En una pequeña ciudad, vivía una niña llamada María. María tenía una gran pasión: ver fútbol con su padre. Cada fin de semana, se sentaban juntos frente al televisor, emocionados, esperando ver jugar a su equipo favorito, el Real Madrid.
Un día, mientras veían un partido, María dijo emocionada: «¡Papá, me encantaría ir al estadio y ver un partido en vivo!» Su padre sonrió y le prometió que un día irían juntos.
María soñaba con ese día, imaginando la emoción del estadio, los gritos de la multitud y el verde brillante del césped.
Finalmente, el gran día llegó. María y su padre tenían entradas para ver un importante partido del Real Madrid. La pequeña María no cabía en sí de la emoción. Vestida con la camiseta de su equipo, se tomó de la mano de su padre y juntos se dirigieron al estadio.
Al llegar, el ambiente era eléctrico. Miles de aficionados vestidos de blanco y morado, los colores del Real Madrid, llenaban las gradas. María miraba asombrada todo a su alrededor.
El partido comenzó y María no podía dejar de animar a su equipo. Cada vez que un jugador del Real Madrid tocaba el balón, ella saltaba y aplaudía. Su padre, viendo la felicidad en los ojos de su hija, se sentía inmensamente feliz.
En un momento emocionante del partido, el Real Madrid marcó un gol. El estadio estalló en júbilo, y María gritó y saltó como nunca antes. «¡Gol! ¡Gol!», gritaba junto a los demás aficionados.
Después del partido, mientras regresaban a casa, María no paraba de hablar sobre el partido. «¡Fue el mejor día de mi vida, papá!», decía con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Su padre, mirándola con cariño, sabía que ese día no solo habían visto un partido de fútbol, sino que habían creado un recuerdo que duraría para siempre en sus corazones.
Conclusión:
María aprendió que los sueños se pueden hacer realidad con paciencia y amor. Y lo más importante, comprendió que compartir momentos especiales con las personas que amamos los hace aún más mágicos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.