En un pequeño y colorido pueblo llamado Ecotopia, vivían cuatro amigos muy especiales: el Sr. Cartón, Martín el Vidrio, José el Plástico, y María la Madera. Cada uno de ellos era diferente, pero todos compartían una gran pasión: el reciclaje.
El Sr. Cartón era un cartón muy sabio, que sabía todo sobre cómo reutilizar y transformar su material para darle una nueva vida. Le encantaba contar historias sobre los árboles de los que había sido creado, mientras que Martín el Vidrio brillaba cada vez que el sol tocaba su superficie. Martín era juguetón y siempre recordaba a los niños lo importante que era reciclar para que el vidrio pudiera volver a ser el hermoso material que era.
José el Plástico era un poco más travieso. Siempre estaba jugando con diferentes formas, y aunque era un poco rebelde, también entendía la importancia de la reutilización. Por último, estaba María la Madera, que era la más tranquila del grupo. Ella decía que había estado en muchas casas y había visto cómo el reciclaje podía cambiar el mundo para mieux.
Un día, mientras conversaban en su parque favorito, el Sr. Cartón les dijo: «¡Amigos, he escuchado rumores sobre un lugar mágico llamado Tierras Olvidadas! Se dice que allí hay un tesoro escondido que puede ayudar a nuestro pueblo a ser aún más ecológico. Debemos ir en busca de ese tesoro».
María La Madera, emocionada, exclamó: «¡Sí! Pero debemos estar listos para una aventura. Nunca se sabe qué milagros o desafíos encontraremos en el camino». José el Plástico, que siempre amaba las aventuras, gritó: «¡Yo estoy dentro! Vamos a demostrarles a todos que el reciclaje puede ser divertido».
Así que, después de hacer sus maletas con cosas recicladas que podían necesitar, se pusieron en marcha hacia las Tierras Olvidadas. Caminaron por prados verdes y cruzaron ríos brillantes. Todo parecía perfecto, hasta que, de repente, se encontraron frente a un espeso bosque. El lugar lucía un poco aterrador, pero el Sr. Cartón dijo con confianza: «No teman, amigos. Vamos a ser valientes; juntos podemos superar cualquier obstáculo».
Mientras avanzaban, escucharon un ruido misterioso. Delante de ellos, apareció un brillante dragón de cristal. Tenía escamas de vidrio que relucían con todos los colores del arcoíris. «¡Hola, pequeños! Soy Drako, el Dragón de Cristal, guardián de las Tierras Olvidadas. ¿Qué buscan en este lugar?» Con un tono amable, Drako les escuchó.
El grupo se presentó, y el Sr. Cartón familiarizó a Drako con su misión. «Vinimos en busca de un tesoro que nos ayude a reciclar mejor y cuidar nuestro pueblo», explicó. Drako sonrió y dijo: «Puedo ayudar, pero primero deben demostrarme que son dignos de encontrar ese tesoro. Deben completar tres pruebas que pondrán a prueba su ingenio y su entendimiento sobre el reciclaje».
El primero de los retos era construir algo útil con productos reciclados que encontraran en el bosque. Miraron a su alrededor y comenzaron a juntar cosas: ramas, botellas de plástico, trozos de papel y vidrio roto. Todos trabajaron en equipo y construyeron una hermosa casa de juegos para los niños del pueblo. Cuando terminaron, Drako aplaudió y dijo: «¡Bravo! Clase de reciclaje. Pasaron la primera prueba».
Para la segunda prueba, Drako les pidió que enseñaran a unos animales del bosque la importancia del reciclaje. Tenían que formar una pequeña obra de teatro. Los amigos se reunieron y creados consejos sobre cómo podría ayudar a los animales a comprender el reciclaje. Utilizaron disfraces hechos de cosas recicladas:.
El Sr. Cartón fue un árbol, Martín el Vidrio se disfrazó de sol, José el Plástico se convirtió en una bolsa de plástico, y María la Madera se presentó como la Tierra. Los animales del bosque, curiosos, se reunieron a ver el espectáculo. Con su locuacidad y entusiasmo, explicaron cómo el reciclaje ayudaba a cuidar su hogar. Al finalizar, todos los animales se unieron a la causa y prometieron ayudar a reciclar. Drako sonrió lleno de orgullo y les dijo: «¡Lo hicieron genial! Ahora solo les queda una prueba».
La última prueba fue la más difícil. Drako los llevó a un área del bosque que estaba muy sucia y llena de basura. «Necesito que limpien este lugar y lo hagan hermoso otra vez», les dijo. Los amigos se pusieron a trabajar, recogiendo todo tipo de basura: tapas de botellas, envoltorios y papeles. Todos demostraron cuánto se había aprendido en el viaje, separando los materiales reciclables y organizándolos. Multitud de animales aparecieron para ayudar y los cuatro amigos se sintieron llenos de alegría al ver que juntos podían hacer una gran diferencia.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.