En un reino olvidado por el tiempo, donde los bosques susurran antiguas leyendas y las sombras bailan al ritmo del viento, vivía un joven príncipe llamado Príncipe. Su vida era la caza y la aventura, siempre en búsqueda de retos que apaciguaran su espíritu indomable. Pero un día, mientras perseguía un jabalí a través de los intrincados senderos del bosque, una manada de lobos lo sorprendió, y en el caos, se encontró separado de su grupo, solo en la profundidad del bosque encantado.
A medida que el sol comenzaba a caer detrás de los árboles, Príncipe, perdido pero no asustado, escuchó el suave murmullo de pasos sobre las hojas caídas. Al levantar la vista, vio a una joven de belleza etérea, caminando con una gracia que parecía desafiar la gravedad misma. Su nombre era Nocturna, y aunque Príncipe se enamoró al instante, Nocturna parecía indiferente a sus encantos.
Desesperado por ganar su atención, Príncipe le ofreció una fortuna: cien monedas de oro si ella le permitía acompañarla a través del bosque. A pesar de la opulencia de la oferta, Nocturna accedió solo porque el camino que seguían era traicionero, y la compañía nunca estaba de más. Así comenzaron su viaje, uno marcado por conversaciones en las que Príncipe intentaba, sin éxito, impresionar a la inmutable Nocturna.
No obstante, la verdadera prueba de su unión llegó cuando cuatro bandidos bloquearon su camino, exigiendo oro a cambio de sus vidas. Fue entonces cuando Nocturna reveló su verdadera naturaleza; no era una simple viajera, sino una guerrera formidable, entrenada en las artes oscuras de la batalla. Con movimientos tan rápidos que apenas se veían, desarmó a los bandidos, dejando a Príncipe asombrado y aún más enamorado.
A salvo de los peligros, continuaron su viaje hasta llegar al castillo del Rey, padre de Príncipe. Ante su corte, Príncipe, impulsado por la pasión y la admiración, le propuso matrimonio a Nocturna. Pero ella, fiel a su palabra y su corazón guerrero, rechazó la oferta. «Teníamos un trato, Príncipe», dijo con voz firme. «Mi compañía por oro, nada más.»
El Rey, escuchando la historia de valor y coraje, intercedió. «Nocturna, has demostrado ser más que una simple guerrera. Has mostrado valentía y una lealtad férrea a tus principios. ¿Qué necesitas para considerar quedarte?»
Ella miró a su alrededor, a los rostros expectantes de la corte y luego al Príncipe, cuyos ojos reflejaban un amor puro y sincero. «Mi vida ha sido el camino, y cada paso en él ha sido guiado por el servicio y la protección», respondió Nocturna. «Si debo quedarme, que sea para proteger este reino y enseñar a otros el arte de la defensa, no como tu esposa, sino como tu guardiana.»
El Rey asintió, impresionado por su espíritu y su claridad. «Entonces, así será. Te nombro Guardiana del Reino, protectora de nuestro pueblo y maestra de nuestros guerreros.»
Y así, Nocturna encontró un nuevo propósito, uno que no solo le permitía seguir su pasión por la lucha, sino que también le ofrecía la oportunidad de hacer una diferencia más grande en el mundo. Príncipe, aunque desilusionado por su rechazo, respetó su deseo y encontró en ella no solo a una amada, sino a una heroína que admirar y respetar.
El reino prosperó bajo su vigilancia, y la leyenda de la Guardiana y el Príncipe se esparció por todas las tierras, inspirando historias de amor, valor y el poder eterno de la lealtad y el honor. Y en las noches de luna llena, cuando el viento susurraba a través de los árboles del bosque, algunos decían que podían ver a Nocturna, con su espada en alto, protegiendo las fronteras del reino contra cualquier mal que se atreviera a cruzarlas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.