Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un bosque misterioso y lleno de leyendas, tres amigos inseparables: Pepe, María y Juan. Eran conocidos en todo el pueblo por su valentía y su inquebrantable amistad. Una tarde, mientras jugaban cerca del bosque, encontraron un viejo libro semioculto bajo las hojas. Era un libro antiguo y polvoriento, con la portada desgastada por el tiempo, pero lo que más llamó su atención fue el título: “El Tesoro del Bosque de las Risas”.
Con ojos brillantes de curiosidad, decidieron abrirlo. En sus páginas, encontraron el mapa de un tesoro escondido en lo más profundo del bosque, custodiado por las traviesas brujas del lugar. Sin pensarlo dos veces, los tres amigos hicieron un pacto: encontrarían ese tesoro y vivirían la mayor aventura de sus vidas.
Pepe, con su capa roja de aventurero, sostenía el mapa con decisión. María, portando un sombrero de mago azul, afirmaba tener trucos mágicos para protegerlos. Juan, con una linterna en mano, prometió iluminar su camino a través del oscuro bosque.
Con el mapa como guía, se adentraron en el bosque, un lugar lleno de árboles gigantes y plantas que parecían brillar con luz propia. No pasó mucho tiempo antes de que escucharan risas y susurros entre los árboles. Eran las brujas del bosque, quienes, al enterarse de los intrusos en busca del tesoro, decidieron que sería divertido poner a prueba su valentía.
La primera prueba fue un río mágico que apareció de repente en su camino. Las aguas del río fluían rápidas y brillantes, llenas de colores que cambiaban constantemente. María, recordando uno de sus trucos mágicos, agitó su varita y creó un puente de luz que les permitió cruzar sin mojarse ni un poquito.
Luego, en un claro iluminado por la luna, encontraron un laberinto de espinos que bloqueaba su camino. Pero Pepe, con su espíritu aventurero, encontró la entrada secreta que el mapa señalaba con un símbolo misterioso. Siguiendo las indicaciones al pie de la letra, lograron salir del laberinto, no sin antes escuchar las risas de las brujas entre las sombras.
Más adelante, una de las brujas apareció frente a ellos, montada en su escoba, pero en lugar de asustarlos, les propuso un desafío: resolver un acertijo. Juan, con su rápida mente, resolvió el acertijo en un abrir y cerrar de ojos, ganándose la admiración de la bruja, quien, entre risas, desapareció dejándoles el camino libre.
Finalmente, llegaron al lugar donde el tesoro estaba escondido. Para su sorpresa, el tesoro no era oro ni joyas, sino un cofre lleno de juguetes antiguos y un pergamino que decía: “El verdadero tesoro es la valentía, la amistad y las risas compartidas”.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.