Cuentos Clásicos

El Reino de los Números: Una Historia de Armonía y Colaboración

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez un lugar muy especial llamado el Reino de los Números, donde todos los números vivían felices y ayudaban a que el mundo funcionara bien. En ese reino habitaban los números desde el 1 hasta el 10, y cada uno tenía una personalidad distinta que los hacía únicos y especiales. Todos se querían mucho y juntos lograban que las cosas fueran divertidas y ordenadas para todos.

El número 1 era valiente y siempre iba al frente. Siempre decía con orgullo: —¡Yo soy el primero! ¡Sin mí, nada comienza!— y todos sabían que él era muy importante porque marcaba el inicio de todo. Tenía una fuerza especial que hacía que cuando él estaba listo, todos los demás pudieran seguir.

Al lado del uno, estaba su mejor amigo, el número 2. A él le encantaba compartir y hacer equipos con otros. Siempre con una sonrisa decía: —Dos siempre es mejor que uno— y a él le gustaba tanto que alegraba a todos con juegos para hacer parejas y grupos. Dos era un amigo fiel que nunca dejaba solo a nadie.

El número 3 era muy divertido. Siempre organizaba juegos y fiestas en el reino. Le encantaba formar triángulos porque tenía tres lados que se apoyaban mutuamente, y también cantaba canciones con ritmo de tres tiempos que hacían bailar a todos los números. 3 era un payaso alegre y lleno de energía que hacía que la vida en el Reino fuera muy divertida.

El número 4 era ordenado y cuidadoso. Le gustaba que todo estuviera en su lugar y que las cosas fuesen justas y estables. A menudo decía: —Cuatro esquinas en las mesas, cuatro ruedas en los autos, cuatro patas en las sillas—. Le ayudaba a todos a mantener el reino limpio y organizado, porque sin orden, las cosas se podrían perder o romperse.

El 5 era muy curioso y soñador. Siempre quería aprender cosas nuevas y contaba con los dedos de la mano para descubrir el mundo. Se preguntaba cosas todo el tiempo, como: ¿Por qué el cielo es azul? ¿De dónde vienen las sombras? Su curiosidad hacía que en el Reino de los Números nunca faltaran preguntas y aventuras.

Un día, mientras todos jugaban y trabajaban contentos, el Rey Cero, que era el más redondito y callado, notó que el número 7 estaba triste. El siete, a diferencia de los otros, era un poco más misterioso y no siempre se sentía parte del grupo. Se sentó solo, mirando hacia el cielo con una expresión apagada.

El Rey Cero, tan sabio y amable, se acercó con suavidad y preguntó: —¿Qué te pasa, Siete?—. El número 7 bajó la voz y contestó tímidamente: —Nadie me invita a jugar, dicen que soy un número raro—.

El Rey Cero sonrió dulcemente y dijo: —Siete, todos los números son importantes. Cada uno tiene un lugar especial aquí y en el mundo. No hay números raros ni menos valiosos. Tú también eres esencial, y si te unes al número 3, juntos forman algo mágico y divertido.

El número 7 levantó la mirada y sintió curiosidad. El Rey Cero continuó explicando: —Si te unes con tres, juntos son siete. Pueden formar juegos, canciones y hasta ayudar a resolver problemas. Ven, vamos a buscar a tres y mostrarte lo maravillosos que pueden ser juntos—.

Así que el Rey Cero fue con el número 3, que estaba cantando y bailando, y le contó la preocupación de siete. El número 3 sonrió y dijo: —¡Claro que sí! Me encantará jugar con siete. Juntos haremos cosas especiales—.

Cuando siete y tres comenzaron a jugar, los demás números se unieron para ver qué pasaba. Comenzaron a formar triángulos con siete lados imaginarios y a cantar canciones con siete tiempos, algo nuevo y emocionante. El reino entero se llenó de risas y música, y el número 7 empezó a sentirse feliz y querido.

No muy lejos, el número 8, que era fuerte y solidario, observaba todo y decidió unirse. El número 8 se parecía mucho a dos círculos juntos, y contó que se sentía muy poderoso porque podía ayudar a contar muchas cosas y compartir. Al juntarse con cinco, siete y tres, formaron equipos para ayudar a todos en el Reino, mostrando que cuando los números se ayudan, todo es mejor.

Mientras tanto, el 9, que era sabio y amable, medía cuidadosamente cómo usar las ideas de todos para construir cosas grandes en el Reino. A veces les gustaba contar las estrellas, otras veces hacer cadenas de números para contar historias. El 9 decía: —Cada número tiene su momento y juntos hacen la magia—.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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