Cuentos Clásicos

El Misterio de los Anuncios Encantados

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En una pequeña ciudad europea, justo después de la Primera Guerra Mundial, vivían dos niños llenos de curiosidad, llamados Tomás y Lucía. Ambos tenían 11 años y eran los mejores amigos. Solían explorar los rincones más recónditos de su ciudad, buscando aventuras en cada esquina.

Una tarde, mientras paseaban por el centro, se toparon con una tienda antigua que nunca antes habían visto. La tienda tenía un letrero que decía «Agencia de Publicidad JWT», escrito en letras doradas. Intrigados por el nombre, decidieron entrar. Al empujar la puerta, un suave tintineo de campana los recibió, y fueron envueltos por un aroma a papel viejo y tinta fresca.

Dentro de la tienda, había dos hombres sentados detrás de grandes escritorios de madera. Uno de ellos era un hombre mayor con barba canosa y una mirada sagaz. Su nombre era el señor Walter, el dueño de la agencia. El otro, un poco más joven, llevaba gafas redondas y sostenía una libreta. Se llamaba el doctor Scott, y era un psicólogo que trabajaba junto a Walter para crear anuncios que no solo captaran la atención de las personas, sino que también jugaran con su mente de manera sutil y persuasiva.

Tomás y Lucía, tímidamente, se acercaron al señor Walter y al doctor Scott. “¿Qué hacen aquí?” preguntó Tomás con ojos brillantes de curiosidad. El señor Walter sonrió y les explicó que su agencia se dedicaba a crear anuncios para empresas, usando técnicas que habían aprendido durante la guerra para convencer a las personas de lo que quisieran.

Lucía, siempre la más valiente de los dos, preguntó: “¿Podemos ver cómo trabajan?”.

Los dos hombres intercambiaron miradas y, tras un momento de reflexión, el señor Walter asintió. “Por supuesto, pero deben prometer no decirle a nadie lo que vean aquí. Lo que hacemos es muy especial.”

Así comenzó una tarde mágica para Tomás y Lucía. Fueron llevados a una habitación en la parte trasera de la tienda, donde había una gran mesa llena de papeles, recortes de revistas y pinceles. Sobre la mesa, un anuncio estaba siendo preparado. Mostraba un producto de jabón, pero no era un anuncio común. En lugar de solo mostrar el jabón y su precio, el anuncio tenía una historia detrás. En él, una mujer se transformaba en la persona más popular de la ciudad solo por usar ese jabón.

Mientras el señor Walter y el doctor Scott explicaban cómo funcionaba el anuncio, los niños notaron algo extraño. Los personajes del anuncio parecían moverse ligeramente, como si estuvieran vivos. “¿Viste eso?” susurró Lucía a Tomás. Él asintió, sus ojos muy abiertos.

El doctor Scott, al notar la sorpresa en sus caras, sonrió. “Esto es lo que llamamos un ‘anuncio encantado’. Durante la guerra, aprendimos a usar la psicología para influir en las personas, pero descubrimos algo más… una manera de hacer que los anuncios cobren vida, literalmente.”

Los niños estaban asombrados. “¿Cómo es posible?” preguntó Tomás.

“El secreto está en las palabras y en las imágenes que usamos”, explicó el señor Walter. “Las palabras pueden ser tan poderosas que, cuando se combinan de cierta manera, pueden crear una realidad alternativa dentro del papel. Eso es lo que ven aquí.”

Sin embargo, había un problema. Los anuncios encantados tenían un pequeño inconveniente: a veces, los personajes dentro de ellos no querían quedarse en el papel. Podían intentar escapar al mundo real, y cuando eso sucedía, causaban todo tipo de problemas. Por eso, el señor Walter y el doctor Scott siempre estaban atentos y trabajaban para mantener a los personajes bajo control.

Esa noche, mientras Tomás y Lucía se preparaban para irse a casa, el doctor Scott les entregó un pequeño recorte de un anuncio y les dijo: “Llévenlo con ustedes. Es un recuerdo, pero tengan cuidado. No dejen que los personajes dentro del anuncio salgan de control.”

Los niños agradecieron y guardaron el recorte en la mochila de Tomás. Cuando llegaron a casa, no pudieron evitar mirar el recorte antes de dormir. Era un anuncio de una bicicleta, con un chico que se parecía mucho a Tomás montándola. Pensaron que era una coincidencia, pero lo que no sabían era que esa noche, el anuncio cobraría vida.

A la mañana siguiente, al despertar, Tomás encontró la bicicleta del anuncio en su habitación, y el chico del anuncio estaba a su lado, mirándolo fijamente. Tomás gritó, despertando a Lucía que, al entrar a su cuarto, vio la escena y no podía creer lo que estaba pasando.

El chico del anuncio comenzó a hablar: “Por favor, ayúdenme a regresar a mi mundo. No pertenezco aquí.” Los niños, recordando las palabras del doctor Scott, sabían que tenían que actuar rápido antes de que el chico causara algún problema en el mundo real.

Tomaron el recorte y corrieron de regreso a la agencia JWT. Cuando llegaron, el señor Walter y el doctor Scott ya estaban esperándolos. Con una habilidad que solo se obtiene con la experiencia, el señor Walter tomó el recorte y lo colocó sobre la mesa. Con un gesto preciso, usó una pluma especial para dibujar un círculo alrededor del chico del anuncio. Poco a poco, el chico fue desvaneciéndose y regresando al papel, hasta que todo volvió a la normalidad.

Respirando aliviados, Tomás y Lucía se despidieron de los dos hombres. Habían aprendido una valiosa lección sobre el poder de la publicidad y la magia que podía esconderse en las cosas más simples. A partir de ese día, aunque continuaron buscando aventuras, nunca olvidaron la advertencia del doctor Scott: las palabras y las imágenes tienen poder, y deben ser tratadas con respeto.

Y así, con una nueva historia que contar, los niños volvieron a su vida cotidiana, aunque nunca dejaron de imaginar las posibles aventuras que aún les esperaban en la pequeña tienda de la agencia JWT.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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