Hace mucho tiempo, en la tierra de Egipto, había una pirámide muy, muy grande. Dentro de esta pirámide vivían tres amigos muy especiales: Tadeo la momia, Cleo la egipcia, y Pepe el faraón.
Un día, Tadeo, que siempre estaba envuelto en vendas, encontró un mapa antiguo en un rincón de la pirámide. El mapa mostraba un tesoro escondido en lo más profundo de la pirámide. Tadeo, emocionado, corrió a contárselo a sus amigos.
Cleo, que llevaba un bonito vestido de colores y una diadema de oro, sonrió con entusiasmo. Pepe, que siempre llevaba su corona de faraón y un cetro, se unió a la emoción. Decidieron buscar el tesoro juntos.
Comenzaron su aventura recorriendo los pasillos de la pirámide. Tadeo, siendo una momia, sabía mucho sobre los secretos de la pirámide. Cleo, con su inteligencia, resolvía los enigmas que encontraban en el camino. Pepe, con su corona mágica, podía iluminar los pasillos oscuros.
En su camino, encontraron objetos muy curiosos. Primero, hallaron un collar de perlas brillantes. Cleo lo guardó con cuidado en su bolsa. Luego, encontraron un escarabajo de oro que Pepe puso en su bolsillo. Tadeo, por su parte, encontró un papiro antiguo con jeroglíficos.
A medida que avanzaban, los pasillos se volvían más estrechos y los enigmas más difíciles. Pero los tres amigos no se daban por vencidos. Trabajaban juntos, compartiendo ideas y ayudándose mutuamente.
Finalmente, llegaron a una gran sala donde había un cofre dorado. Estaba cerrado con un candado muy complicado. Tadeo, Cleo y Pepe se pusieron a pensar cómo abrirlo. Después de varios intentos, lograron abrir el cofre con la ayuda del papiro de Tadeo, que tenía la clave.
Dentro del cofre, encontraron el tesoro más maravilloso: una gran cantidad de juguetes. Había pelotas coloridas, muñecas, pequeños barcos de madera, y muchas cosas más. Tadeo, Cleo y Pepe estaban felices. Decidieron que compartirían los juguetes con todos los niños de Egipto.
Después de su gran aventura, los tres amigos regresaron a su hogar en la pirámide. Habían aprendido que trabajando juntos podían lograr cualquier cosa. Y cada vez que veían a los niños jugar con los juguetes del tesoro, se sentían muy felices.
Tadeo, Cleo y Pepe continuaron viviendo muchas aventuras en la pirámide, pero siempre recordarían el día en que encontraron el tesoro y lo compartieron con los demás. Porque descubrieron que la verdadera alegría está en compartir y ayudar a los demás.
Y así, en la gran pirámide de Egipto, los tres amigos vivieron felices y contentos, siempre listos para una nueva aventura.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.