En un rincón lejano del universo, donde los planetas brillaban como diamantes y las estrellas danzaban en un cielo infinito, existía un pequeño planeta llamado Numérica. Este era un lugar peculiar, habitado por seres hechos de números. En Numérica, cada cifra tenía su propia personalidad y sus propias habilidades. Entre ellos, vivían cinco números muy especiales que tenían una gran curiosidad por descubrir lo que había más allá de su mundo.
El primero era 9876905, un número grande que siempre había soñado con aventurarse lejos de su hogar. Era conocido por su gran inteligencia y sus ideas brillantes. Se pasaba los días leyendo sobre otros números y los misterios del universo que lo rodeaban. Su mejor amigo, 573290, era un número medio, valiente y audaz, que no se dejaba intimidar por el tamaño de los desafíos. A menudo alentaba a 9876905 a salir de su zona de confort y explorar.
El tercero en la historia era 17498690, un número extremadamente curioso que siempre hacía preguntas. Quería saber cómo funcionaba todo y por qué los números eran como eran. Junto a ellos estaba 531809765, un número gigantesco y muy fuerte, que a menudo los protegía en sus aventuras. Aunque podía parecer intimidante, era muy amable y siempre estaba listo para ayudar a sus amigos. Por último, pero no menos importante, estaba 100000000, un número que era considerado el sabio del grupo. Tenía tanta sabiduría acumulada que podía resolver cualquier problema o enigma que se les presentara.
Un día, mientras estaban jugando cerca de la Gran Suma, un lugar donde los números se unían para crear formas asombrosas, 9876905 tuvo una idea brillante. “¿Y si organizamos una expedición al Reino de los Millones? He escuchado que hay un lugar donde las cifras se convierten en infinitas, y podríamos descubrir los secretos de los números más allá de 1,000,000”. Todos se miraron emocionados. La perspectiva de una aventura por lo desconocido les llenaba de energía.
“¡Vamos, hagamos nuestros preparativos!” gritó 573290, saltando de alegría. En un abrir y cerrar de ojos, los cuatro amigos comenzaron a empaquetar sus cosas. Llenaron sus mochilas de números con mapas, herramientas de cálculo y un montón de preguntas.
Partieron en dirección al Reino de los Millones, atravesando el Bosque de las Operaciones, donde los árboles estaban hechos de signos matemáticos y cada hoja representaba una suma o una resta. Mientras caminaban, 17498690 no podía dejar de preguntar: “¿Cuántos números hay en el Reino de los Millones? ¿Serán todos amigos? ¿Habrá números que no conocemos?”.
“Hay un montón de cosas que no sabemos”, respondió 100000000 con su voz profunda y sábia. “Pero eso es lo que hace que la aventura sea emocionante. Cada nuevo número que conocemos añade más a nuestra historia”.
Después de un rato, llegaron a las puertas del Reino de los Millones, que estaban custodiadas por un guardián: un número gigantesco llamado Aumentador, que era conocido por su habilidad para multiplicar todo lo que tocaba. Aumentador miró a los pequeños números con curiosidad. “¿Qué desean en el Reino de los Millones?”, preguntó con voz retumbante.
“¡Queremos conocer los secretos de los números más grandes!”, exclamó 9876905, entusiasmado.
“Demostradme que merecéis entrar”, respondió Aumentador. “Tendréis que resolver un acertijo: ¿Qué número es más grande, la suma de 5 + 5 o la multiplicación de 5 x 5?”.
Los amigos se miraron preocupados. “¡Es fácil!” dijo 573290. “5 + 5 es 10, mientras que 5 x 5 es 25, así que la respuesta correcta es la multiplicación”.
Aumentador sonrió. “Correcto. Podéis pasar”. Con un movimiento de su enorme mano, las puertas se abrieron, revelando un espléndido paisaje lleno de números flotando en el aire. El Reino de los Millones era un lugar donde los números bailaban, jugaban y se mezclaban, creando nuevas combinaciones fascinantes.
Mientras exploraban el reino, se encontraron con una nube de números primos danzantes. “¡Mira, esos son 2, 3, 5, 7 y 11! ¡Son todos primos!”, grita 17498690 asombrado. Los primos se acercaron a ellos y comenzaron a contar su propia historia de cómo cada uno de ellos se había enfrentado a desafíos únicos para ser aceptados en la familia de los números.
