El Tren de Colores de Juan

Había una vez un niño llamado Juan, que tenía un tren de colores muy especial. Este tren no era un tren cualquiera, porque cada vagón tenía un color diferente y cada color tenía su propia magia.

Un día, Juan se despertó muy emocionado. Era un día soleado y perfecto para jugar. Primero, fue al baño a lavarse los dientes y la cara. Se miró en el espejo y sonrió; sabía que sería un gran día.

Después de desayunar, Juan agarró su tren de colores y salió al parque. Allí, hizo correr su tren por los senderos, subiendo y bajando por las colinas, mientras los pájaros cantaban y las mariposas bailaban alrededor.

Luego, Juan y su mamá fueron al supermercado. Mientras ella compraba, Juan imaginaba que los pasillos eran túneles y las cajas registradoras eran estaciones. Su tren de colores pasaba por entre las frutas y verduras, saludando a las manzanas y a los plátanos.

Más tarde, en el jardín de su casa, Juan plantó flores de muchos colores, como si fueran árboles en miniatura para su tren. El tren de colores parecía feliz rodeado de tanto color y vida.

Al final del día, Juan fue a su habitación a jugar un poco más antes de dormir. Pero de repente, se dio cuenta de que su tren de colores había desaparecido. Buscó debajo de la cama, en el armario, detrás de las cortinas, pero no había rastro de él.

Juan estaba muy triste y no sabía qué hacer. Entonces, se le ocurrió una idea brillante. Se acercó al libro de cuentos que su mamá le leía cada noche y dijo: “Querido lector, ¿me ayudas a buscar mi tren de colores?”

Y así, Juan y el lector comenzaron una aventura para encontrar el tren perdido. Buscaron en cada página del libro, detrás de cada letra y cada palabra. Viajaron a través de historias de piratas, princesas y dragones, siempre buscando el tren de colores.

La búsqueda fue larga y llena de desafíos, pero Juan no se rindió. Sabía que su tren estaba en algún lugar, esperando por él. Y entonces, cuando estaban a punto de cerrar el libro, encontraron una pista. Una pequeña huella de rueda en la esquina de una página.

Siguiendo la pista, llegaron a la última página del libro, y allí estaba el tren de colores, más brillante y mágico que nunca. Juan lo abrazó fuerte y le prometió que nunca más se separarían.

Desde ese día, Juan y su tren de colores vivieron muchas más aventuras, pero siempre juntos. Y cada noche, antes de dormir, Juan le agradecía al lector por ayudarlo a encontrar a su mejor amigo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.