En una pequeña casa al borde del bosque, vivían cinco hermanas: Luz, Luna, Leni, Lola y Lisa. Cada mañana, antes de ir a la escuela, tenían una tradición especial. Se reunían en la sala de estar, se acomodaban en los mullidos cojines del sofá y leían juntas una historia del gran libro de cuentos que su madre les había regalado.
Esa mañana, la historia elegida era especialmente fascinante. Trataba de una niña llamada Clara y su perrito Max, quienes vivían increíbles aventuras en un mundo lleno de magia y diversión. Las hermanas estaban tan absortas en la lectura que no se dieron cuenta de que el tiempo pasaba rápidamente. Luna, la segunda mayor, fue la primera en notar la hora.
—¡Chicas, se hace tarde! —exclamó, cerrando el libro de golpe.
Las otras hermanas levantaron la vista sorprendidas. Luz, la mayor, miró el reloj y se puso de pie de un salto.
—¡Vamos, niñas, se hace tarde! —repitió con urgencia.
Todas se apresuraron a ponerse sus uniformes escolares, cepillarse los dientes y recoger sus mochilas. Salieron corriendo de la casa, no sin antes escuchar a su madre gritar desde la cocina:
—¡Más tarde continuarán leyendo! ¡Deseo que la hora pase volando para ustedes!
El día en la escuela se les hizo interminable. Aunque las clases eran interesantes y tenían amigos con quienes jugar, sus mentes volvían una y otra vez a la historia de Clara y Max. No podían esperar para volver a casa y descubrir qué sucedería después en el cuento.
Cuando finalmente sonó la campana que anunciaba el final de la jornada escolar, las cinco hermanas salieron disparadas del aula y corrieron todo el camino de regreso a su casa. Su madre las esperaba en la puerta, y al verlas tan emocionadas, no pudo evitar sonreír.
—¿Cómo les fue en la escuela? —les preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
—¡Bien! —respondieron al unísono—. ¿Podemos seguir con la historia ahora?
—Primero deben hacer su tarea —dijo su madre, manteniendo un tono firme pero cariñoso.
Las niñas asintieron y se dirigieron a sus habitaciones. A pesar de su entusiasmo, sabían que las reglas eran importantes. Se pusieron a hacer sus tareas con la mayor rapidez posible, pero sin descuidar la calidad de su trabajo.
Finalmente, con las tareas completadas y las mochilas guardadas, volvieron a la sala de estar, donde su madre las esperaba con el libro en mano.
—Muy bien, mis niñas. Ahora podemos seguir leyendo. Pero antes, cuéntenme de qué se trata la historia que están leyendo.
Luz tomó la iniciativa y comenzó a contarle a su madre sobre Clara y su perrito Max. Cómo su madre siempre inventaba juegos maravillosos para que se divirtieran y cómo cada día era una nueva aventura.
—Es una historia muy bonita —dijo su madre—. Me alegra que lean tanto y disfruten de los cuentos. La lectura es una puerta a mundos maravillosos.
Las niñas se acomodaron a su alrededor, ansiosas por continuar. Luz abrió el libro y comenzó a leer en voz alta. Clara y Max estaban a punto de descubrir un misterioso jardín encantado cuando…
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.