y justo en ese momento, Milo vio una mariposa y corrió detrás de ella.
—¡Milo, vuelve aquí! —gritó Noelia, pero el cachorro ya había desaparecido entre los arbustos.
Noelia buscó por todos lados, llamando a Milo, pero no había rastro del perrito. Entró corriendo a la casa, con lágrimas en los ojos.
—Mamá, Milo se ha perdido —dijo Noelia, sollozando.
Helen intentó calmar a su hija, pero también estaba preocupada. Salieron al jardín y empezaron a buscar a Milo juntas, llamándolo y revisando cada rincón. Al ver que no lo encontraban, decidieron pedir ayuda a Tiokevin.
Tiokevin llegó rápidamente y, al ver la preocupación en los ojos de Noelia y Helen, les prometió que encontrarían a Milo.
—No se preocupen, vamos a encontrarlo —dijo Tiokevin con determinación—. Milo no puede estar muy lejos.
Comenzaron a buscar por el vecindario, preguntando a los vecinos si habían visto al pequeño cachorro. Todos se unieron a la búsqueda, ya que Milo era muy querido por todos. Buscaron en el parque, revisaron los callejones y hasta miraron en los jardines de las casas cercanas.
El sol comenzó a ponerse y la desesperación creció en el corazón de Noelia. Pero justo cuando estaban a punto de perder la esperanza, escucharon un pequeño ladrido proveniente de un arbusto cerca del parque. Noelia corrió hacia el sonido y allí, entre las hojas, encontró a Milo, atrapado pero ileso.
—¡Milo! —gritó Noelia, mientras abrazaba a su perrito con fuerza.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.