Cuentos de Brujas

La Casa de Dulces y el Secreto del Bosque Encantado

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y un gran bosque encantado, vivían cinco amigos muy curiosos: Timur, Anfisa, Yana, Alex y Kiko, un pequeño zorro que siempre acompañaba a Timur. Los cinco amigos compartían una pasión por las aventuras y los misterios. Cada tarde, después de la escuela, se reunían en la plaza del pueblo para hablar de sus sueños y de las historias que habían escuchado de los ancianos del lugar.

Una tarde de primavera, mientras se sentaban bajo un gran roble, Anfisa dijo emocionada: «He oído una historia de un lugar mágico en el bosque, una casa de dulces que aparece solo en noches de luna llena. Dicen que allí vive una bruja muy poderosa que concede deseos, pero también es muy astuta y hay que tener cuidado con lo que se desea».

Timur, siempre el más audaz del grupo, se puso de pie con una gran sonrisa. «¡Debemos encontrar esa casa! Imagina todos los dulces que podríamos comer y los deseos que podríamos pedir. Será una aventura increíble».

Yana, que era un poco más cautelosa, frunció el ceño. «No estoy tan segura. Las brujas pueden ser peligrosas. Podríamos acabar en problemas si no tenemos cuidado».

Alex, que siempre tenía un enfoque optimista, dijo: «Lo importante es que vayamos juntos. Si enfrentamos cualquier peligro como un equipo, nada podrá detenernos».

Después de discutirlo un rato, decidieron que al día siguiente irían a buscar la casa de dulces. Todos estaban entusiasmados, aunque un poco nerviosos. Se despidieron y regresaron a sus casas, llenos de ideas de cómo sería su aventura.

Al día siguiente, al amanecer, el sol brillaba intensamente y los pájaros cantaban alegres. Los amigos se encontraron en la entrada del bosque, listos para la aventura. Kiko, el pequeño zorro, corría de un lado a otro, emocionado por la expedición. Anfisa, que llevaba una mochila con galletas y agua, miró a Timur y dijo: «Recuerda, los ancianos dijeron que hay que tener mucho cuidado con la bruja».

«Lo sé, lo sé», respondió Timur, «pero también dijeron que la casa es hermosa y llena de dulces. ¡Vamos!».

Los cinco amigos caminaron por el sendero del bosque, rodeados de árboles altos y cantos de pájaros. Después de un rato, llegaron a un claro donde las flores de mil colores adornaban el paisaje. En el centro del claro, había un gran roble con una puerta tallada en su tronco.

«¿Qué creen que hay detrás de esa puerta?», preguntó Yana, mirando la puerta con curiosidad.

«¡Podría ser un pasadizo mágico!», exclamó Alex, alocado por la emoción.

Timur se acercó a la puerta y la empujó. Para su sorpresa, la puerta se abrió con un suave chirrido. «¡Vamos a ver!», dijo con entusiasmo. Sin pensarlo dos veces, entraron.

La puerta los llevó a un túnel oscuro y fresco. Con un pequeño destello de luz de las antorchas que iluminaban el pasillo, se sentían cada vez más emocionados. Después de un rato, llegaron a una gran sala. En medio de la sala, había una mesa llena de dulces: gomitas de colores, galletas de chocolate, pasteles decorados y mucho más.

«¡Es increíble!», exclamó Anfisa, mirando todo con ojos brillantes. «Pero, ¿dónde está la bruja?».

Justo en ese momento, una sombra se formó en la esquina de la sala y apareció una figura alta, vestida con un largo vestido negro y una capa hecha de hojas. Tenía una mirada profunda y un sombrero en punta que le daba un aire misterioso. «Bienvenidos, jóvenes aventureros», dijo la bruja con una voz suave pero firme.

Los amigos se miraron entre sí, un poco asustados pero emocionados al mismo tiempo. «Hemos venido a conocer la casa de dulces y, si es posible, a hacer un deseo», dijo Timur, tratando de sonar valiente.

La bruja sonrió y se acercó a ellos. «La casa de dulces es un lugar mágico, pero no es seguro para todos. ¿Están dispuestos a enfrentar un desafío antes de poder hacer un deseo?»

