Cuentos Clásicos

El Regalo de la Oración

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de verdes colinas y ríos cantarines, vivía una niña llamada Ana. Ana tenía una curiosidad insaciable que la llevaba a preguntar sobre las estrellas, los animales y las flores. Pero había algo que le causaba aún más curiosidad: cada noche, antes de dormir, su Abuela María se arrodillaba junto a su cama y murmuraba dulces palabras al aire.

Una noche de verano, cuando las luciérnagas bailaban entre los jazmines, Ana preguntó: «Abuelita, ¿por qué rezas antes de dormir?»

La Abuela María, con una sonrisa que arrugaba los bordes de sus ojos, contestó: «Mi querida Ana, la oración es como abrir una ventana para hablar con Dios. Es un regalo para contarle sobre nuestros miedos, alegrías y sueños.»

Ana, con los ojos abiertos como lunas llenas, quiso aprender más. «¿Y Dios escucha?» preguntó con inocencia.

«Siempre», aseguró la abuela. «Aunque no siempre responde como esperamos, pero en la oración encontramos amor y paz para nuestro corazón.»

Movida por la sabiduría de su abuela, Ana decidió intentarlo esa misma noche. Se arrodilló y empezó a hablar en susurros, contando sobre su día, sus amigos y el gatito perdido que había encontrado en el parque. Al terminar, se sintió envuelta en una calidez suave y tranquilizadora.

Las noches se convirtieron en un cálido ritual donde Ana y su abuela compartían ese momento de oración. La niña rezaba por las pequeñas cosas que llenaban su mundo y, a veces, por deseos más grandes, como la paz en la tierra o la cura para las enfermedades.

Un día, el gatito que Ana había rescatado enfermó. Con el corazón apretado, Ana rezó con más fervor que nunca. Días después, el pequeño animal se recuperó milagrosamente. Ana no sabía si había sido su oración, pero en su corazón sintió una gratitud inmensa y una paz que nunca antes había experimentado.

Conclusión:

Ana aprendió que la oración no era solo pedir; era también agradecer, reflexionar y sentir. Y aunque no todas las oraciones se cumplían como ella quería, entendió que cada una le traía un regalo: fortaleza, esperanza y una conexión profunda con la abuela que tanto amaba. La oración se convirtió en su refugio, su lugar secreto de amor y paz.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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