En un día soleado y brillante, Laurie Killer Christensen, una niña curiosa y aventurera, despertó con una gran sonrisa en su rostro. Era un nuevo día lleno de posibilidades, y Laurie tenía un sueño increíble. Había visto una película donde los niños viajaban a un mundo digital, un lugar lleno de colores vivos y criaturas fantásticas que hablaban. «¡Quiero unirme a ellos!», pensó Laurie mientras se cepillaba los dientes. Así que decidió que ese día sería especial, iba a descubrir su propio viaje al corazón del cibermundo.
Laurie salió rápidamente de casa, y después de un delicioso desayuno, se dirigió al parque. Era su lugar favorito, donde podía jugar y hacer nuevos amigos. Mientras jugaba en los toboganes y correteaba entre los árboles, Laurie oyó un ruido curioso, algo que nunca había escuchado antes. Era un zumbido suave, como el del viento, pero más emocionante.
Intrigada, Laurie siguió el sonido hasta encontrar un pequeño dispositivo que brillaba con luces de colores. Era un pequeño robot llamado Byte. «¡Hola, Laurie! Soy Byte, un robot explorador que vive en el cibermundo. He estado buscando a un amigo para que me ayude a resolver un misterio», dijo Byte con una voz alegre y chispeante.
Los ojos de Laurie brillaron. ¡Esto era justo lo que había soñado! «¿Qué tipo de misterio?», preguntó emocionada.
Byte explicó: «En el cibermundo, los datos de todos están mezclados y por eso los amigos no pueden encontrar a sus mascotas virtuales. Necesitamos ayudarte a resolver este enigma y devolverles a sus mascotas para que todos puedan jugar juntos de nuevo».
Sin dudarlo, Laurie aceptó la aventura. «¡Vamos a hacerlo, Byte!», exclamó.
Byte pulsó un botón brillante en su cuerpo y, de repente, un portal lleno de colores comenzó a girar frente a ellos. «¡Agárrate fuerte, Laurie!», dijo Byte mientras ambos saltaban al portal.
En un instante, Laurie se encontró en un mundo brillante y brillante, lleno de formas geométricas y criaturas digitales curiosas. Allí, los árboles eran de píxeles y los ríos fluían con datos. Todo era mágico. «¡Esto es increíble!», gritó Laurie, mientras corría para explorar.
De pronto, encontraron un grupo de criaturas pixeladas que parecían tristes. «¿Qué les pasa?», preguntó Laurie.
«¡Nuestros amigos peludos se han perdido!», dijeron las criaturas al unísono. «No sabemos cómo devolverlos a casa».
Laurie se agachó y les dijo: «No se preocupen, Byte y yo les ayudaremos. ¿Dónde los vieron por última vez?»
«Creo que estaban en la zona de los juegos, ¡al lado de la montaña de nubes!», respondió una de las criaturas.
«¡Entonces vamos!», dijo Laurie.
Juntos, Laurie, Byte y las criaturas pixeladas se dirigieron hacia la montaña de nubes. Mientras caminaban, Laurie observaba todo a su alrededor. Había un cielo azul vibrante y el aire estaba lleno de sonidos alegres. Los números y las letras danzaban a su alrededor, jugando entre sí.
Al llegar a la montaña de nubes, se encontraron con un gran laberinto de colores. «Debemos cruzar esto», dijo Byte. «Pero está lleno de acertijos».
Laurie sonrió. Le encantaban los acertijos. «¡Estoy lista!», anunció. La primera criatura les presentó un acertijo: «¿Qué es más liviano que una pluma pero ni siquiera el hombre más fuerte puede sostenerlo por mucho tiempo?»
Laurie pensó y pensó. «¡El aliento!», gritó al final, llenando el aire con su alegría. Las criaturas celebraron y el laberinto comenzó a despejarse ante ellos. «¡Vamos, sigamos adelante!», exclamó Laurie con entusiasmo.
Pasaron por varios acertijos, cada uno más divertido que el anterior, y Laurie se sentía más segura y emocionada. Después de lo que pareció una eternidad de juegos y risas, llegaron a una gran cueva en la montaña, donde las mascotas virtuales estaban atrapadas, intentando salir de un extraño laberinto de cables.
Laurie se fijó bien y vio que las mascotas,idados eran perritos y gatitos pixelados, estaban tratando de ladrar y maullar para llamar la atención. «¡Sujétense! ¡Voy a ayudarles!», les dijo Laurie.
«¡Ten cuidado, Laurie!», advirtió Byte. «Los cables son muy resbaladizos». Lauría sonrió con determinación y se arrastró hacia ellos.
Con mucho cuidado, Laurie empezó a desenredar los cables que ataban a los cachorros y gatitos. Poco a poco, cada uno de ellos se fue liberando, moviendo sus colas de felicidad. «¡Gracias, gracias!», ladró uno de los perritos.
«¡Eres la mejor amiga de todas!», maulló un gato. Laurie sonrió con un gran sentido de logro. «No hay nada que me haga más feliz que ayudar a los amigos», dijo.
Una vez todas las mascotas estuvieron libres, Laurie, Byte y las criaturas pixeladas regresaron al pueblo donde todos se reunieron para celebrar. Había una gran fiesta llena de música y baile. Todos los habitantes del cibermundo estaban muy agradecidos por la valentía y la ayuda de Laurie.
Una gran pantalla digital se encendió y mostró una imagen de Laurie con sus nuevos amigos. «¡Hoy hemos aprendido que ayudar a otros trae alegría y que los verdaderos amigos siempre están ahí para apoyarse!», anunció Byte en una voz resonante a través del cibermundo.
Laurie sentía su corazón lleno de felicidad mientras bailaba entre sus nuevos amigos. Aprendió que la valentía y la amabilidad son habilidades importantes a medida que exploramos nuevos mundos y hacemos nuevos amigos.
Cuando la fiesta terminó, llegó el momento de regresar a casa. «Es hora de volver, Laurie», dijo Byte. «Pero siempre recordaré la aventura que tuvimos juntos».
«Yo también, Byte. Gracias por esta experiencia mágica», respondió Laurie, sintiéndose satisfecha y emocionada por todo lo que había vivido.
Bytes llevó a Laurie de regreso al portal y, en un abrir y cerrar de ojos, estaban de vuelta en el parque donde todo había comenzado. Laurie sonrió mientras miraba el dispositivo de Byte, que brillaba con tanta intensidad.
«Siempre que necesites ayuda, recuerda que estoy aquí, Laurie. Eres una gran amiga», dijo el robot mientras se desvanecía lentamente.
Laurie se sintió un poco triste al despedirse, pero sabía que su aventura no había terminado. El cibermundo siempre estaría allí para ella, listo para otra aventura.
Así, Laurie volvió a casa y se sentó en el jardín. No importaba cuántas aventuras viviera, siempre regresaría a su casa. Y, mientras pensaba en sus nuevos amigos en el cibermundo, comprendió que la verdadera magia no estaba solo en los mundos fantásticos, sino en la bondad y la amistad que compartimos con los demás.
Y de alguna manera, en el rincón de su corazón, sabía que Bit y sus amigos siempre estarían con ella, Listos para cualquier nueva aventura digital que la vida le tuviera preparada. Y así, con una sonrisa en su rostro y recuerdos especiales en su corazón, concluyó otro día lleno de alegría. Laurie entendió que la curiosidad puede llevarnos a lugares increíbles y que cada día es una nueva oportunidad para hacer amigos y vivir aventuras.
Fin.




digital.