Era un sábado soleado y Claudia estaba emocionada. Por fin era el día de llevar a su perrito Galleta al parque. Galleta era un pequeño y adorable perro de color café, siempre alegre y lleno de energía. Su papá, Rafa, también estaba feliz de pasar un día al aire libre. Rafa era un hombre alto con gafas y una sonrisa amable que siempre hacía sentir a Claudia segura y feliz.
Después de desayunar, Claudia y Rafa se prepararon para la salida. Galleta, al ver la correa rosa, comenzó a saltar y ladrar de alegría. Claudia le puso la correa a su perrito y, con todo listo, salieron hacia el parque. El parque estaba lleno de vida. Había niños jugando, adultos paseando y muchos perros corriendo de un lado a otro.
Galleta no perdió el tiempo. En cuanto llegaron, empezó a correr y a olfatear todo a su alrededor. Claudia y Rafa lo siguieron, disfrutando del agradable paseo. Se detuvieron un momento cerca de la fuente para descansar. Rafa le compró un helado a Claudia y se sentaron en un banco a disfrutarlo mientras Galleta jugaba cerca.
Todo iba perfecto hasta que, de repente, Claudia se dio cuenta de que Galleta no estaba a la vista. «¡Papá, no veo a Galleta!», exclamó con preocupación.
Rafa, que estaba leyendo un libro, levantó la vista rápidamente y miró a su alrededor. «Debe estar cerca, no te preocupes. Vamos a buscarlo juntos.»
Ambos comenzaron a caminar por el parque, llamando a Galleta y preguntando a la gente si lo habían visto. Preguntaron a unos niños que jugaban en el columpio, a un hombre que paseaba a su perro y a una señora que vendía globos. Pero nadie había visto a un perrito café con una correa rosa.
Mientras seguían buscando, se encontraron con una amable señora mayor llamada Rosa. Tenía ojos bondadosos y una sonrisa cálida. «¿Están buscando algo?», preguntó Rosa.
«Sí, estamos buscando a nuestro perrito Galleta. Es café y tiene una correa rosa», explicó Claudia, con lágrimas en los ojos.
Rosa asintió comprensivamente y miró a su alrededor. «¿Un perrito café con una correa rosa? Creo que lo he visto. ¿Es este el perrito que buscan?» Rosa levantó su mano, y para sorpresa de Claudia y Rafa, allí estaba Galleta, feliz y moviendo la cola.
«¡Sí, es él!», exclamó Claudia, corriendo hacia Rosa y Galleta. Rafa no pudo evitar reír al darse cuenta de la confusión. «Lo hemos tenido todo el tiempo y ni siquiera nos dimos cuenta», dijo, riendo junto a Rosa.
Claudia abrazó a Galleta con fuerza y luego miró a Rosa con gratitud. «Muchas gracias por ayudarnos a encontrarlo», dijo.
Rosa sonrió y respondió: «Siempre es un placer ayudar. Y veo que Galleta es un perro muy especial. Tienen suerte de tenerlo.»
Después de agradecerle de nuevo a Rosa, Claudia y Rafa decidieron seguir disfrutando del día en el parque, pero esta vez, manteniendo un ojo más atento en Galleta. Pasearon un rato más y luego se sentaron a la sombra de un gran árbol para descansar. Claudia acariciaba a Galleta, sintiéndose aliviada de haberlo encontrado.
Mientras descansaban, Rafa le contó a Claudia una historia de cuando era niño y también perdió a su perro por un rato en el parque. «Siempre hay que estar atentos, pero a veces los perritos solo quieren una pequeña aventura», dijo, sonriendo.
Claudia se rió y prometió ser más cuidadosa. Al final del día, regresaron a casa cansados pero felices. Habían aprendido una valiosa lección y habían hecho una nueva amiga en el parque.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Claudia pensó en todo lo que había pasado. «Papá, hoy fue un día especial, ¿verdad?», preguntó mientras Rafa le arropaba.
«Sí, lo fue. A veces, las pequeñas aventuras nos enseñan grandes lecciones. Y hoy aprendimos a cuidar mejor de Galleta», respondió Rafa, dándole un beso en la frente.
Claudia sonrió y cerró los ojos, recordando el divertido y emocionante día que había tenido con su papá y Galleta. «Buenas noches, papá.»
«Buenas noches, cariño. Y buenas noches, Galleta», dijo Rafa, mirando al perrito que ya estaba dormido a los pies de la cama.
Y así, con un corazón lleno de gratitud y amor, Claudia se quedó dormida, soñando con nuevas aventuras junto a su papá y su fiel amigo Galleta.
El fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.