Cuentos Clásicos

Jennifer Brown Hopkins y el Misterio de Glitch Productions

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una tranquila mañana de domingo. Jennifer Brown Hopkins, una chica de 11 años con una mente curiosa y creativa, abrió los ojos lentamente mientras los rayos de sol filtraban a través de las cortinas de su ventana. El aire en su habitación era acogedor, lleno de posters de animes y su estantería rebosante de libros, videojuegos y su inseparable guitarra descansando en una esquina. Sin embargo, aquella mañana era diferente. No era simplemente otro día más antes de volver al colegio. Era el día antes de su primer día en una nueva escuela, una que quedaba mucho más cerca de su casa.

Jennifer se levantó perezosamente de su cama, caminó hasta el baño y se lavó los dientes, sin ninguna prisa. Normalmente, luego de esto, regresaría a su cama, abriría su laptop y se perdería entre sus pasatiempos favoritos: viendo anime, escuchando música o jugando videojuegos. Pero hoy, algo dentro de ella la llevó a hacer algo distinto. En lugar de simplemente desconectar el cerebro, decidió retomar una lectura que la había cautivado por milésima vez: la historia detrás de su estudio de animación favorito, Glitch Productions.

Este pequeño estudio indie se había convertido en una de sus mayores obsesiones. Los fundadores del estudio eran personas que no solo creaban arte, sino que vivían y respiraban pasión por lo que hacían. Jennifer sentía una conexión con ellos, como si, de alguna manera, su propia creatividad desbordante estuviera alineada con la de los artistas que allí trabajaban. «Un día, seré parte de algo así», pensaba mientras pasaba las páginas digitales de su laptop, leyendo sobre las animaciones, la cultura del estudio y la forma en que los empleados podían aportar sus ideas y ayudar a dar forma a los espectáculos.

Mientras leía, Jennifer no podía evitar soñar despierta. Le encantaba la idea de trabajar algún día en un lugar como Glitch Productions, un lugar donde las voces creativas eran escuchadas y valoradas. Aunque, por ahora, ser parte de algo tan grande aún le parecía lejano, la idea de empezar un nuevo capítulo en su vida, en su nuevo colegio, la llenaba de una mezcla de emoción y nerviosismo.

Había algo intrigante en cambiar de escuela, pero también aterrador. No conocía a nadie en su nueva clase, y aunque normalmente no le importaba estar sola, sabía que las primeras impresiones eran importantes. Jennifer no era de esas chicas que llegaban al colegio con la energía suficiente para ser el centro de atención; más bien, le gustaba mantener un perfil bajo, observando desde la distancia.

Mientras se dejaba llevar por su lectura, una notificación apareció en la pantalla de su laptop: «Nuevo episodio de ‘Spectacular Glitch Heroes’ disponible». Jennifer sonrió de oreja a oreja. ¡Era justo lo que necesitaba para distraerse! Cerró su libro digital y se preparó para disfrutar de su anime favorito, una serie que combinaba su amor por los héroes y las aventuras con el inconfundible estilo de Glitch Productions.

El episodio empezó, y Jennifer se sumergió en las aventuras de los personajes. Pero, a medida que la trama avanzaba, algo extraño ocurrió. El protagonista, un personaje carismático llamado Max, parecía romper la cuarta pared. «Jennifer, necesitas prestar atención. Esto no es solo una historia», dijo el personaje, mirando directamente hacia la cámara. Jennifer parpadeó, confundida. «¿Me están hablando a mí?», murmuró mientras se inclinaba hacia la pantalla. La escena cambió rápidamente, y Max volvió a sus diálogos habituales, pero algo en la forma en que lo dijo se quedó en su mente.

El resto del episodio transcurrió con normalidad, pero Jennifer no pudo quitarse de la cabeza lo que había sucedido. Decidió rebobinar el episodio para volver a ver esa parte, pero para su sorpresa, el diálogo había desaparecido. Ahora, Max simplemente decía una línea estándar, sin mirar a la cámara. «Esto es raro», pensó Jennifer. Su corazón comenzó a latir más rápido, pero al mismo tiempo, estaba emocionada. ¿Había sido aquello un glitch? ¿O acaso Glitch Productions había escondido algo especial solo para ella?

