Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas y ríos, una niña llamada Sofía que soñaba con viajar y explorar lugares maravillosos. Cada vez que veía en la televisión paisajes de lejanas tierras, sus ojos brillaban de emoción y decía: «¡Quiero ir a esos sitios bonitos y conocerlos todos!»
Sofía creció con ese sueño en su corazón. Trabajó con mucha dedicación y, un día, finalmente decidió que era hora de hacer realidad su sueño. «¡Me voy de viaje!», exclamó con una sonrisa. Pero entonces se preguntó, «¿Pero a dónde?» Después de mucho pensar, Sofía exclamó con entusiasmo: «¡Ya sé! ¡Me voy a la selva!»
Preparó su mochila con todo lo necesario: una linterna, un mapa, algo de comida y, por supuesto, su libreta de dibujo, ya que le encantaba dibujar todo lo que veía. Al salir de su casa, se encontró con sus dos mejores amigas, Monique y Lia.
«¿A dónde vas con esa mochila, Sofía?» preguntó Monique con curiosidad.
«Voy a la selva a vivir una aventura», respondió Sofía emocionada.
«¡Eso suena increíble! ¿Podemos ir contigo?» preguntó Lia con una sonrisa.
«¡Claro que sí! Será una aventura maravillosa juntas», dijo Sofía, y así, las tres amigas partieron hacia la selva.
Al llegar, se maravillaron con los altos árboles, los sonidos de los pájaros y el fresco aroma de la naturaleza. Caminaron por senderos rodeados de plantas exóticas y flores coloridas, mientras Sofía dibujaba todo lo que veía en su libreta.
De repente, escucharon un sonido extraño. «¿Qué será eso?» preguntó Lia con curiosidad. Siguiendo el sonido, encontraron a un pequeño mono atrapado en una red. «¡Tenemos que ayudarlo!», exclamó Monique. Trabajando juntas, lograron liberar al mono, que saltó alegremente de rama en rama en señal de agradecimiento.
Continuando su aventura, las amigas descubrieron un río cristalino. «¡Miren, peces de colores!» exclamó Sofía. Decidieron hacer un pequeño descanso y disfrutar del hermoso paisaje.
Más tarde, mientras exploraban, se toparon con una cueva misteriosa. «¿Entramos a explorar?» preguntó Sofía con emoción. Con cuidado, entraron a la cueva y, para su sorpresa, encontraron pinturas en las paredes que contaban historias de antiguas civilizaciones.
«¡Esto es increíble!» dijo Monique. «¡Es como descubrir un tesoro escondido!» añadió Lia. Sofía dibujaba las pinturas, capturando el misterio y la historia en su libreta.
La tarde comenzó a caer, y las amigas decidieron acampar junto al río. Mientras el cielo se llenaba de estrellas, hablaron de sus sueños y aventuras futuras. «Esta ha sido la mejor aventura de todas», dijo Sofía, mirando las estrellas.
A la mañana siguiente, empacaron su campamento y comenzaron el camino de regreso a casa. «No puedo esperar para contarles a todos sobre nuestra aventura en la selva», dijo Lia con una sonrisa.
«Y yo no puedo esperar para dibujar todo lo que hemos visto y vivido», añadió Sofía, emocionada.
Al regresar al pueblo, sus familias las recibieron con abrazos y sonrisas. Sofía, Monique y Lia compartieron sus historias y dibujos, mostrando a todos las maravillas que habían descubierto.
Sofía aprendió que los sueños pueden hacerse realidad con valentía y determinación. Y lo más importante, descubrió que las mejores aventuras son aquellas que se comparten con amigos.
Desde ese día, Sofía, Monique y Lia planearon muchas más aventuras juntas, sabiendo que cada viaje sería una oportunidad para explorar, aprender y, sobre todo, disfrutar de la magia de la amistad.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.