Cuentos Clásicos

La aventura mágica de los sueños olvidados

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos brillantes, tres amigos inseparables llamados Sofía, Candela y Mateo. Sofía era una niña curiosa, siempre llena de preguntas sobre el mundo que la rodeaba. Candela, su mejor amiga, tenía una imaginación desbordante y solía inventar historias fantásticas. Mateo, el más atrevido de los tres, siempre estaba buscando aventuras emocionantes donde pudieran vivir momentos inolvidables.

Un día, mientras jugaban en el parque bajo el gran roble del pueblo, Candela comenzó a contar una historia. “¿Sabían que hay un lugar donde se encuentran todos los sueños olvidados?” dijo con una sonrisa traviesa. Sofía, intrigada, se sentó a escucharla con atención. “Sí, se dice que cada noche, los sueños que las personas no recuerdan se van a un bosque mágico donde viven criaturas extraordinarias.”

Mateo, emocionado por la idea, interrumpió y dijo: “¡Debemos encontrar ese bosque! ¡Imaginad todas las aventuras que podríamos tener! ¡Y quizás, incluso podríamos traer algunos sueños de vuelta!”

Sofía, con sus ojos brillando de curiosidad, asintió y dijo: “¡Sí! Pero, ¿cómo llegamos allí?” Candela, que siempre tenía un plan, respondió: “Podemos seguir el arcoíris. Siempre que termina, hay magia y aventura esperando.” Los tres amigos estaban de acuerdo, así que decidieron esperar a que lloviera un poco para que apareciera un arcoíris.

Poco tiempo después, el cielo empezó a nublarse y, tras una ligera lluvia, un arcoíris brillante apareció en el horizonte. Los amigos miraron a su alrededor, llenos de emoción. “¡Vamos!” gritó Mateo, y comenzaron a correr en dirección al arcoíris.

Mientras corrían, el mundo a su alrededor empezaba a transformarse. Los colores se volvían más vivos, las flores danzaban al ritmo del viento, y el canto de los pájaros les acompañaba en su travesía. Finalmente, llegaron al final del arcoíris, donde encontraron un hermoso portal de luz. “¡Es el bosque mágico!” exclamó Sofía, con los ojos muy abiertos.

Sin pensarlo dos veces, cruzaron el portal y se encontraron en un lugar extraordinario. Las estrellas brillaban incluso durante el día, y había criaturas de todos los colores y tamaños jugando entre los árboles. Había hadas de polvo dorado, duendes traviesos y un gran unicornio que relinchaba alegremente. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue una pequeña mariposa azul que se acercó volando hacia ellos.

“Hola, aventureros,” dijo la mariposa con una voz suave y melodiosa. “Soy Azulita, la guardiana de los sueños olvidados. ¿Qué les trae a este bosque mágico?”

Mateo, emocionado, fue el primero en hablar. “¡Queremos ver los sueños olvidados y traer algunos de vuelta! ¡Creemos que hay aventuras esperando!” Azulita sonrió y, con un suave batir de alas, les dijo: “Los sueños olvidados son frágiles, tienen que ser tratados con cuidado. Si quieren verlos, deben ayudarlos a encontrar su camino de regreso.”

Sofía y Candela miraron a Azulita con curiosidad. “¿Cómo podemos ayudar?” preguntó Sofía. “Hay un sueño que se ha perdido en la niebla,” explicó Azulita. “Se llama el Sueño de la Alegría y si logran encontrarlo, todos los sueños olvidados podrán regresar a los corazones de quienes los han olvidado.”

Sin dudarlo, el grupo aceptó la misión. Azulita les indicó el camino hacia la niebla, que se extendía como un manto suave entre los árboles. “Pero cuidado,” advirtió la mariposa, “la niebla puede confundirlos. Deben mantenerse juntos y seguir el sonido de la risa.”

Sofía, Candela y Mateo empezaron a caminar, escuchando atentamente. La niebla envolvía todo, pero de repente, oyeron risas frescas que sonaban como campanas. “¡Allí!” gritó Candela, señalando una luz brillante que destellaba entre los árboles. Juntos, corrieron hacia la luz, que se hizo más fuerte a medida que se acercaban.

