Cuentos de Aventura

La magia de las noches sin fin y las mañanas de risas

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un rincón del mágico bosque de la Alegría, donde los árboles bailarines hablaban y las flores cantaban, vivían cuatro amigos inseparables: Mario Mono, un mono travieso con una risa contagiosa; Pepe Papagayo, un colorido loro que siempre tenía una frase divertida; Susi Serpiente, una serpiente elegante y muy sabia; y Lupe Iguana, una iguana con un corazón enorme y mucha curiosidad.

Un día, mientras jugaban cerca del río, se encontraron con un misterioso objeto brillante que salía de entre unas piedras. Era una vieja brújula, pero no parecía ser una brújula común. El cristal estaba cubierto de un polvo dorado que brillaba bajo el sol. Intrigados, los cuatro amigos se acercaron para inspeccionarla. “¡Mira este brillo!”, exclamó Mario con su voz alegre. “¿Qué te parece, Susi?”.

Susi, con sus escamas reluciendo, se acercó más y dijo: “Esta brújula debe ser mágica. Puede llevarnos a lugares donde nunca hemos estado”.

Lupe, quien siempre estaba dispuesta a explorar, exclamo entusiasmada: “¡Vamos a probarla! Quiero descubrir un lugar donde haya colores que nunca he visto”.

Pepe, que siempre aportaba un toque de humor, añadió: “Sí, y si encontramos un arcoíris, tal vez podamos hacer una ensalada de colores para cenar esta noche”. Todos rieron y sintieron que la aventura empezaba.

Tomando la brújula, los amigos siguieron su dirección, que los llevó a través de un sendero cubierto de flores que brillaban como estrellas. Cada paso traía nuevas sorpresas: pájaros cantores, mariposas danzarinas y el sonido del agua corriendo por el arroyo cercano. Todo parecía más vibrante y alegre.

Tras caminar un buen rato, llegaron a un claro que no habían visto antes. En el centro había un lago resplandeciente que reflejaba los colores del cielo como un espejo. Pero lo más sorprendente era la enorme tortuga que nadaba despacio en el lago. Al verla, Susi hizo una seña para que se acercaran. “¡Hola, tortuga!”, gritó Lupe. “¿Te gustaría jugar con nosotros?”

La tortuga salió del agua con gracia y sonrió, mostrando su gran cariño. “¡Hola, pequeños amigos! Soy Tula, la guardiana de este lago mágico. He estado esperando a que lleguen”.

Los amigos se miraron con asombro. “¿Tú estabas esperando a nosotros?”, preguntó Pepe con los ojos muy abiertos.

“Sí”, respondió Tula con voz suave. “Cada vez que alguien encuentra la brújula mágica, es porque está destinado a vivir una gran aventura. Ustedes son los elegidos para descubrir la magia de las noches sin fin y las mañanas de risas”.

“¿Magia?”, preguntó Susi. “¿Qué tipo de magia?”

“Una magia que solo se puede encontrar en este lago. Cada noche, cuando se pone el sol y las estrellas empiezan a brillar, el agua del lago se convierte en una puerta a un mundo lleno de sorpresas, donde todo lo que imaginen puede hacerse realidad”.

Los amigos estaban fascinados. “¡Eso suena increíble!”, exclamó Mario. “¿Podemos verlo esta noche?”

“Por supuesto”, respondió Tula. “Pero tienen que hacer una promesa: nunca olvidarán la importancia de la amistad y siempre se ayudarán los unos a los otros”.

Los amigos, emocionados, prometieron que siempre estarían juntos y se ayudarían en cada aventura. Así que, mientras el día se convertía en noche, se sentaron alrededor del lago, mirando cómo el sol se escondía detrás de las montañas y las estrellas comenzaban a aparecer.

Cuando el último rayo del sol desapareció, Tula les indicó que se acercaran al agua. “Ahora, toquen la superficie del lago al mismo tiempo y cierren los ojos. Al abrirlos, estarán en el mundo mágico”.

Contando hasta tres, los amigos tocaron el agua, sintiendo su frescura en las manos. Con un brillo en el aire, cerraron los ojos y, al abrirlos, se encontraron en un lugar completamente diferente. Estaban en un bosque lleno de árboles de caramelos y flores que susurraban historias. Todo a su alrededor era un espectáculo de colores y risas.

“¡Miren eso!”, gritó Mario, señalando un árbol que soltaba globos de todos los tamaños. “¡Vamos a jugar!”

Corrieron hacia el árbol, riendo y felices. Allí encontraron un montón de criaturas mágicas: pequeñas hadas que revoloteaban y gnomos que bailaban. Todos estaban listos para jugar.

Pepe, haciendo una pirueta, dijo: “¡Señoras y señores, bienvenidos al festival de risas!” Y con eso, comenzaron una fiesta llena de juegos, música y risas. Susi se unió a un grupo de hadas y empezó a contarles historias divertidas, mientras Lupe y Mario competían para ver quién podía atrapar más globos en el aire.

La alegría era inmensa. A medida que la noche avanzaba, el grupo se sintió aún más unido. No importaba que fueran diferentes; juntos era como si formaran una sola familia.

Finalmente, tras horas de diversión y aventuras, el cielo comenzó a aclararse y el sol empezó a asomarse. Tula apareció de nuevo, sonriendo. “Es hora de regresar, amigos, pero pueden volver siempre que deseen. Solo deben recordar lo que vivieron aquí”.

Los amigos se despidieron de todo el mundo mágico y tocaron nuevamente la superficie del lago. Al abrir los ojos, se encontraron de nuevo en el claro, con el sol brillando y la melodía de la mañana llenando el aire.

“Fue el mejor sueño que hemos tenido”, dijo Lupe.

“No fue solo un sueño”, replicó Susi. “Fue una verdadera aventura”.

A partir de ese día, Mario, Pepe, Susi y Lupe aprendieron que la verdadera magia no solo estaba en lugares fantásticos, sino en la alegría de compartir momentos juntos, en la amistad que siempre los unía, y en las risas que llenaban sus corazones. Nunca olvidaron la promesa que hicieron a Tula. Cada noche, al mirar las estrellas, recordaban que con amistad, todo lo que soñaran podía hacerse realidad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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