En un cálido pueblo cerca de la costa, vivía un niño llamado Kerim, quien soñaba con pasar un día perfecto en la playa, construyendo castillos de arena y nadando en el mar. Sin embargo, había un gran obstáculo que Kerim debía superar: su miedo a volar en avión.
Su madre, Rosario, siempre preocupada por la felicidad de su hijo, había planeado unas vacaciones familiares a una hermosa playa lejos de su hogar, sabiendo que sería una experiencia inolvidable si sólo pudieran llegar allí. La abuelita Chuy, quien había viajado mucho en su juventud, sabía exactamente cómo ayudar a Kerim a superar su miedo. Su tío Óscar, siempre el cómplice en aventuras, también estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ver sonreír a su sobrino.
Una mañana, mientras Kerim desayunaba, su abuelita Chuy se sentó a su lado y comenzó a contarle historias de todos los lugares maravillosos que había visitado gracias a los aviones. «Verás, Kerim,» dijo con una sonrisa, «el avión es como un gran pájaro mágico que nos lleva a ver mundos nuevos. ¿No sería emocionante volar como los pájaros?»
Kerim, aunque todavía nervioso, no pudo evitar sentirse un poco intrigado por la idea de volar alto y ver el mundo desde arriba. Su tío Óscar se unió a la conversación, añadiendo, «Y yo estaré contigo todo el tiempo. Podemos mirar las nubes juntos y hacer un concurso para ver quién encuentra la forma más divertida.»
Animado por las palabras de su familia, Kerim comenzó a sentir que tal vez, solo tal vez, podría intentar este viaje. Los días pasaron rápido, y pronto llegó el momento de su aventura. Empacaron sus maletas, y mientras se dirigían al aeropuerto, Kerim sintió cómo su estómago se llenaba de mariposas.
Al llegar al aeropuerto, el enorme tamaño de los aviones y el bullicio de la gente hacían que Kerim quisiera dar media vuelta. Pero entonces, recordó las historias de su abuelita y la promesa de su tío de no dejar su lado. Tomó una profunda respiración y, agarrando la mano de Chuy, entró al aeropuerto.
El vuelo fue llamado, y mientras subían al avión, Kerim se apretó contra su tío Óscar, quien le mostraba las alas del avión y le explicaba cómo el avión se mantenía en el aire. «Es como magia, ¿verdad?» le susurró Óscar.
Cuando el avión despegó, Kerim cerró los ojos, esperando sentir miedo, pero en lugar de eso, sintió una emoción que nunca antes había experimentado. Abrió los ojos lentamente y miró por la ventana, viendo cómo las casas y los árboles se convertían en pequeños puntos debajo de ellos.
«¡Lo estoy haciendo, tía Chuy! ¡Estoy volando!» Gritó Kerim, con una mezcla de asombro y orgullo. Chuy sonrió y le dio un apretón de manos, «Sabía que podías hacerlo, mi valiente Kerim.»
El resto del viaje pasó rápidamente, y pronto estaban aterrizando. La playa era más hermosa de lo que Kerim había imaginado, con arena blanca y suave, y un mar azul que se extendía hasta el horizonte. El día estuvo lleno de risas, juegos en la arena, y Kerim aprendiendo a nadar en las olas bajo la atenta mirada de su madre y su tío.
Al final del día, mientras veían la puesta de sol sobre el mar, Kerim se dio cuenta de que había superado su miedo, y todo gracias al amor y apoyo de su familia. «Hoy fue el mejor día de mi vida,» dijo Kerim, abrazando a su madre y a su abuelita. «Y todo porque volé aquí con ustedes.»
Desde ese día, Kerim ya no temía a los aviones. De hecho, se había convertido en su aventura favorita, sabiendo que cada vuelo era solo el principio de una nueva y emocionante historia. Y así, Kerim aprendió que con un poco de ayuda y mucho amor, se puede superar cualquier miedo y descubrir las maravillas del mundo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.