Cuentos de Aventura

La Gran Aventura de Draco y Benja

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas y grandes árboles, vivía un niño llamado Benja. Benja era un niño curioso, siempre lleno de energía, y le encantaba pasar las tardes en el parque cercano a su casa. Corría entre los columpios, jugaba con sus amigos, y algunas veces se sentaba a mirar el cielo, esperando ver algo sorprendente.

Un día, mientras jugaba solo en el parque, Benja escuchó un ruido extraño entre los arbustos. Se acercó con cuidado, tratando de ver qué era. Al principio pensó que se trataba de un gato o un perro, pero lo que encontró fue mucho más asombroso. ¡Era un dinosaurio! Pero no un dinosaurio común, sino uno muy especial. Tenía escamas verdes brillantes y ojos enormes llenos de amabilidad. Su nombre era Draco.

—¡Hola! —dijo Draco, con una gran sonrisa—. ¿Me ayudas a encontrar algo muy importante?

Benja no podía creer lo que veía. ¡Un dinosaurio parlante en su parque!

—¿Qué estás buscando? —preguntó Benja, aún sorprendido.

—Una estrella —respondió Draco—. Anoche cayó del cielo y se perdió en algún lugar cerca de aquí. Es una estrella mágica que ilumina el camino de regreso a mi casa, y necesito encontrarla antes de que se haga de noche otra vez.

Benja, emocionado por la idea de una aventura, decidió ayudar a Draco.

—¡Vamos a buscarla juntos! —dijo, con una gran sonrisa.

Los dos amigos comenzaron a caminar por el parque, buscando la estrella perdida. Mientras caminaban, Benja y Draco se hicieron buenos amigos. Draco le contó historias de su hogar, un lugar lleno de otros dinosaurios que vivían bajo el brillo de las estrellas mágicas.

—En mi casa, las estrellas no solo están en el cielo —explicó Draco—. Brillan en los árboles, en los ríos, ¡incluso en las montañas! Cada estrella tiene un poder especial, y la que perdí es la más importante. Sin ella, no podré regresar a mi hogar.

Benja escuchaba con atención, fascinado por las historias de Draco.

—Entonces tenemos que encontrarla lo más rápido posible —dijo Benja con determinación.

Buscaron por todo el parque. Miraron detrás de los árboles, debajo de los bancos, e incluso en los columpios. Pero no había rastro de la estrella. Justo cuando Benja comenzaba a preocuparse de que no la encontrarían, Draco levantó la cabeza y miró hacia el cielo.

—¡Mira! —exclamó Draco, señalando algo brillante en la rama de un árbol alto—. ¡Ahí está!

La estrella, pequeña pero resplandeciente, estaba atrapada entre las ramas. Brillaba con una luz suave pero mágica, iluminando el árbol como si fuera una linterna natural.

—¡La encontraste! —gritó Benja emocionado—. Pero, ¿cómo la bajamos de allí?

Draco sonrió, sacudiendo su larga cola.

—No te preocupes, soy un dinosaurio. ¡Yo me encargo de esto!

Con un salto ágil, Draco subió por el tronco del árbol y, con cuidado, tomó la estrella entre sus patas. Bajó con ella y la colocó suavemente en el suelo frente a Benja. La luz de la estrella era cálida y reconfortante.

—Gracias, Benja —dijo Draco, con gratitud—. No lo habría logrado sin ti.

—¡Fue una gran aventura! —respondió Benja, feliz de haber ayudado a su nuevo amigo.

Pero entonces, algo mágico comenzó a suceder. La estrella, ahora en manos de Draco, comenzó a brillar con más intensidad. El parque, que antes estaba oscuro con la llegada de la noche, se llenó de luz. El cielo se iluminó con estrellas, y un camino de luz apareció frente a ellos, guiando a Draco de vuelta a su hogar.

—¡Este es el camino! —exclamó Draco, emocionado—. ¡Es hora de regresar!

Benja miró a Draco con una mezcla de felicidad y tristeza. No quería despedirse de su amigo, pero sabía que Draco tenía que volver a su hogar.

—¿Volveremos a vernos? —preguntó Benja.

—Claro que sí —respondió Draco, sonriendo—. Siempre que mires las estrellas, piensa en mí. Y si alguna vez necesitas una nueva aventura, estaré aquí para ayudarte.

Con un último abrazo, Draco tomó la estrella y comenzó a seguir el camino de luz. Benja lo observó mientras desaparecía en la distancia, con el cielo brillando lleno de estrellas. Aunque Draco se fue, Benja sabía que siempre tendría el recuerdo de esa gran aventura.

Esa noche, cuando Benja regresó a su casa, miró por la ventana hacia el cielo. Entre las estrellas, vio una que brillaba más que las demás. Sonrió, sabiendo que su amigo Draco estaba ahí, entre las estrellas, esperando la próxima aventura.

Conclusión:

A veces, las mejores aventuras ocurren cuando menos lo esperas. Benja y Draco aprendieron que, con valentía y amistad, se pueden encontrar soluciones a cualquier problema, incluso si eso significa buscar una estrella perdida en lo alto de un árbol.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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