Cuentos de Aventura

La Casa Misteriosa de la Familia Arcoíris

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de árboles verdes y flores amarillas, vivía una familia muy especial, conocida por todos como la familia Arcoíris. Ellos eran Papá Rojo, Mamá Amarilla y sus dos hijos, Rosa y Verde. Un día soleado, decidieron dar un paseo por el bosque cercano a su casa. El canto de los pájaros y el susurro del viento en las hojas creaban una melodía perfecta para una tarde de aventura.

Mientras caminaban, Rosa, siempre curiosa y aventurera, notó algo entre los árboles que llamó su atención.

—¡Mirad esa casa, parece misteriosa! —exclamó señalando hacia una estructura antigua que se erguía entre los árboles.

Verde, con su usual entusiasmo por las aventuras, saltó de emoción.

—Sí, ¡será divertido explorarla! ¿Podemos, papá?

Papá Rojo, siempre cauteloso pero indulgente, dudó un momento.

—No estoy seguro, podría ser peligroso…

Pero los ruegos de Rosa y Verde, que resonaron al unísono —»Por favor, papá…»—, lo hicieron sonreír.

—Bueno… Pero solo si lo hacemos juntos —concedió finalmente.

La familia Arcoíris se acercó a la casa abandonada. La madera de la puerta crujía bajo el peso de los años y las ventanas, empañadas por el tiempo, apenas dejaban pasar la luz del sol. Al abrir la puerta, un pasillo oscuro y escalofriante les dio la bienvenida.

—¡Qué oscuro está aquí dentro! —dijo Rosa, agarrando la mano de Verde.

—No tengas miedo, Rosa. Estoy aquí contigo —respondió Verde, tratando de sonar más valiente de lo que se sentía.

Mamá Amarilla, siempre la voz de la razón, añadió:

—Chicos, recordad que es importante que estemos juntos y explorar con cuidado.

Con valentía, la familia avanzó por el pasillo y entró en una habitación enorme, llena de muebles viejos y polvorientos. El aire estaba cargado de un olor a madera vieja y secretos olvidados. De repente, un ruido extraño rompió el silencio.

—¡CCCRRRRREEEEEKKKK!

—Parece que el ruido viene de abajo. ¿Deberíamos investigar? —preguntó Mamá Amarilla, con un tono de preocupación.

A pesar del miedo que comenzaba a crecer en sus corazones, la curiosidad era mayor. La familia se dirigió cautelosamente hacia el sótano, donde el sonido parecía más fuerte. Bajaron las escaleras rechinantes, cada paso aumentando la tensión.

Al llegar abajo, encontraron una vieja biblioteca llena de libros cubiertos de polvo. En el centro de la habitación, un gran libro abierto sobre un pedestal parecía ser la fuente del ruido, sus páginas giraban como si fueran movidas por una brisa invisible.

—¡Mira esto, papá! —gritó Verde, acercándose al libro con fascinación.

Papá Rojo examinó el libro y descubrió que era un diario de la casa, contando historias de quienes habían vivido allí antes. Hablaba de un tesoro escondido, dejado por un antiguo propietario que nunca había regresado.

—Podríamos buscar el tesoro —sugirió Rosa, sus ojos brillando con la posibilidad de una verdadera aventura.

Con el mapa encontrado en el diario, la familia comenzó una búsqueda que los llevó por toda la casa, descubriendo pistas y resolviendo acertijos que el antiguo dueño había dejado. Finalmente, detrás de una pared falsa en la biblioteca, encontraron un cofre pequeño pero pesado.

Dentro del cofre, no había oro ni joyas, sino algo mucho más valioso: una colección de cartas y fotografías de una familia que había amado profundamente esa casa y sus recuerdos. La familia Arcoíris decidió que el verdadero tesoro era la historia y los recuerdos que la casa contenía.

—Hemos encontrado algo mucho más importante que el oro —dijo Mamá Amarilla mientras observaban las fotografías—. Hemos encontrado historias de amor y vida.

La aventura les enseñó que algunas riquezas no son las que se pueden tocar, sino las que se sienten con el corazón. Felices y satisfechos con su descubrimiento, regresaron a casa, llevando consigo las historias y recuerdos de aquellos que habían vivido antes en la casa misteriosa, prometiendo regresar de vez en cuando para cuidarla.

Desde entonces, la vieja casa no estuvo nunca más sola, y la familia Arcoíris aprendió que en cada rincón de su mundo, hay historias esperando ser descubiertas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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