Cuentos de Ciencia Ficción

Meta Runner: El Juego Final

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En el año 2075, el mundo era muy distinto de lo que una vez fue. Los avances tecnológicos habían cambiado la vida cotidiana de las personas, pero nada había alterado tanto la sociedad como los videojuegos. Ya no eran simplemente una forma de entretenimiento; se habían convertido en el centro del mundo. Todo estaba conectado a los videojuegos: la economía, la cultura, y hasta la política. Los más grandes héroes no eran atletas o estrellas de cine, sino los Meta Runners, cyborgs con habilidades sobrehumanas que competían en arenas virtuales para ser los mejores.

Tari, también conocida como Meta Runner, era una de esas competidoras. Con sus brazos y piernas mejorados con tecnología de última generación, y su mente conectada directamente a los sistemas de los juegos, ella era una leyenda en la ciudad de Neonopolis. Cada día, miles de personas se reunían en gigantescos estadios holográficos o se conectaban desde casa para ver a Tari y otros Meta Runners competir en los torneos más peligrosos y emocionantes del mundo. Pero detrás de toda la fama, Tari sabía que el mundo de los videojuegos no era tan brillante como parecía.

Había una oscuridad escondida entre las luces de neón. Las grandes corporaciones, responsables de crear los juegos más populares, hacían lo que fuera necesario para mantener el control. No solo se trataba de ganar torneos; se trataba de poder, dinero y manipulación. Cualquier competidor que desafiara el sistema desaparecía misteriosamente, y los rumores decían que algunas empresas estaban experimentando con los Meta Runners para crear soldados perfectos.

Tari había empezado en este mundo por amor a los videojuegos, pero pronto se dio cuenta de que había mucho más en juego. Tras una serie de victorias épicas, se convirtió en el objetivo de varias corporaciones, y ahora, cada vez que entraba en una arena, no solo jugaba para ganar, sino para sobrevivir.

Una noche, después de un intenso torneo, Tari regresaba a su pequeño departamento en los suburbios de Neonopolis. Estaba agotada, tanto física como mentalmente. Aunque su cuerpo cibernético le permitía recuperarse más rápido que cualquier humano normal, la tensión de los combates y la presión constante de estar en la cima la estaban desgastando.

De repente, su comunicador sonó con un pitido agudo. Era un mensaje de una fuente anónima.

«Conozco tu secreto. Quieren atraparte. Tienes que correr antes de que sea demasiado tarde.»

Tari se congeló. Nadie sabía que ella estaba investigando a las corporaciones. Había sido muy cuidadosa, infiltrándose en sus sistemas y recolectando pruebas de las cosas oscuras que hacían. Pero alguien la había descubierto. ¿Cómo?

El sonido de pasos metálicos resonó en el pasillo fuera de su departamento. Antes de que pudiera reaccionar, la puerta se abrió de golpe y un grupo de agentes de seguridad cibernética irrumpió en la habitación.

—¡Tari, estás bajo arresto! —gritó uno de los agentes, mientras apuntaba su arma láser hacia ella.

Sin pensarlo dos veces, Tari saltó por la ventana. Sus piernas cibernéticas amortiguaron la caída, y en un instante, estaba corriendo por las calles de la ciudad. Las luces de neón reflejaban en su rostro mientras corría entre los edificios, esquivando a los drones de vigilancia que intentaban localizarla.

Sabía que no podía huir para siempre. Las corporaciones tenían recursos ilimitados, y tarde o temprano la encontrarían. Pero había algo más importante que hacer antes de que eso sucediera: tenía que liberar la información que había recolectado. Si lograba exponer lo que las corporaciones estaban haciendo con los Meta Runners, todo el sistema colapsaría.

Tari corrió hasta un callejón oscuro y sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo. Era un transmisor, su única esperanza de enviar la información antes de ser atrapada. Mientras lo conectaba a la red, una sombra apareció detrás de ella.

—No puedes escapar de nosotros, Tari.

