Cuentos Clásicos

La Amistad Inesperada

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un barrio cualquiera, en una casa como cualquier otra, vivía un niño llamado Leo. Leo era un chico curioso y aventurero, pero había algo que perturbaba sus noches: los extraños ruidos que provenían de su armario. Cada noche, cuando la casa quedaba en silencio y las luces se apagaban, comenzaba una sinfonía de crujidos, murmullos y a veces, suaves golpeteos que hacían que Leo se escondiera bajo las sábanas, temblando de miedo.

Una noche, decidido a enfrentar lo que fuera que habitara en su armario, Leo se armó de valor. Justo antes de apagar la luz, se acercó al armario y lo abrió de golpe, pero no había nada. Sin embargo, los ruidos continuaron, más intensos esta vez. Leo, con el corazón en la garganta, decidió que esa noche no se escondería. Se quedó despierto, con una linterna en mano, esperando.

Pasaron las horas, y justo cuando el reloj marcaba la medianoche, los ruidos se hicieron más fuertes. Leo, decidido, apuntó con su linterna hacia el armario y lo abrió lentamente. Para su sorpresa, dentro no había ropa colgada ni viejos juguetes olvidados, sino un monstruo. Pero no era un monstruo como los que había visto en las películas o leído en los cuentos. Este tenía un pelaje azul y suave, grandes ojos que brillaban con curiosidad y una sonrisa gentil.

El monstruo, al ver la luz de la linterna, parpadeó confundido, y luego, con voz temblorosa, dijo: «¿Puedo… puedo quedarme aquí? No tengo a dónde ir».

Leo, superando su sorpresa inicial, sintió una oleada de compasión por la criatura. «¿Quién eres? ¿Y por qué estás en mi armario?», preguntó.

«Me llamo Rumi», respondió el monstruo. «Y estoy aquí porque… bueno, es una larga historia. Pero no te haré daño, lo prometo».

Esa noche, Leo y Rumi hablaron durante horas. Rumi le contó a Leo sobre su mundo, un lugar mágico pero peligroso para un monstruo tan gentil como él. Había escapado buscando refugio y, de alguna manera, había terminado en el armario de Leo.

Con el amanecer, nació una amistad inesperada. Leo decidió que Rumi podría quedarse en su cuarto, escondido del mundo que lo asustaba tanto. Durante el día, Rumi se ocultaba en el armario, y por las noches, los dos amigos compartían historias y sueños.

Pero Leo sabía que no podían seguir así para siempre. Quería ayudar a Rumi a encontrar un lugar seguro donde pudiera ser feliz y libre. Recordó entonces las historias que su abuela le contaba, sobre un valle encantado donde criaturas mágicas vivían en paz, protegidas de los peligros del mundo exterior.

Convencido de que ese era el lugar para Rumi, Leo planeó una gran aventura. Durante días, los dos prepararon todo lo necesario para el viaje. Mapas, comida, y sobre todo, valor. Una noche, bajo la luz de una luna llena y brillante, se despidieron de la habitación de Leo y partieron hacia lo desconocido.

El viaje no fue fácil. Atravesaron bosques oscuros donde los árboles susurraban secretos, cruzaron ríos cuyas aguas escondían misterios, y sortearon peligros que solo existen cuando se camina por la frontera de lo mágico. Pero Leo y Rumi nunca perdieron la esperanza, y su amistad se hizo más fuerte con cada desafío superado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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