Había una vez, en un reino muy lejano, dos personajes que habitaban el mismo universo, pero que rara vez se entendían. Eran Comunicación y Lenguaje. Aunque a menudo se encontraban en caminos similares, cada uno tenía una percepción diferente de su importancia en el mundo.
Comunicación era una figura regia y elegante, siempre altanera y creída. Se paseaba por el campo con una confianza desmesurada, segura de su poder y su influencia. Las flores parecían inclinarse ante ella y los pájaros cantaban en su honor. Sus palabras resonaban en el aire con una claridad que impresionaba a todos a su alrededor. Caminaba erguida, con un manto dorado que ondeaba al viento, y una corona de laurel adornaba su cabeza.
Un día, mientras Comunicación paseaba por el campo, no prestó atención a que alguien la seguía. Era Lenguaje, un personaje más humilde pero profundamente sabio. Lenguaje, aunque menos vistoso que Comunicación, tenía una presencia que emanaba serenidad y conocimiento. Vestía ropas sencillas pero llenas de significados ocultos, y sus ojos brillaban con la luz de la sabiduría acumulada a lo largo de los años.
Lenguaje seguía a Comunicación, exclamando con fuerza: «¡Sin mí, nadie existiría! ¡Soy la base de tu poder, Comunicación, y sin mi estructura, tus palabras no tendrían sentido!»
Pero Comunicación, con su arrogancia habitual, no prestó atención a las palabras de Lenguaje. Se consideraba superior y no veía la necesidad de reconocer la importancia de su acompañante. «¿Quién necesita estructura cuando uno puede hablar con tanta elocuencia y elegancia?» pensaba para sí misma.
El sol brillaba en lo alto, y el campo se extendía en todas direcciones, lleno de colores y vida. A lo lejos, se veía una colina cubierta de flores silvestres, donde Comunicación decidió hacer una pausa y admirar el paisaje. Mientras tanto, Lenguaje, incansable en su misión, continuaba explicando su punto.
«Comunicación, debes entender que sin mí, tus palabras serían solo sonidos vacíos. Yo te doy forma y sentido, permito que los mensajes sean claros y que las ideas se transmitan correctamente. Juntos, podemos lograr grandes cosas, pero debes reconocer mi valor.»
Comunicación suspiró, impaciente, y decidió ignorar a Lenguaje, creyendo que sus propias habilidades eran suficientes para impresionar a todos. Sin embargo, un giro inesperado del destino estaba a punto de enseñarle una lección invaluable.
De repente, el cielo se oscureció y un viento fuerte comenzó a soplar. Las flores se agitaron y los pájaros se dispersaron, buscando refugio. Comunicación, desconcertada, miró a su alrededor en busca de una explicación, pero no encontró nada. Lenguaje, por su parte, observó con calma, sabiendo que algo importante estaba a punto de suceder.
De entre las sombras surgió una figura misteriosa, una entidad que representaba la confusión y el caos. Esta figura, conocida como Entropía, se acercó a Comunicación con una sonrisa maliciosa.
«Así que tú eres la famosa Comunicación,» dijo Entropía con voz susurrante. «Tan segura de tu poder, pero tan ignorante de tu verdadera dependencia.»
Comunicación se irguió con altivez. «¿Y quién eres tú para desafiarme?»
«Soy Entropía, la fuerza que desordena y destruye la claridad. Sin Lenguaje, tus palabras se convertirán en un caos incomprensible, y tu poder desaparecerá.»
Comunicación intentó hablar, pero sus palabras comenzaron a desmoronarse en sonidos incoherentes. Era como si una barrera invisible impidiera que sus pensamientos se convirtieran en frases comprensibles. Desesperada, miró a Lenguaje en busca de ayuda.
Lenguaje se acercó con compasión y serenidad. «Comunicación, siempre hemos sido un equipo. Necesitamos trabajar juntos para superar a Entropía. Debes aceptar que sin mí, no puedes existir plenamente.»
Comunicación, finalmente entendiendo la gravedad de la situación, asintió con humildad. «Tienes razón, Lenguaje. He sido arrogante y he subestimado tu importancia. Por favor, ayúdame a restaurar el orden y la claridad.»
Lenguaje sonrió y extendió su mano. «Juntos, podemos enfrentarnos a cualquier desafío.»
Tomados de la mano, Comunicación y Lenguaje unieron sus fuerzas. Lenguaje comenzó a estructurar las palabras de Comunicación, dándoles forma y coherencia. Juntos, crearon mensajes claros y poderosos que comenzaron a disipar la confusión creada por Entropía.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.