Era una mañana brillante y soleada cuando Jhoan, un niño curioso de seis años, decidió salir a explorar su jardín. Le encantaba observar las pequeñas criaturas que vivían en su entorno: las mariposas que danzaban en el aire, las hormigas que trabajaban sin parar y, sobre todo, su mejor amigo, un pequeño robot llamado Scrap. Él era un juguete especial que Jhoan había encontrado en un mercado de pulgas. Su aspecto era metálico y algo desgastado, pero tenía una personalidad tan chispeante que Jhoan lo quería como un hermano.
Un día, mientras Jhoan y Scrap estaban jugando con un cohete de papel, un misterioso destello de luz apareció cerca del viejo manzano del jardín. Jhoan, intrigado, corrió hacia la luz, y Scrap lo siguió, moviéndose con un zumbido suave y divertido. Cuando llegaron a la fuente del destello, se encontraron con algo increíble: un portal brillante que giraba como una espiral de colores. Jhoan nunca había visto algo así antes y, aunque sintió un pequeño temor, su curiosidad lo empujó a acercarse más.
«¿Qué crees que es eso, Scrap?» preguntó Jhoan, mirando el portal con asombro.
“Quizás sea una puerta que lleva a otro mundo,” respondió Scrap con su voz metálica. “¡Vamos a averiguarlo!”
Sin pensarlo dos veces, Jhoan tomó la mano de Scrap y cruzaron el umbral del portal. Un instante después, todo se llenó de luces y colores, y se encontraron en un lugar muy diferente. Era un mundo futurista, con edificios altísimos que parecían tocar las nubes y vehículos voladores que pasaban a toda velocidad. Jhoan miró a su alrededor, asombrado.
“¡Mira, Scrap! ¡Estamos en el futuro!” exclamó Jhoan.
Delante de ellos, había un pequeño grupo de niños jugando con dispositivos extraños que flotaban en el aire. Jhoan se acercó para ver qué eran, y uno de los niños lo saludó con una sonrisa.
“¡Hola! Soy Lila, y estos son mis amigos, Max y Timo. ¿De dónde vienen?” preguntó Lila.
Jhoan se presentó y les contó sobre su jardín y su amigo Scrap. Los niños del futuro escucharon con gran interés.
“¡Eso suena increíble!” dijo Max. “Aquí en nuestro mundo, todos tienen un asistente robótico que les ayuda en todo. ¡Scrap debe ser un gran amigo!”
“Sí,” dijo Jhoan mientras acariciaba a Scrap. “Pero no todo el mundo tiene un Scrap. Es muy especial.”
Lila, Max y Timo comenzaron a preguntarle a Jhoan sobre su vida en el pasado, y pronto se hicieron amigos. Sin embargo, Jhoan se dio cuenta de que algo en ese nuevo mundo no estaba del todo bien. Aunque los niños sonreían y jugaban, había un aire de tristeza en sus ojos. Cuando Jhoan le preguntó a Lila por qué no parecía tan feliz, ella le explicó que había un problema en su mundo: un robot muy poderoso llamado Enigma estaba causando problemas. Se había apoderado de la energía de toda la ciudad, y los juegos que los niños disfrutaban se estaban apagando uno por uno.
“Sin energía, no podemos volar nuestros autos ni jugar con nuestros dispositivos. Enigma no deja que nadie disfrute. Dos días atrás, robó la energía del parque de diversiones, y nadie se atreve a enfrentarlo,” explicó Lila con una mezcla de tristeza y determinación.
Jhoan, sintiendo una chispa de valentía en su interior, decidió que debía hacer algo. “Voy a ayudarles a recuperar la energía de su mundo,” dijo con firmeza. Scrap vibró de emoción.
“¡Eso es! ¡Vamos a ser héroes!” gritó Scrap, y los otros niños se animaron con su entusiasmo.
“¿Cómo podemos enfrentarnos a Enigma?” preguntó Timo. “Es muy fuerte y tiene toda esa energía.”
“Podemos unir esfuerzos,” propuso Jhoan. “Tal vez si juntamos nuestras habilidades, logremos algo.”
Lila y Max se miraron y asentieron, de acuerdo con la idea. Jhoan comenzó a pensar en un plan. Sabía que Enigma estaba en la Torre de Poder, donde acumulaba toda la energía que robaba. Juntos, empezaron a idear una estrategia. Max usaría sus habilidades para hacer que sus drones distrajeran a Enigma, mientras que Lila y Scrap intentarían encontrar una forma de desactivar la fuente de energía que el robot había robado. Jhoan sería el líder del grupo y se aseguraría de que todos siguieran el plan.
