En un pequeño pueblo rodeado de vastos campos y un bosque frondoso, vivían dos hermanos, Olivia y Daniel, junto con su madre. Sin embargo, debido a la enfermedad de su madre, decidieron pasar una temporada en la casa de campo de su tío, en las profundidades del bosque, donde sus primos Paz y Leo los esperaban con ansias.
La casa del tío era conocida por sus historias y leyendas antiguas, murmuradas en el viento que se colaba entre los árboles. Olivia, quien siempre había sido amante de las aventuras, estaba fascinada con la idea de explorar esos lugares secretos que solo se mencionaban en susurros.
Los días pasaban rápidamente, llenos de juegos y risas. El bosque se convirtió en su refugio, un lugar donde las realidades de la vida no podían alcanzarlos. Un día, mientras jugaban a la escondida, Daniel, que era el más pequeño, se adentró más de lo debido en el bosque y tropezó con las raíces de un árbol gigantesco y antiguo. Al mirar hacia arriba, notó que el árbol brillaba con un resplandor suave y pulsante.
—¡Venid aquí! —gritó emocionado.
Olivia, Paz y Leo corrieron hacia él, asombrados ante la magnífica vista del árbol, cuya corteza parecía moverse suavemente, como si respirara. Los cuatro se acercaron con cautela, tocando el tronco. Al contacto, una luz cálida los envolvió y de repente, se encontraron en un mundo completamente diferente.
Este nuevo mundo era un reino donde el cielo brillaba con un azul iridiscente y las plantas emitían melodías suaves al ser tocadas. Un duende apareció frente a ellos, con una sonrisa astuta y ojos centelleantes.
—Sois los elegidos para salvar nuestro reino del eterno crepúsculo —dijo con una voz que parecía una mezcla de hojas al viento y el crujir de ramas secas.
El duende les explicó que el árbol que habían tocado era un portal entre mundos y que, cada mil años, cuatro valientes de corazón puro eran llamados para realizar una tarea crucial: reactivar el sol del reino, que se debilitaba lentamente.
Equipados con objetos mágicos proporcionados por el duende —un espejo que mostraba verdades ocultas, una linterna que podía iluminar la oscuridad más profunda, semillas que crecían instantáneamente, y un libro con hechizos de protección—, los cuatro emprendieron su misión. Viajaron a través de paisajes surrealistas, enfrentaron criaturas místicas, y resolvieron acertijos antiguos, descubriendo en el camino la fuerza de su unión y la profundidad de su coraje.
Finalmente, llegaron al corazón del reino, donde un gran disco solar flotaba inerte en el centro de un lago cristalino. Usando los objetos mágicos en conjunto, lograron canalizar la energía necesaria para revivir el sol. Olivia, sosteniendo el espejo, capturó la luz de la linterna que Leo apuntaba hacia el cielo, mientras Paz arrojaba las semillas al agua, formando un puente de lirios luminosos que Daniel, con el libro de hechizos, usó para entonar palabras antiguas que activaron el disco solar.
Con el sol restaurado, el reino volvió a brillar con vida y color, y los cuatro niños fueron devueltos a su mundo, justo al pie del árbol mágico. Al regresar, se dieron cuenta de que solo habían pasado unos minutos desde que habían tocado el árbol, aunque ellos habían vivido días de aventuras.
—Nadie nos creerá —dijo Leo, mirando a los demás con una sonrisa.
—No importa, sabemos lo que hicimos, y eso es suficiente —respondió Paz, mientras los cuatro se abrazaban, sabiendo que su unión los había llevado a través de una aventura que jamás olvidarían.
Así, cada vez que volvían al bosque y jugaban cerca del árbol, recordaban con cariño el reino que habían salvado, asegurándose de que la historia de su aventura perdurara en sus corazones y en los susurros del viento entre las hojas del árbol encantado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.