Cuentos Clásicos

Melisa y su Clase de Sueños

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de alegría y colores, una joven llamada Melisa. Melisa tenía un gran sueño: quería ser maestra y ayudar a los niños a aprender y crecer felices. Desde que era pequeña, Melisa amaba estar rodeada de libros y juguetes, y siempre soñaba con tener su propia clase llena de niños sonrientes.

Un día, Melisa decidió que era hora de hacer realidad su sueño. Se inscribió en la universidad para estudiar licenciatura en pedagogía infantil. Sabía que tenía que cursar 141 créditos, pero eso no la desanimaba. Melisa estaba decidida a esforzarse y aprender todo lo necesario para ser una gran maestra.

Melisa se consideraba una unadista, lo que significaba que trataba de seguir los valores de su universidad. Siempre se esforzaba por integrarse con sus compañeros y trabajar en equipo. En cada proyecto y tarea, Melisa escuchaba con atención las ideas de los demás y aportaba sus propios conocimientos, siempre con una actitud creativa y de investigación.

Durante su tiempo en la universidad, Melisa descubrió que tenía un don especial para liderar. Era capaz de escuchar y valorar las opiniones de los demás, lo que le permitía guiar a su equipo hacia la realización de trabajos maravillosos. Sus compañeros la respetaban y admiraban por su capacidad de inspirar y motivar.

Después de varios años de estudio y dedicación, Melisa finalmente se graduó con honores. Estaba lista para comenzar su aventura como maestra. Con un corazón lleno de emoción y una mente llena de conocimientos, Melisa consiguió un trabajo en una escuela del pueblo.

La escuela era un lugar mágico, lleno de colores, libros y juguetes. Los niños corrían y jugaban felices por los pasillos, y las aulas estaban llenas de risas y aprendizaje. Melisa se sintió como en casa desde el primer día. Sabía que estaba en el lugar correcto para hacer una diferencia en la vida de los niños.

En su primera clase, Melisa conoció a un grupo de niños encantadores. Había niños de todas las edades, cada uno con su propia personalidad y sueños. Melisa les dio la bienvenida con una gran sonrisa y comenzó a conocerlos uno por uno. Aprendió sus nombres, sus gustos y sus sueños, y pronto se ganó su cariño y confianza.

Cada día, Melisa preparaba actividades divertidas y educativas para sus alumnos. Les leía cuentos mágicos, les enseñaba a contar y a leer, y jugaba con ellos en el patio. Los niños adoraban a Melisa y siempre esperaban con ansias sus clases.

Una mañana, Melisa decidió hacer algo especial para sus alumnos. Quería mostrarles lo importante que era trabajar en equipo y ayudarse mutuamente. Así que organizó una actividad en la que todos los niños tenían que colaborar para construir una gran torre de bloques.

Los niños estaban emocionados y comenzaron a trabajar juntos. Algunos trajeron los bloques, otros los apilaron, y otros más aseguraron que la torre fuera estable. Melisa observaba con orgullo cómo sus alumnos trabajaban en equipo, ayudándose y animándose mutuamente.

Cuando la torre estuvo terminada, los niños celebraron con risas y aplausos. Melisa se acercó a ellos y les dijo:

—Hoy han aprendido algo muy importante. Cuando trabajamos juntos y nos apoyamos, podemos lograr cosas maravillosas. Siempre recuerden que el trabajo en equipo y la amistad son muy valiosos.

Los niños asintieron con entusiasmo y prometieron recordar las palabras de Melisa. A partir de ese día, se ayudaban y apoyaban aún más, creando un ambiente de armonía y colaboración en el aula.

Con el tiempo, Melisa vio cómo sus alumnos crecían y se desarrollaban. Algunos aprendieron a leer sus primeros libros, otros descubrieron su amor por las matemáticas, y otros más se convirtieron en pequeños artistas. Melisa se sentía orgullosa de cada uno de ellos y sabía que había encontrado su verdadera vocación.

Un día, mientras paseaba por el parque con sus alumnos, Melisa recordó sus propios días de estudio en la universidad. Pensó en todo lo que había aprendido y en lo mucho que había crecido como persona. Se dio cuenta de que su esfuerzo y dedicación habían valido la pena.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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