Cuentos Clásicos

La Niña que se Perdía en el Silencio de su Propio Hogar

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez una niña llamada Pochita que vivía en un hogar lleno de risas y colores. Pochita era una niña muy curiosa, le encantaba explorar cada rincón de su casa y jugar con su perro, un perrito de pelaje suave llamado Nube. Pochita y Nube pasaban horas juntos, corriendo por el jardín, jugando a las escondidas entre los arbustos y disfrutando de la brisa fresca que venía del bosque cercano.

Un día, mientras jugaban, Pochita decidió hacer una aventura diferente. Quería buscar un lugar nuevo para jugar. -¡Ven, Nube! -dijo Pochita entusiasmada- ¡Vamos a encontrar un sitio mágico en nuestro hogar! Nube meneó la cola y la siguió, con sus ojos brillando de alegría. Pochita empezó a caminar por su casa, buscando algo que nunca había visto antes.

Primero, entró a la cocina, donde el aroma del pan recién horneado llenaba el aire. Su mamá estaba cocinando y Pochita sonrió al verla. -¡Hola, mami! -dijo mientras corría a abrazarla- ¿Puedo ayudar en algo? Su mamá la miró y le dijo con dulzura. -Claro, cariño, pero primero debes lavarte las manos. Pochita se lavó las manos bajo el grifo, disfrutando del agua fría en su piel. Después, se puso un delantal pequeño, como el de su mamá, y ayudó a hacer galletas de chocolate.

Mientras las galletas estaban en el horno, Pochita se acordó de su aventura. -¡Nube, vamos a seguir buscando nuestro lugar mágico! -exclamó. Salieron de la cocina y subieron las escaleras. En el corredor, Pochita miró las puertas de las habitaciones. -Hmm, creo que deberíamos explorar el desván -sugirió Pochita con una sonrisa traviesa. Nube ladró de felicidad; le encantaba la idea.

Cuando llegaron al desván, encontraron un lugar polvoriento, lleno de cajas y juguetes antiguos. Pochita se asomó a una caja grande y la abrió. Dentro, había un montón de muñecas, pelotas y juegos de mesa. -¡Mira, Nube! -gritó de alegría- ¡Hay tantas cosas aquí! Pero al buscar más, Pochita encontró algo que la sorprendió. Era un viejo libro con tapas desgastadas. -¡Un libro! -dijo con asombro. Comenzó a pasar las páginas y encontró historias de hadas y animales que hablaban. -¡Qué bonito es este libro! -comentó Pochita.

Mientras leía, un suave sonido comenzó a llenarla de calma. Era como si el libro la hubiera llevado a un mundo mágico, un mundo donde todo era posible. Pero, de repente, Pochita sintió que estaba demasiado tranquila. Las palabras del libro la envolvieron y la llevaron a un lugar donde no podía escuchar nada, ni la risa de su madre, ni el ladrido de Nube. Era un silencio profundo.

-¡Nube! -llamó Pochita, pero no escuchó respuesta. Se sorprendió y un poco asustada, comenzó a buscar por el desván. Cada rincón del lugar era más callado que el anterior. -¿Dónde estás, Nube? -preguntó con voz dulce, pero no había respuesta. En ese momento, Pochita comenzó a sentirse sola, como si el silencio estuviera atrapándola. Buscó por todos lados, detrás de las cajas y debajo de las muñecas.

Pochita se dio cuenta de que no quería estar sola. El silencio del desván no era tan divertido como había pensado. Entonces, decidió utilizar su imaginación. Cerró los ojos y comenzó a contar. -Uno, dos, tres… -su voz resonaba en la penumbra. A cada número, imaginaba a Nube acercándose a ella, moviendo su colita y ladrando felizmente. Cuatro, cinco… Con cada conteo, el silencio comenzó a desvanecerse, poco a poco, hasta que al abrir los ojos nuevamente, una suave voz la llamó.

-¡Pochita! -era Nube, que había llegado corriendo, sacudiendo su pelaje. Pochita sonrió al verlo y sintió que el miedo desaparecía. -¡Estaba tan preocupada por ti! -dijo abrazándolo. Nube, moviendo la cola, se acercó a Pochita y dio un pequeño ladrido, como si dijera que todo estaba bien. Y así, juntas, decidieron cerrar el libro y dejar el desván, volviendo a la calidez de su hogar.

Al salir, Pochita se dio cuenta de que aunque había momentos en que el silencio podía parecer hermoso, también era importante estar acompañada. La alegría de jugar y compartir momentos con Nube y su familia era aún más mágica. Cuando regresaron a la cocina, su mamá estaba sacando las galletas del horno. El rico olor llenaba el aire, y Pochita sintió una gran felicidad.

-¡Mami, miren lo que encontramos! -dijo mientras enseñaba el libro a su mamá. Su madre sonrió y le dijo -Es un gran hallazgo, cariño, pero la verdadera aventura es compartirla con los que amas. Pochita entendió que a veces, el silencio podía ser confundido con estar sola, pero que nunca estaba realmente sola mientras tuviera a Nube y a su familia a su lado.

Después de disfrutar de las galletas, Pochita y Nube se sentaron en el sofá, donde leyeron juntos el libro de hadas, riéndose y disfrutando de cada cuento. Así, Pochita aprendió la importancia de compartir sus aventuras y de nunca perderse en el silencio de su propio hogar, porque siempre habría risas y amor que llenarían cualquier vacío. Y desde ese día, cada vez que el silencio llegaba, Pochita sabía que podía crear su propia música y magia junto a quienes más amaba, porque en su hogar, nunca habría lugar para el miedo. Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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