La voz era fría y mecánica. Al darse la vuelta, vio a un Meta Runner conocido como Zero, uno de los mejores y más despiadados competidores del mundo. Su cuerpo estaba completamente mejorado, con brazos y piernas de metal pulido, y sus ojos brillaban con una luz roja intensa.

—No tienes que hacer esto, Zero —dijo Tari, intentando razonar con él—. Sabes lo que están haciendo. ¡Nos están usando como armas!

—Lo sé —respondió Zero, sin emoción—. Y por eso me ofrecí voluntario.

Antes de que Tari pudiera reaccionar, Zero se lanzó hacia ella. Los dos comenzaron a pelear en el estrecho callejón, sus cuerpos cibernéticos chocando con una fuerza inimaginable. Tari era rápida, pero Zero tenía una precisión letal. Cada movimiento que hacía era calculado, y aunque Tari logró esquivar algunos de sus ataques, sabía que no podría mantener el ritmo por mucho tiempo.

Con un movimiento rápido, Zero la golpeó en el pecho, haciendo que Tari cayera al suelo. El transmisor se deslizó fuera de su alcance, y antes de que pudiera recuperarlo, Zero lo pisoteó, destruyéndolo.

—Tu pequeño plan termina aquí, Tari —dijo Zero, apuntando su arma hacia ella.

Tari sabía que era el fin. No podía derrotar a Zero en una pelea directa, y ahora no tenía forma de enviar la información que había recopilado. Pero justo cuando todo parecía perdido, algo inesperado ocurrió. Una explosión resonó en el callejón, y una figura apareció en la nube de humo.

—¡Aléjate de ella!

Era Lux, otro Meta Runner, uno de los pocos en los que Tari confiaba. Lux se lanzó sobre Zero, y los dos comenzaron a pelear mientras Tari aprovechaba el caos para recuperar el transmisor destruido.

Aunque estaba roto, Tari sabía que había una forma de recuperar la información. Tenía una copia de seguridad, pero necesitaría tiempo para acceder a ella. Con todas sus fuerzas, se levantó y corrió hacia la salida del callejón mientras Lux mantenía ocupado a Zero.

—¡Tari, vete de aquí! —gritó Lux, esquivando un golpe de Zero.

Tari no necesitaba más instrucciones. Corrió lo más rápido que pudo, sabiendo que cada segundo contaba. Llegó a un viejo edificio abandonado, uno de los pocos lugares donde sabía que las corporaciones no la encontrarían fácilmente.

Con manos temblorosas, conectó el transmisor a un terminal antiguo y comenzó a descargar la información. El tiempo se agotaba. Sabía que Zero y los demás la encontrarían pronto, pero si lograba enviar la información antes de eso, todo valdría la pena.

El progreso de la descarga era lento, y cada segundo que pasaba aumentaba la tensión en el aire. Finalmente, cuando la barra de progreso alcanzó el 100%, Tari respiró aliviada. Había logrado enviar la información a una red segura.

Sin embargo, no hubo tiempo para celebrar. El sonido de pasos pesados resonó en el edificio. Sabía que Zero la había encontrado.

—Esto termina aquí, Tari —dijo Zero, apareciendo en la entrada.

Pero Tari no estaba dispuesta a rendirse. Aunque sabía que no podía derrotarlo físicamente, tenía algo que él no: la verdad. Había expuesto a las corporaciones, y aunque no pudiera salir de esa situación, el mundo sabría lo que realmente estaba ocurriendo.

—Tal vez —respondió Tari, con una sonrisa desafiante—. Pero ya no importa. Gané.

Antes de que Zero pudiera reaccionar, un grupo de drones de seguridad llegó al lugar. Eran parte de una fuerza neutral que había recibido la información filtrada por Tari. Las corporaciones ya no podían ocultar sus oscuros secretos, y Tari había logrado lo imposible: había derribado el sistema desde adentro.

Mientras los drones arrestaban a Zero y aseguraban el área, Tari, aunque herida y agotada, supo que había cumplido su misión. Los Meta Runners ya no serían esclavos de las corporaciones, y aunque el camino por delante sería difícil, sabía que el mundo cambiaría para mejor.

Meta Runner había ganado su último juego.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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