Cuentos de Aventura

La flor de la granja: El crecimiento de Belén

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas y valles verdes, se encontraba una granja muy especial. En esta granja vivían una familia feliz compuesta por Papá, Mamá y su pequeña hija Belén. Belén era una niña inquieta y llena de curiosidad, siempre deseando explorar el mundo que la rodeaba.

Un día, mientras ayudaba a su mamá en el jardín, Belén notó algo extraño. En una esquina del huerto, se asomaba del suelo una pequeña planta con unas hojas brillantes y un tallo frágil. Intrigada, se acercó y vio que, al final del tallo, había un botón que parecía estar a punto de florecer. “¡Mamá, mira!”, exclamó Belén, señalando hacia la planta.

Mamá se agachó para observar la maravillosa aparición. “Es una flor muy especial, Belén. Se llama Flor de la Aventura. Dicen que solo crece en la granja de quienes tienen un corazón valiente y un espíritu curioso.” Matizó Mamá, mientras sonreía.

Belén se iluminó con las palabras de su madre. “¿Podemos cuidarla y ayudarla a crecer?”, preguntó ansiosa.

“Por supuesto”, respondió Papá, quien se había acercado para escuchar sobre el descubrimiento. “Podemos regarla todos los días y hablarle. Las flores también disfrutan de la compañía.”

Así, cada mañana, después de terminar sus tareas, Belén dedicaba un tiempo especial a cuidar la flor. La regaba con cuidado, le contaba historias sobre sus aventuras y le cantaba canciones alegres. Con el paso de los días, la planta comenzó a crecer y, al cabo de una semana, el botón se abrió con una flor de un color brillante y hermoso, que parecía brillar con su propio resplandor.

“¡Mira, ya floreció!”, gritó Belén llena de alegría. Pero lo que sucedió a continuación fue aún más sorprendente. Cuando la flor se abrió por completo, una suave luz comenzó a envolver el jardín, y de repente, una figura apareció ante ellos. Era un pequeño dragón de colores vibrantes que parecía tan amistoso como curioso.

“Hola, soy Damián, el guardián de la Flor de la Aventura”, dijo el dragón con una voz melodiosa. “Gracias por cuidar de mi flor. La luz que emite está conectada a su energía y al amor que le han brindado. ¿Están listos para vivir una aventura?”

Belén miró a sus padres con ojos llenos de emoción. “¡Sí!” exclamó, sin poder contener su entusiasmo. Papá y Mamá también estaban intrigados, así que aceptaron la oferta del dragón, dispuestos a experimentar algo extraordinario.

Damián extendió sus alas y, con un movimiento suave, los elevó por el aire, llevando a la familia sobre paisajes espectaculares. Volaron sobre campos dorados, ríos plateados y montañas majestuosas. Belén reía y aplaudía, mientras sus padres disfrutaban del viento fresco en sus rostros.

Después de un rato, llegaron a un mágico bosque donde los árboles susurraban melodías y las flores danzaban al ritmo del viento. “Este bosque es la puerta a aventuras increíbles”, les explicó Damián. “Algunas criaturas necesitan ayuda, y cada vez que asisten a alguien, su valentía y bondad crecen.”

Mientras caminaban por el bosque, escucharon un suave llanto que provenía de detrás de unos arbustos. Se acercaron y encontraron a un pequeño conejito atrapado en una maraña de espinas. Sin dudarlo, Belén se arrodilló y, con cuidado, comenzó a liberar al conejito, mientras Papá y Mamá ayudaban a despejar las espinas.

“¡Gracias, gracias!”, chilló el conejito, una vez libre. “Pensé que nunca podría salir de aquí. ¿Puedo acompañarlos en su aventura?”

“¡Claro!”, respondió Belén, encantada. “Eres muy valiente al salir de ahí.” El conejito, que se presentó como Rocco, se unió a ellos, saltando alegremente a su alrededor.

Siguieron caminando y, mientras exploraban, se encontraron con un árbol enorme. En su tronco, había un pequeño agujero que emitía una luz suave. Damián explicó: “Este es el árbol de los deseos. Pueden hacer un deseo, pero deben ser cuidadosos, porque solo se concederán los deseos que provengan del corazón y que busquen el bienestar de los demás.”

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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