«¡Sí!», respondieron todos al unísono, llenos de valor.

«Perfecto», dijo la bruja, «deben demostrar que son buenos de corazón y que saben trabajar en equipo. Aquí tengan tres dulces, cada uno de ustedes. El primero que decida compartir su dulce con otro amigo y no comerlo por sí mismo, podrá pedir un deseo».

Los niños miraron los dulces en sus manos. Los colores brillantes y el olor dulce los llenaban de antojo. Anfisa, mirando el dulce de fresa, dijo: «Podría comérmelo ahora mismo, pero… no sé si debería».

Kiko, que estaba junto a Timur, miró al dulce que tenía en su boca y dijo: «¿Qué pasaría si todos nos compartimos uno? Así podemos pedir un deseo juntos».

Eso les hizo pensar. Timur sonrió y propuso: «¡Hagamos un trato! Compartamos todos nuestros dulces y así tendremos un deseo más grande”.

Después de pensarlo, todos accedieron. Se sentaron en la mesa y comenzaron a repartir sus dulces. Anfisa ofreció su gomita de fresa a Yana, Yana le dio su pastelito a Alex, Alex compartió su chocolate con Timur, y al final, Timur le dio su caramelito a Kiko. Así, cada uno había compartido.

La bruja, observando con una sonrisa, aplaudió suavemente. «Bien hecho, pequeños amigos. No solo han mostrado generosidad, sino que también han trabajado juntos. Ahora, ¿cuál es su deseo?”.

Los amigos se miraron, y luego Timur dijo: «Deseamos que podamos vivir siempre aventuras juntos y que nunca falte la amistad entre nosotros».

La bruja, con una sonrisa satisfecha, levantó su varita y un destello brillante iluminó la sala. “Su deseo es muy noble. De ahora en adelante, la amistad que compartan les llevará a muchas más aventuras mágicas”.

De pronto, la sala se llenó de luces que giraban a su alrededor. Los dulces comenzaron a brillar, y la bruja les dijo: «Recuerden, el poder de la amistad es más fuerte que cualquier magia. Usen ese poder con sabiduría».

Con un parpadeo, los amigos se encontraron de vuelta en la entrada del bosque, justo donde habían empezado. Miraron a su alrededor, y todo parecía igual, excepto que en sus manos tenían un puñado de dulces que habían recogido en la casa mágica.

«Sigo sin poder creerlo», dijo Anfisa, mirando su dulce. «Fuimos a la casa de dulces, conocimos a la bruja y tenemos una promesa de aventuras eternas”.

Kiko, saltando de felicidad, dijo: «¡Vamos de regreso al pueblo! Tengo muchas historias que contarles a los demás. ¡No se van a creer lo que vivimos!”.

Y así, los cinco amigos regresaron al pueblo, llenos de alegría y emoción. Sabían que habían vivido algo extraordinario, pero lo más importante, habían fortalecido su amistad. Todo el mundo en el pueblo notó el brillo especial en sus ojos, y aunque no podían contar todo lo que sucedió en la casa de dulces, sabían que ese era un secreto solo para ellos.

Desde aquella aventura, los cinco amigos siempre se recordaron de la poderosa lección que la bruja les enseñó: la amistad no solo es dulce, como los dulces que habían probado, sino también valiosa como el oro, y que juntos, podían enfrentarse a cualquier desafío que la vida les presentara.

Con el tiempo, las anécdotas de su encuentro con la bruja se convirtieron en parte de sus propias historias y las historias que contarían a futuras generaciones. Y así, el pequeño pueblo se llenó de las leyendas de la casa de dulces y la bruja que enseñó a unos niños valientes que la verdadera magia se encuentra en la amistad y en la generosidad hacia los demás.

De esas enseñanzas, los amigos nunca olvidaron que lo más importante no eran los dulces, sino los momentos compartidos. Y con cada nueva luna llena, siempre recordaban aquel día especial y cómo una simple aventura en el bosque había cambiado sus vidas para siempre. Ya no solo eran cuatro amigos; se habían convertido en un verdadero equipo, listos para enfrentar cualquier aventura que viniera en su camino, sabiendo que todo era posible si estaban juntos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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