Cuentos Clásicos

El Baño Mágico de Suley

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en una casita rodeada de flores y árboles frondosos, una niña llamada Suley. Suley tenía tres años, cabello moreno y ojos azules tan brillantes como el cielo en un día claro. Vivía con su mamá, una mujer joven de ojos azules y cabello castaño, que amaba a Suley más que a nada en el mundo.

Un día, Mami decidió que era hora de enseñar a Suley a usar el baño por sí misma. Sabía que no sería fácil, pero tenía un plan muy especial. Mami le dijo a Suley que incluso los peluches de animales, que tanto amaba, sabían cómo usar el baño, y les había llegado el momento de mostrarle cómo lo hacían.

Primero, Mami llevó a Suley al baño, donde todos sus peluches estaban ya esperando. Había un elefante grande con orejas suaves, un monito travieso, un bebé pitufo sonriente, un león con una melena dorada, un plátano sonrojado, una fresa risueña y un hada diminuta con alas brillantes.

«Suley, mira cómo tus amigos van al baño uno por uno,» dijo Mami mientras colocaba al elefante frente al inodoro. El elefante, con su trompa elegante, fingió usar el baño mientras hacía sonidos de agua con la boca. Suley rió y aplaudió, maravillada con el espectáculo.

Después fue el turno del monito, que hizo piruetas antes de sentarse en el inodoro. Luego, el bebé pitufo, el león, el plátano, la fresa y el hada, cada uno tomó su turno, haciendo pequeñas actuaciones que hacían reír a Suley. Mami explicaba que todos ellos estaban haciendo pipí y popó, justo como ella debería aprender a hacer.

Inspirada por sus amigos de peluche, Suley sintió que podía intentarlo. «¿Puedo probar yo ahora, Mami?» preguntó con una mezcla de emoción y nerviosismo.

«Claro que sí, mi amor,» respondió Mami, ayudándola a subirse al pequeño adaptador de inodoro para niños. Suley se sentó y, pensando en sus peluches, se concentró. Pasaron unos minutos, y con un poco de paciencia y muchos ánimos de Mami, ¡lo logró!

«Suley, ¡lo hiciste muy bien!» exclamó Mami, llenando el baño de aplausos y abrazos. Estaba tan orgullosa de Suley, quien sonreía de oreja a oreja.

Para celebrar, Mami y Suley cantaron una canción que Mami había compuesto sobre lo valientes y grandes que eran los niños que aprendían a usar el baño. Cantaron y bailaron juntas, y Suley se sintió la niña más feliz del mundo.

Desde ese día, Suley fue al baño como los grandes, siempre recordando cómo sus amigos de peluche le habían mostrado el camino. Mami siempre estaba allí para ayudarla, y cada éxito era celebrado con una canción y un baile.

Y así, en esa casita rodeada de naturaleza, Suley creció sabiendo que con amor, paciencia y un poco de imaginación, podía aprender cualquier cosa. Mami siempre recordaría esos días con cariño, felices de haber compartido juntas esos momentos tan especiales.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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