Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y valles, una niña llamada Carla. Carla era una niña muy curiosa y amable, con cabello castaño y ojos brillantes. Le encantaba explorar el mundo que la rodeaba y aprender nuevas cosas.
Un día, mientras paseaba por el pueblo, Carla se encontró con una anciana que se sentaba en una silla de madera, tejendo una manta de lana. La anciana se llamaba Sofía y era muy sabia y amable. Carla se sintió atraída por la anciana y se sentó a su lado, observando cómo tejía la manta.
Sofía sonrió y le preguntó a Carla qué la había llevado a sentarse a su lado. Carla le contó que le gustaba explorar el pueblo y aprender nuevas cosas. Sofía sonrió y le dijo que tenía una historia que podría enseñarle algo nuevo.
«¿Quieres escuchar una historia, Carla?», le preguntó Sofía. Carla asintió con la cabeza y se inclinó hacia adelante, ansiosa por escuchar la historia.
«Había una vez, en un reino lejano», comenzó Sofía, «un hombre llamado Tomás. Tomás era un hombre muy rico y poderoso, y tenía un castillo grande y hermoso. Pero Tomás no era un hombre justo y honesto. Era un hipócrita, que decía una cosa y hacía otra».
Carla escuchó con atención, intentando entender qué significaba ser un hipócrita. Sofía continuó la historia.
«Tomás tenía un sirviente llamado Juan. Juan era un hombre muy trabajador y honesto, y siempre hacía lo que le pedían. Pero Tomás no era justo con Juan, y siempre le pedía que hiciera más trabajo del que podía hacer».
Carla frunció el ceño, sintiendo que Tomás no era un buen jefe. Sofía continuó la historia.
«Un día, Juan se enfermó y no pudo trabajar. Tomás se enfureció y le dijo que si no se curaba enseguida, lo despediría. Juan se sintió muy triste y asustado, y no sabía qué hacer».
Carla se sintió triste por Juan y esperaba que algo bueno sucediera. Sofía continuó la historia.
«Pero entonces, algo extraño sucedió. La sombra de Tomás comenzó a crecer y a moverse por su cuenta. La sombra se convirtió en un ser vivo y began a hablar. Le dijo a Tomás que era un hipócrita y que siempre había sido injusto con Juan».
Carla se sorprendió y se rió un poco, pensando que la sombra era un personaje divertido. Sofía continuó la historia.
«La sombra le dijo a Tomás que si no cambiaba su comportamiento y se disculpaba con Juan, la sombra lo perseguiría siempre. Tomás se asustó y se disculpó con Juan, prometiéndole que sería más justo en el futuro».
Carla se sintió aliviada, pensando que todo había salido bien al final. Sofía continuó la historia.
«Juan se curó y volvió a trabajar para Tomás. Pero la sombra nunca se fue. Siempre estuvo allí, recordando a Tomás que debía ser justo y honesto. Y Tomás cambió su comportamiento, y se convirtió en un hombre más justo y honesto».
Carla sonrió, sintiendo que la historia había terminado bien. Sofía sonrió también y le preguntó a Carla si había entendido la moraleja de la historia. Carla pensó por un momento y luego dijo:
«La moraleja es que debemos ser justos y honestos, y no hipócritas. Y si no, nuestra sombra nos perseguirá siempre».
Sofía sonrió y le dio un abrazo a Carla. «Eso es correcto, Carla. La sombra de nuestro comportamiento siempre nos perseguirá. Recuerda eso siempre».
Carla asintió con la cabeza y se levantó para irse. Sofía la llamó y le dijo: «Carla, ¿quieres conocer a alguien más? Hay alguien que ha estado escuchando nuestra conversación desde el principio».
Carla se volvió y vio a un hombre que se había estado escondiendo detrás de una cortina. El hombre se llamaba Pablo y era un viajero que había estado recorriendo el mundo. Pablo había escuchado la historia de Sofía y se había sentido conmovido.
«Me gustaría unirme a su conversación», dijo Pablo. Sofía sonrió y le invitó a sentarse con ellas.
Los tres se sentaron juntos y continuaron hablando. Carla se sintió muy feliz de haber encontrado a Sofía y a Pablo, y se dio cuenta de que la vida estaba llena de sorpresas y oportunidades para aprender y crecer.
Y así, Carla, Sofía y Pablo se convirtieron en grandes amigos, y siempre se reunieron para compartir historias y aprender de cada uno. La sombra de Tomás nunca se fue, pero se convirtió en un recordatorio para todos de la importancia de ser justos y honestos. Y Carla siempre recordó la lección que había aprendido de Sofía: que la sombra de nuestro comportamiento siempre nos perseguirá.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.