Durante el resto del día, Jennifer no pudo dejar de pensar en ese momento. «Tal vez estoy imaginando cosas», se dijo a sí misma. Pero en lo más profundo de su mente, sabía que había algo más.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, una idea comenzó a formarse en su cabeza. «¿Y si esto es una señal?», pensó mientras se acurrucaba bajo las sábanas. Jennifer era una chica racional, pero también tenía una imaginación incontrolable. Se durmió pensando en la posibilidad de que su vida estuviera conectada de alguna manera con las historias que amaba.

A la mañana siguiente, el gran día finalmente llegó. Era el primer día de clases en su nueva escuela. Jennifer se puso su uniforme, una mezcla de nervios y emoción en el aire. Al llegar al colegio, todo le parecía enorme y desconocido. Los pasillos estaban llenos de rostros que nunca había visto, y aunque muchos niños corrían de un lado a otro, ella caminaba lentamente, observando cada detalle.

Al llegar a su salón de clases, encontró un asiento en la parte trasera, donde podía observar sin ser observada. La maestra entró, una mujer joven y enérgica, y comenzó a llamar a los estudiantes por sus nombres. «Jennifer Brown Hopkins», llamó. Jennifer levantó la mano tímidamente mientras algunos de sus compañeros la miraban con curiosidad.

Las primeras horas pasaron sin incidentes, hasta que llegó el recreo. Jennifer se sentó sola en una esquina del patio, sacando un libro para leer, cuando de repente, un grupo de chicas se le acercó. «Hola, tú eres la nueva, ¿verdad?», dijo una de ellas con una sonrisa amigable. Jennifer asintió, un poco nerviosa. «Soy Carla, y estas son Sofía y Natalia. ¿Te gusta el anime?», preguntó Carla, notando el llavero de un personaje de anime colgando de la mochila de Jennifer.

Jennifer sonrió por primera vez desde que había llegado a la escuela. «Sí, me encanta», respondió, aliviada de encontrar algo en común con sus nuevas compañeras.

Carla, Sofía y Natalia intercambiaron miradas emocionadas, como si acabaran de descubrir una nueva aliada en su grupo. Carla se sentó junto a Jennifer, mientras las otras dos chicas se acercaban también, formando un pequeño círculo.

—¡Genial! —exclamó Carla—. Nosotras también somos fanáticas del anime. De hecho, el fin de semana fuimos a una convención. ¿Has ido alguna vez?

Jennifer negó con la cabeza tímidamente.

—No, nunca he ido a una —respondió, aunque por dentro, la idea de asistir a una convención de anime siempre le había llamado la atención. Solo que no conocía a nadie con quien compartir esa experiencia, hasta ahora.

—¡Tienes que venir la próxima vez! —dijo Natalia con entusiasmo—. Es increíble. Te disfrazas, compras cosas geniales, y además, puedes conocer a otros fans.

Sofía se inclinó hacia Jennifer y, bajando la voz como si estuviera compartiendo un secreto muy importante, añadió:

—También hay concursos de cosplay. Nosotras participamos el año pasado vestidas como personajes de My Hero Academia.

—Yo fui Ochaco —dijo Carla, sonriendo orgullosa—. Y Natalia fue Froppy. ¡Nos divertimos muchísimo!

Jennifer escuchaba con interés. No estaba segura de si alguna vez se atrevería a disfrazarse en público, pero la idea de pertenecer a un grupo que compartía sus intereses le parecía algo que había estado buscando desde hacía mucho tiempo. Antes, en su antigua escuela, siempre había sido difícil encontrar a alguien que entendiera su pasión por los videojuegos y el anime. Aunque tenía amigos, sentía que no encajaba del todo. Pero aquí, en su nueva escuela, apenas en su primer día, ya estaba encontrando personas que parecían estar en sintonía con ella.

—Me encantaría ir —dijo Jennifer, su timidez empezando a desvanecerse—. Aunque… no sé si me atrevería a hacer cosplay.

—¡No te preocupes! —dijo Sofía—. Nosotras te ayudamos. Es súper divertido, y no tiene que ser nada complicado. Puede ser algo sencillo, lo importante es que lo disfrutes.

La campana sonó, anunciando el final del recreo, y las chicas se levantaron. Antes de regresar a clase, Carla le dio a Jennifer un pequeño papel con su número de teléfono.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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