En un rincón mágico del mundo, lleno de colores y alegría, vivía un pequeño niño de un año llamado Apestosin. Apestosin no era un niño común; tenía un cabello de color morado brillante y siempre vestía una camisa y shorts azules. A pesar de su corta edad, Apestosin sabía mucho sobre cómo cuidarse a sí mismo y quería compartirlo con todos los niños y niñas.
Cada día, Apestosin comenzaba con una gran sonrisa. Se levantaba temprano y lo primero que hacía era cepillar sus pequeños dientes con su cepillo de dientes gigante. «¡Es importante cepillarse para mantener una sonrisa brillante y evitar las caries!», decía alegremente.
Después de cepillarse, Apestosin se dirigía a desayunar. Pero en lugar de comer dulces, elegía frutas frescas y coloridas. «Las frutas son dulces y saludables», explicaba. «Nos ayudan a crecer fuertes y felices». Mientras comía, su madre le contaba historias sobre cómo cada fruta era un regalo del sol y la tierra.
Luego llegaba la hora del baño. Apestosin chapoteaba en una bañera llena de burbujas y risas. «¡El baño nos mantiene limpios y nos hace sentir bien!», canturreaba mientras jugaba con sus patitos de goma.
Durante el día, Apestosin jugaba al aire libre, corriendo y saltando bajo el sol. Sabía que el ejercicio era importante para mantenerse sano. «¡Moverse es divertido!», gritaba mientras perseguía mariposas y pájaros.
Al llegar la tarde, Apestosin ayudaba a su mamá en el jardín, donde cultivaban verduras y hierbas. «Las verduras que cultivamos son deliciosas y nos hacen fuertes», decía con orgullo mientras regaba las plantas.
Después de cenar, Apestosin se preparaba para dormir. Se cepillaba los dientes de nuevo y se ponía su pijama favorito. Antes de irse a la cama, miraba por la ventana y decía buenas noches a la luna y a las estrellas.
Una noche, mientras Apestosin dormía, tuvo un sueño maravilloso. Soñó que viajaba por un mundo de colores, donde cada color representaba una parte importante de cuidarse a sí mismo. El azul era el color del agua limpia, el verde de las verduras y las frutas, el amarillo del sol que nos da energía, y el rojo de los corazones saludables.
Al despertar, Apestosin se sintió feliz y listo para otro día de aventuras. Sabía que cuidarse a sí mismo era importante y quería compartir su conocimiento con todos.
Con el tiempo, Apestosin se convirtió en un ejemplo para todos los niños y niñas de su edad. Enseñó a sus amigos cómo cuidar de su higiene y alimentación, y juntos crearon un mundo lleno de risas, salud y colores.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.