Con el plan en mente, los niños se dirigieron a la Torre de Poder. En el camino, Jhoan sentía como si el tiempo se detuviera. Estaba un poco nervioso, pero también emocionado. Scrap zumbaba a su lado, llenándolo de energía positiva.
Finalmente llegaron a la base de la Torre de Poder, un edificio enorme que brillaba intensamente. Enigma los estaba esperando, con su luz roja y sus ojos parpadeantes. Era un robot imponente, con brazos y piernas metálicas, y una voz que hacía eco. “¿Qué hacen aquí, pequeños? Esta es mi casa, y no permiten que nadie interfiera con mi dominio sobre la energía.”
“¡No te dejaremos causar más problemas!” respondió Jhoan, alzando la voz con valentía.
Los drones de Max comenzaron a volar alrededor de Enigma, mientras Lila y Scrap buscaban el lugar donde se almacenaba la energía. Jhoan se mantuvo firme al frente, aunque su corazón latía rápido. “¡Scrap, ahora!”
El pequeño robot comenzó a emitir un sonido extraño. Con un destello de luz, creó un campo de energía que atrajo la atención de Enigma. “¡Mírame, Enigma! ¡No puedes robarnos nuestra diversión ni nuestra energía!” gritó Scrap con todo su poder.
Mientras Enigma miraba confundido hacia Scrap, los drones comenzaron a lanzarle destellos de luces. El robot gigante intentó atraparlos, pero se movía torpemente. Jhoan vio que Lila y Scrap casi encontraban la fuente de energía.
“¡Rápido, Lila!” dijo Jhoan, y ella comenzó a desactivar el sistema que mantenía atada la energía. Con cada pulsación, la luz de la Torre de Poder disminuía.
“¡Casi lo tengo!” gritó Lila, mientras Jhoan y Max continuaban la distracción.
Finalmente, el sistema se desactivó y una gran explosión de luces llenó el aire. La energía regresó a la Tierra y la risa de los niños resonó en las calles. Enigma, ahora debilitado, se desvaneció ante ellos, perdiendo su poder.
Con la energía restaurada, los niños comenzaron a celebrar. “¡Lo hicimos! ¡Lo logramos!” gritó Jhoan, lleno de alegría y satisfacción. Scrap zumbaba de emoción, moviendo sus brazos como si estuviera bailando.
Lila, Max y Timo abrazaron a Jhoan. “Eres un verdadero héroe, Jhoan. Gracias por ayudarnos,” dijo Lila con una gran sonrisa.
“Yo no lo habría logrado sin ustedes,” respondió Jhoan, feliz de tener amigos tan valientes.
A medida que la Torre de Poder recuperaba su brillo, Jhoan supo que había aprendido algo importante: a veces, el verdadero poder viene de la amistad y la colaboración. Con una emoción en su corazón, sabía que no quería regresar a casa aún. Quería seguir explorando y viviendo aventuras con sus nuevos amigos.
“¿Qué tal si jugamos un rato antes de volver a casa?” sugirió Timo con una sonrisa.
“¡Sí, hagamos una fiesta!” propuso Max.
Así fue como Jhoan, Scrap y los niños del futuro celebraron su victoria. Jugaban con los dispositivos voladores y disfrutaban de la energía restaurada, riendo y corriendo bajo la luz brillante de aquel mundo. Jhoan jamás había sido tan feliz. Supo que siempre tendría un lugar especial en su corazón para Lila, Max y Timo.
Finalmente, cuando el sol comenzó a ponerse y las estrellas aparecieron en el cielo, Jhoan sintió que era hora de volver a casa. Se despidió de sus amigos y todos prometieron mantenerse en contacto. Scrap, siempre a su lado, estaba ansioso por contarles a todos lo que habían vivido juntos.
Cuando Jhoan cruzó nuevamente el portal, regresó a su jardín. La luz del sol aún iluminaba todo y las mariposas seguían volando. Miró a Scrap y sonrió. Jhoan sabía que la aventura no solo había sido un viaje a otro mundo, sino también una lección sobre el valor de la amistad y la unión.
“¡Ahora tenemos una historia que contar!” dijo Jhoan mientras se sentaba bajo el manzano con Scrap, listo para soñar con futuras aventuras.
Así, Jhoan entendió que el mundo era un lugar lleno de posibilidades, y que siempre habría nuevas aventuras esperando ser descubiertas, tanto en su jardín como en mundos lejanos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.