En un pequeño pueblo pesquero llamado Puerto Azul, había una vida tranquila donde el murmullo del mar se mezclaba con el canto de las gaviotas. Los pescadores salían al amanecer y regresaban al atardecer, cargados de los mejores peces que la mar les ofrecía. Entre estos habitantes, había dos hermanos, Mateo y Sofía, quienes siempre estaban llenos de curiosidad por descubrir nuevas aventuras.
Mateo, el mayor, era un niño valiente y algo travieso, mientras que Sofía, su hermana menor, era inteligente y siempre tenía una respuesta para todo. Juntos formaban un gran equipo que se metía en pequeños líos, pero siempre lograban salir airosos gracias a su ingenio.
Un día, mientras exploraban la playa, Mateo y Sofía encontraron una antigua botella flotando entre las olas. Intrigados, la sacaron del agua y vieron que había un pergamino enrollado dentro. Con gran emoción, rompieron la botella y desenrollaron el pergamino. Era un mapa que parecía indicar la ubicación de un tesoro oculto cerca de un faro abandonado en la entrada del puerto.
—¡Mira, Sofía! Este mapa tiene que llevarnos a un tesoro! —exclamó Mateo, con los ojos brillantes de emoción.
—Sí, pero primero tenemos que averiguar si es seguro ir allí. El faro está viejo, y puede ser peligroso —respondió Sofía, preocupada.
Decidieron ir a consultar a Don Ramón, el médico del pueblo, a quien todos querían y respetaban. Don Ramón no solo se dedicaba a cuidar de la salud de los habitantes de Puerto Azul, sino que también era un gran conocedor de las historias del mar y sus misterios.
Al llegar a su casa, Don Ramón los recibió con una sonrisa.
—Hola, chicos. ¿Qué les trae por aquí a esta hora? —preguntó con curiosidad.
Mateo, emocionado, le mostró el mapa. Don Ramón miró detenidamente el antiguo papel y su expresión cambió.
—Este mapa es muy antiguo —dijo—. Habla del tesoro de un viejo capitán que se dice que hundió su barco en una tormenta cerca del faro. Sin embargo, también hay historias de que el lugar está encantado, y muchos que han ido en busca del tesoro no han regresado.
—¿Encantado? —preguntó Sofía con los ojos muy abiertos—. ¿Entonces hay que tener cuidado?
—Sí, mis pequeños aventureros. Seré honesto con ustedes. Si deciden ir a buscar el tesoro, deben ir bien preparados. Puedo ayudarles con lo que necesiten. Deberán llevar comida, agua y tal vez algunas linternas —respondió Don Ramón.
Los niños no podían contener su emoción y, tras agradecérselo, se fueron a casa a preparar todo lo necesario. Mientras Sofía organizaba una mochila con bocadillos y linternas, Mateo se encargó de encontrar una cuerda fuerte y un mapa adicional que había visto en la biblioteca del pueblo.
Cuando estuvo todo listo, se encontraron en el puerto al amanecer del día siguiente. El sol apenas empezaba a asomarse y el mar estaba en calma. Juntos, tomaron un pequeño bote que pertenecía a su padre y comenzaron la travesía hacia el faro, que se alzaba en una isla cercana.
Mientras se acercaban, el faro parecía aún más imponente, pero también un poco aterrador. Estaba cubierto de algas y enredaderas, y su luz había dejado de brillar hacía mucho tiempo. Una vez en la isla, Mateo y Sofía amarraron el bote y comenzaron a investigar.
—Según el mapa, el tesoro está enterrado cerca de la base del faro —dijo Mateo—. ¡Vamos a buscar!
Comenzaron a buscar juntos, cavando aquí y allá con un palo. Mientras lo hacían, Sofía notó algo extraño: un pequeño rostro asomaba entre las piedras del faro. Era un pequeño gato negro que los observaba.
—¡Mira, Mateo! ¡Un gatito! —exclamó Sofía, y se acercó lentamente hacia él—. Está asustado.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Legado de las Estaciones
Samara y el Libro de los Números Mágicos
El Jardín de las Necesidades
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.