Cuando salieron de la niebla, se encontraron en un claro iluminado por el sol, donde había un grupo de criaturas jugando. Había duendes lanzando confeti, hadas haciendo piruetas y un pequeño dragón que hacía burbujas de colores. Al centro de todo eso, estaba el Sueño de la Alegría, un enorme globo lleno de risas y felicidad.

“¡Es hermoso!” exclamó Sofía. Pero de repente, el dragón, al notar su presencia, se acercó volando. “¿Quiénes son ustedes?” preguntó con curiosidad. “¡Hola! Somos Sofía, Candela y Mateo. Hemos venido a ayudarlos a encontrar el Sueño de la Alegría,” explicó Mateo.

El dragón sonrió. “Soy Chispa. Yo vi cómo el Sueño de la Alegría se perdió entre la niebla, pero no puedo acercarme a él porque las risas lo asustan. Necesitamos de su magia.” Candela, entonces, tuvo una brillante idea. “¿Y si hacemos un juego para que las risas se conviertan en alegría y no en miedo?”

“¡Eso es!” gritó Sofía, emocionada. Juntos, empezaron a jugar con todos los habitantes del claro. Saltaron, rieron, contaron chistes y se lanzaron burbujas de colores en el aire. Con cada risa, el Sueño de la Alegría parecía relucir más y más.

Chispa, asombrado por la diversión, se acercó cautelosamente, hasta que finalmente se unió a ellos, dejando escapar risas profundas y alegres que resonaron por todo el bosque. Al unirse a la diversión, el Sueño de la Alegría se iluminó aún más y, de repente, comenzó a volar hacia los amigos.

“¡Lo tenemos!” gritó Mateo, mientras el globo se acercaba. Con un movimiento cuidadoso, los tres amigos atraparon el Sueño de la Alegría entre sus manos. “Ahora, ¿qué hacemos con él?” preguntó Candela.

“Debemos llevarlo de regreso a Azulita,” indicó Sofía, emocionada. Juntos, corrieron de vuelta hacia donde habían conocido a la mariposa. Al llegar, Azulita les sonrió. “¡Lo han logrado! Ahora, coloquen el Sueño de la Alegría en el árbol del bosque, y todos los sueños olvidados podrán volver a brillar.”

Siguiendo sus instrucciones, los tres amigos llevaron el globo hacia el gran árbol que se alzaba en el centro del bosque. Con un toque mágico de los dedos, colocaron el Sueño de la Alegría en la corteza del árbol. En un instante, el árbol comenzó a brillar con vivos colores, como si todas las risas y las alegrías se hubieran absorbido por su tronco.

“¡Ahora todos los sueños podrán regresar!” exclamó Azulita. Y así ocurrió. Desde el árbol, surgieron destellos de luz que llenaron el bosque, y desde cada destello, un sueño olvidado emergió, danzando alegremente en el aire.

Los amigos miraron maravillados mientras los sueños volvían a los corazones de las personas. El bosque estaba lleno de alegría, risas y magia. “Gracias, Sofía, Candela y Mateo,” dijo Azulita, contenta. “El mundo nunca olvidará la alegría que han traído hoy.”

Con una sonrisa, los amigos se despidieron de sus nuevos amigos del bosque y comenzaron su camino de regreso, cruzando nuevamente el portal hacia su hogar. Al salir, se dieron cuenta de haberse llenado de un brillo especial, como si la aventura y la magia de los sueños olvidados vivieran ahora en ellos.

Desde aquel día, Sofía, Candela y Mateo aprendieron que los sueños son importantes y que, aunque a veces se olviden, siempre hay maneras de recuperarlos. ¡Y así, cada vez que veían un arcoíris, recordaban su increíble aventura! La amistad, la alegría y la magia siempre estarían en sus corazones, listos para crear nuevas historias y seguir soñando.

Así que, si alguna vez ven a tres amigos riendo bajo un arcoíris, sabrán que están listos para su próxima aventura, porque los sueños, aunque a veces se olvidan, nunca dejan de existir mientras haya amistad y amor en el corazón.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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