Cuentos Clásicos

Liniel y Pedrilina

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Érase una vez, en un hermoso bosque lleno de árboles mágicos y flores brillantes, vivían cinco pequeños amigos: Lyna, Ela, Melina, Daniel y Pedro. Lyna era una niña con cabello rubio y rizado, siempre vestida con un hermoso vestido rosa. Ela, su mejor amiga, tenía el cabello castaño y liso, y usaba un vestido azul que hacía juego con sus ojos. Melina, con su cabello rojo en dos coletas, llevaba un vestido verde que resaltaba sus ojos marrones. Daniel, un niño con el pelo corto y negro, siempre vestía una camiseta amarilla y pantalones cortos azules. Y Pedro, con su cabello castaño rizado, solía llevar una camiseta roja y pantalones verdes.

Un día, mientras los cinco amigos jugaban en el claro del bosque, encontraron un mapa antiguo escondido bajo una roca grande y redonda. El mapa tenía dibujos de lugares que no reconocían y un gran “X” roja en el centro.

—¡Es un mapa del tesoro! —exclamó Daniel con emoción, sus ojos brillando con curiosidad.

—¡Vamos a buscarlo! —dijo Lyna, ya imaginando todas las maravillas que podrían encontrar.

Los cinco amigos decidieron seguir el mapa y embarcarse en una gran aventura. Empacaron algunas provisiones: galletas, jugo y una manta, y se pusieron en marcha. El mapa los guiaba a través del bosque, hacia lugares que nunca antes habían explorado.

Mientras caminaban, encontraron un arroyo cristalino. Decidieron detenerse y refrescarse un poco. Pedro, el más travieso del grupo, comenzó a salpicar agua a sus amigos, lo que provocó una divertida guerra de agua. Rieron y jugaron hasta que estuvieron completamente empapados, pero felices.

Continuaron su camino, siguiendo el mapa. Pasaron por una cueva oscura y misteriosa. Daniel, que era muy valiente, entró primero con una linterna. Dentro, encontraron pinturas antiguas en las paredes, que contaban historias de tiempos pasados. Melina, fascinada, comenzó a copiar algunas de las figuras en su cuaderno.

—Miren esto —dijo Melina, mostrando un dibujo de una criatura que parecía una mezcla entre un dragón y un unicornio.

—¡Es Liniel! —exclamó Ela—. Mi abuela me contó historias sobre él. Es un dragón que protege el bosque y ayuda a los niños que se pierden.

—Y aquí está Pedrilina —añadió Pedro, señalando otra figura—. Es su compañera, una hada que cuida de las flores y los animales.

Los amigos estaban encantados con sus descubrimientos y sentían que estaban cada vez más cerca del tesoro. Continuaron su viaje, atravesando campos de flores y colinas verdes. Finalmente, llegaron a un enorme árbol con una puerta pequeña en su tronco, justo como lo mostraba el mapa.

—Debe ser aquí —dijo Lyna, emocionada.

Abrieron la pequeña puerta y encontraron una escalera que descendía hacia una cueva subterránea. Bajaron con cuidado, uno tras otro, hasta llegar a una gran sala iluminada por cristales que brillaban en las paredes. En el centro de la sala, había un cofre antiguo y polvoriento.

—¡El tesoro! —gritó Pedro, corriendo hacia el cofre.

Abrieron el cofre y, para su sorpresa, no encontraron oro ni joyas. En su lugar, había una colección de semillas brillantes, frascos de polvo mágico y una carta antigua.

Ela tomó la carta y comenzó a leer en voz alta:

“Queridos buscadores del tesoro, si han encontrado este cofre, significa que han demostrado valentía, amistad y curiosidad. Estas semillas son mágicas y pueden hacer crecer los árboles más altos y las flores más hermosas. El polvo mágico puede curar a los animales heridos y hacer que el bosque florezca eternamente. Usen estos regalos con sabiduría y amor. Liniel y Pedrilina.”

Los cinco amigos se miraron, comprendiendo que el verdadero tesoro no era el oro ni las joyas, sino la magia y la belleza del bosque que podían proteger y cuidar. Decidieron plantar las semillas y usar el polvo mágico para ayudar a todos los seres vivos del bosque.

Durante los días siguientes, Lyna, Ela, Melina, Daniel y Pedro trabajaron juntos, plantando las semillas en los lugares donde más se necesitaban. Las flores comenzaron a florecer en colores brillantes y los árboles crecieron más altos y fuertes que nunca. Utilizaron el polvo mágico para curar a los animales heridos y ayudar a los más pequeños a encontrar su camino.

El bosque, que ya era hermoso, se convirtió en un lugar aún más mágico y lleno de vida. Los cinco amigos se sintieron felices y realizados, sabiendo que habían hecho algo maravilloso por su hogar.

Un día, mientras descansaban bajo un gran árbol que habían plantado juntos, escucharon una voz suave y melodiosa. Era Pedrilina, el hada del bosque, que había venido a agradecerles por cuidar tan bien del bosque.

—Gracias, queridos niños —dijo Pedrilina con una sonrisa—. Han hecho un trabajo maravilloso. Liniel y yo estamos muy orgullosos de ustedes.

De repente, una luz brillante apareció, y Liniel, el dragón protector del bosque, se materializó ante ellos. Su presencia era majestuosa y llena de bondad.

—Siempre estaré aquí para protegerlos —dijo Liniel—. Ustedes han demostrado que el verdadero poder del bosque está en la amistad, el amor y el cuidado. Nunca lo olviden.

Con esas palabras, Liniel y Pedrilina desaparecieron, dejando una estela de luz brillante. Los cinco amigos se abrazaron, sintiéndose más unidos que nunca.

Las estaciones pasaron, y el bosque continuó floreciendo. Cada año, Lyna, Ela, Melina, Daniel y Pedro recordaban su aventura y los regalos mágicos que habían recibido. Sabían que, mientras mantuvieran vivo el espíritu de amistad y cuidado, el bosque siempre sería un lugar mágico y lleno de vida.

Y así, vivieron felices, sabiendo que habían hecho una gran diferencia en el mundo. Su amistad se fortaleció con el tiempo, y siempre recordaron la lección más importante de su aventura: el verdadero tesoro está en el amor y el cuidado que damos a los demás.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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