Cuentos de Brujas

La Aventura Mágica de Halloween de Naiara

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pueblito lleno de colores y alegría vivía una niña llamada Naiara. Tenía cuatro años y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. Naiara amaba muchas cosas: jugar a médicos, bailar al ritmo de la música y pasar tiempo con sus primos. Pero lo que más le gustaba en el mundo era ¡Halloween!

Cada año, cuando las hojas comenzaban a caer y el aire se llenaba de un fresco aroma otoñal, Naiara esperaba con emoción la llegada de Halloween. Su hermana Sherezade, su mamá Tatiana y su papá Julio compartían su entusiasmo. Decoraban la casa con calabazas sonrientes, fantasmas amigables y guirnaldas de colores.

La víspera de Halloween, Naiara y su prima Ilargi decidieron maquillarse para lucir como pequeñas brujas. Con mucho cuidado, Tatiana transformó sus rostros con pinturas coloridas, dibujando estrellas, lunas y pequeños gatos negros. Naiara se miró en el espejo y no pudo evitar saltar de alegría. ¡Se veía exactamente como una bruja de cuento!

Armadas con escobas de juguete, Naiara e Ilargi salieron a jugar. Corrían por el jardín, riendo y haciendo travesuras. Se tomaron fotos haciendo caras divertidas y asustaron a todo el mundo con sus «hechizos» juguetones. Fue un día lleno de risas y felicidad.

Al caer la noche, Naiara no quería quitarse su maquillaje de bruja. Se había divertido tanto que deseaba que el día de Halloween nunca terminara. Pero Tatiana, con una sonrisa, le aseguró: «No te preocupes, Naiara. Mañana puedes volver a maquillarte y seguir siendo una bruja encantadora.» Naiara, entendiendo que la magia de Halloween podía continuar, aceptó a regañadientes.

Al día siguiente, Naiara fue al pueblo de sus yayos. Allí, su tía esperaba para maquillarla nuevamente. Con más estrellas, lunas y un gato negro más grande en su mejilla, Naiara estaba lista para otra aventura. Junto con Ilargi, corrieron por las calles del pueblo, jugando a ser brujas buenas que llevaban alegría y risas a todos.

Mientras jugaban, se encontraron con un viejo árbol que, según las historias, era mágico. Naiara, con su imaginación desbordante, creyó que si pedía un deseo al árbol, este se haría realidad. Cerró sus ojitos, cruzó los dedos y pidió el deseo más grande de todos: «Quiero que todos en el pueblo tengan un día tan mágico y feliz como el mío».

Para su sorpresa, una suave brisa comenzó a soplar, y las hojas del árbol bailaron alrededor de ellas. Los vecinos del pueblo, al ver la alegría de Naiara e Ilargi, se unieron a la diversión. La música comenzó a sonar, y pronto todo el pueblo estaba celebrando un festival de otoño improvisado.

Naiara, con su maquillaje de bruja y su corazón lleno de alegría, bailó y jugó hasta que el sol comenzó a ponerse. En ese momento, se dio cuenta de que su deseo se había hecho realidad. Su día mágico de Halloween había traído felicidad a todos en el pueblo.

Esa noche, mientras Naiara se quitaba el maquillaje, sonrió pensando en las maravillosas aventuras del día. Se prometió a sí misma que cada Halloween sería una oportunidad para compartir alegría y magia con los demás.

Y así, año tras año, Naiara celebró Halloween con la misma emoción y entusiasmo. Siempre recordaba el día en que, con solo un poco de maquillaje y una gran imaginación, había convertido un día ordinario en una aventura extraordinaria.

Cada Halloween que pasaba, Naiara aprendía algo nuevo y maravilloso. A medida que crecía, su amor por esta festividad se hacía más profundo y su imaginación volaba más alto. No solo se maquillaba y jugaba a ser una bruja, sino que también comenzó a crear sus propios disfraces, cada uno más original y encantador que el anterior.

Un año, decidió ser una bruja jardinera, con un sombrero decorado con flores y una pequeña pala mágica. Al siguiente, se transformó en una bruja astronauta, con un casco brillante y botas que, según ella, podían flotar en el espacio. Su familia y amigos siempre esperaban con expectación ver qué se le ocurriría cada año.

El tiempo pasó y Naiara se convirtió en una experta en crear historias mágicas. Un Halloween, tuvo la idea de hacer una obra de teatro en el jardín para todos los niños del pueblo. Escribió una historia sobre una bruja amable que ayudaba a los animales del bosque y enseñaba la importancia de cuidar la naturaleza. Naiara, con la ayuda de su familia y amigos, construyó un pequeño escenario y decoró todo el jardín como un bosque encantado.

La noche de Halloween, todos los niños del pueblo se reunieron en el jardín de Naiara, disfrazados y emocionados. La obra fue un éxito rotundo. Naiara, vestida como la bruja protagonista, capturó la atención de todos con su actuación. Los niños se reían y aplaudían, completamente inmersos en la magia del espectáculo.

Después de la obra, Naiara organizó una búsqueda del tesoro. Escondió pequeños caramelos y regalos por todo el jardín, y los niños, con linternas en mano, los buscaban emocionados. La noche se llenó de risas, juegos y dulces historias compartidas bajo la luz de la luna.

Al final de la noche, mientras Naiara ayudaba a recoger, su mamá se acercó y le dijo: «Naiara, has creado una noche mágica para todos. Tu amor por Halloween y tu creatividad han traído mucha felicidad.» Naiara, con una sonrisa cansada, pero satisfecha, se dio cuenta de que lo más hermoso de Halloween no era solo disfrazarse o comer dulces, sino crear momentos mágicos y felices para los demás.

Año tras año, la tradición de Naiara siguió creciendo. Cada Halloween, el jardín de su casa se transformaba en un mundo de fantasía, donde los niños del pueblo vivían aventuras increíbles y aprendían valiosas lecciones. Naiara se convirtió en una especie de leyenda en el pueblo, la niña que había dado un nuevo significado a la celebración de Halloween.

Incluso cuando Naiara se hizo mayor, su amor por Halloween nunca disminuyó. Pasó su pasión y creatividad a sus propios hijos, enseñándoles el valor de la imaginación y la importancia de compartir alegría con los demás. Y así, la magia de Halloween vivió en su familia y en el pueblo por generaciones.

La historia de Naiara, la niña que convirtió Halloween en una aventura mágica y llena de alegría, se contó una y otra vez, recordando a todos que la verdadera magia se encuentra en la creatividad, la bondad y en compartir momentos felices con quienes nos rodean.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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