Cuentos de Aventura

Vallejo y el Viaje de las Palabras

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas altísimas y ríos que cantaban al sol, vivía un niño llamado Vallejo. Desde muy joven, Vallejo mostraba un amor innato por las palabras y la poesía. Sus días transcurrían bajo la sombra de un viejo árbol, donde observaba cómo las hojas danzaban al ritmo del viento y creaba versos que llenaban su corazón de alegría.

Con cada año que pasaba, Vallejo descubría el mundo a través de sus propias experiencias y las historias que le contaban los ancianos del pueblo. Soñaba con viajar a lugares lejanos y escribir versos que contaran las maravillas que había visto.

Cuando Vallejo cumplió diez años, decidió que era tiempo de emprender un viaje en busca de inspiración. Con una mochila llena de sueños y un cuaderno para escribir, se despidió de su madre y partió hacia tierras desconocidas. Recorrió valles y montañas, cruzó ríos y desiertos, y se maravilló con la diversidad del mundo que lo rodeaba.

En su viaje, Vallejo conoció a personas de diferentes culturas y escuchó historias que nunca antes había imaginado. Cada encuentro, cada paisaje, se convertía en una fuente de inspiración para sus poemas.

Un día, mientras atravesaba un vasto bosque, Vallejo encontró a un anciano campesino que trabajaba la tierra. El campesino, al ver la curiosidad en los ojos de Vallejo, lo invitó a descansar bajo un árbol y le ofreció un poco de agua fresca.

—¿De dónde vienes, joven viajero? —preguntó el campesino con una voz cálida.

—Vengo del pueblo que descansa bajo la sombra de la Gran Montaña. Busco historias y palabras para llenar mi libro —respondió Vallejo, mostrando su cuaderno lleno de escritos.

El campesino sonrió y comenzó a contarle una antigua leyenda sobre un río que cantaba. Según la leyenda, el río tenía el poder de llevar las palabras de quienes hablaban cerca de sus aguas hasta los confines del mundo. Fascinado, Vallejo escribió cada palabra, cada detalle, capturando la esencia de la historia en su cuaderno.

—Gracias, buen hombre, por compartir tan maravillosa historia conmigo. Algún día, estas palabras viajarán tan lejos como el río de tu leyenda —dijo Vallejo, su corazón lleno de gratitud.

Continuando su viaje, Vallejo enfrentó tormentas que amenazaban con apagar su fuego interior y momentos de soledad que lo hacían dudar de su camino. Sin embargo, recordaba las historias y los rostros de aquellos que había conocido, y encontraba la fuerza para seguir adelante.

Después de muchos meses de viaje, Vallejo regresó a su pueblo. Las montañas y los ríos lo recibieron como a un viejo amigo, y su corazón rebosaba de historias y poemas. A su regreso, Vallejo compartió sus aventuras con los ancianos y los niños del pueblo, leyendo en voz alta los versos que había compuesto en su viaje.

El pueblo entero se maravilló con las palabras de Vallejo, y él supo que había cumplido su sueño. Había llevado las historias de tierras lejanas a su hogar, y sus versos serían recordados y recitados por generaciones.

Y así, entre las montañas que tocaban las nubes y los ríos que cantaban al sol, Vallejo encontró su lugar en el mundo, un lugar lleno de palabras y maravillas, donde cada poema era un puente entre su corazón y el corazón de la tierra.

Vallejo aprendió que cada paso en su viaje no solo había sido un paso hacia adelante en el camino, sino también un paso más profundo en su propia alma, donde las verdaderas historias comienzan.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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