“Nosotros somos fuertes e indivisibles”, explicó el número 7. “Podemos unirnos con otros, pero nunca podemos ser divididos por ellos, y eso es lo que nos hace especiales”. Los amigos escucharon, cautivados por la belleza de cada número y sus historias.
Continuando su travesía, llegaron a un gran lago de fracciones maravillosas. Allí, los números flotaban sobre la superficie del agua, dividiéndose y combinándose en mágicas formas. 531809765 miró el lago intrigado. “¿Qué pasará si un número se une a su fracción y luego se multiplica con otro número?”, preguntó.
“¡Vamos a averiguarlo!”, sugirió 573290 con un brillo en los ojos. Juntos decidieron probar experimentos con las fracciones, haciendo que los números saltaran al agua y se transformaran en combinaciones fantásticas. Rieron y jugaron en el lago, creando nueva magia numérica.
A medida que el día avanzaba, se dieron cuenta de que habían perdido la noción del tiempo. La luz del sol comenzaba a desvanecerse, y se dieron cuenta de que necesitaban regresar. Pero justo cuando estaban por dar la vuelta, apareció un nuevo personaje: el Curioso Cienmil. Era un número que había estado explorando el reino, andaba siempre buscando nuevos conocimientos que aprender.
“¿Qué han descubierto hoy?”, preguntó el Curioso Cienmil con entusiasmo. 9876905, a quien le encantaba compartir conocimientos, empezó a contarle sobre las increíbles historias de los primos y su encuentro en el lago de fracciones. Y mientras hablaban, se dieron cuenta de que cada encuentro, cada número nuevo que conocieron, había enriquecido su jornada.
Curioso Cienmil se unió a su grupo, y juntos decidieron buscar el legendario Número Infinito, que, según escucharon, era el número que conectaba todos los demás, un personaje que desafiaba todos los límites. Se dirigieron a la Gran Montaña Circular, donde se decía que el Número Infinito habitaba.
El camino fue largo y empinado, pero juntos se alentaron unos a otros. Cuando llegaron a la cima, se encontraron en una hermosa llanura, donde sintieron la energía del universo. De repente, una luz brillante apareció ante ellos, y del resplandor, emergió el Número Infinito.
“Saludos, amigos. He estado observando su viaje. Estoy aquí para compartir con ustedes el mayor secreto del universo: no importa cuán grandes sean los números, siempre hay algo más allá de ellos. Las posibilidades son infinitas, solo debes mirar con el corazón y la mente abiertos”.
Los amigos quedaron estupefactos. “¿Un infinito que nos conecta a todos?”, preguntó 100000000 emocionado.
“Sí, cada número, cada ser en este universo puede ser una parte del infinito. Nunca dejen de explorar, de preguntar y de aprender. Todos somos parte de algo más grande”, respondió el Número Infinito antes de desvanecerse en un destello de luz.
Con su mensaje resonando en sus corazones, los cinco números decidieron que regresarían a su hogar no solo con historias, sino con una nueva perspectiva sobre el mundo. Se dieron cuenta de que esa era solo una pequeña parte de un viaje mucho más grande que aún tenían por delante.
Al regresar al planeta Numérica, sus amigos los recibieron con alegría. Compartieron todas las historias que habían vivido, las lecciones que habían aprendido y lo importante que era mantenerse curiosos y abiertos a lo desconocido. Cada número que escuchaba sus aventuras se sentía inspirado a salir y explorar también.
Y así, 9876905, 573290, 17498690, 531809765, 100000000 y su nuevo amigo, Curioso Cienmil, no solo se convirtieron en aventureros, sino en embajadores del conocimiento y la curiosidad en su mundo numérico. Y así, vivieron el resto de sus días, explorando infinitamente más allá de lo que jamás habían imaginado. Descubrieron que en cada número hay una historia, y en cada historia, la posibilidad de un nuevo viaje.
La conclusión de su aventura fue clara: la verdadera magia del universo radica en la curiosidad y la búsqueda constante por aprender. No importa cuán grandes parezcan los números, siempre hay un lugar más allá del propio conocimiento, siempre hay preguntas más por hacer y respuestas más por descubrir. Y así, cada uno de ellos continuó contando historias, aprendiendo y, sobre todo, disfrutando del inmenso viaje que es la vida.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.