Había una vez, en una ciudad futurista y brillante, un joven héroe llamado Jhoan. Aunque solo tenía 14 años, era conocido por todos como Misterfox, el protector de la ciudad. Su traje rosa y plateado lo hacía destacar, brillando como un faro en las noches más oscuras. Su máscara rosa, su insignia de valentía, tenía una correa en forma de delfín que le daba un aire único y audaz. Jhoan no era un héroe común. Sus poderes provenían de unos aretes mágicos que llevaba siempre puestos en sus orejas. Con esos aretes, podía volar, teletransportarse y lanzar poderosos rayos de energía que lo ayudaban a luchar contra el mal.
Un día, mientras Jhoan estaba descansando en su cuarto, mirando el cielo desde la ventana, una luz cegadora iluminó toda la ciudad. La luz era tan fuerte que parecía quemar el aire a su alrededor. Asustado, Jhoan se levantó de la cama y, como siempre hacía en momentos de emergencia, se tocó las orejas para asegurarse de que sus aretes mágicos estaban allí. Pero cuando sus dedos rozaron sus orejas, no sintió nada. Sus aretes habían desaparecido.
—¡No puede ser! —exclamó, buscando frenéticamente por su habitación. Sin los aretes, Jhoan no podía usar sus poderes. Estaba indefenso y sentía que algo muy malo estaba a punto de suceder.
Justo en ese momento, una figura apareció en medio de su cuarto, envuelta en una bruma plateada. Era Bonnyx, un superhéroe del tiempo, con el rostro pálido y lleno de preocupación.
—¡Misterfox! —gritó Bonnyx—. ¡Necesitas tus aretes! Algo terrible ha sucedido.
Jhoan lo miró con desesperación.
—Mis aretes han desaparecido. No puedo hacer nada sin ellos. ¿Qué está pasando, Bonnyx?
Bonnyx, aún con la respiración agitada, le explicó lo que ocurría.
—Alguien ha revelado tu identidad secreta. Todos tus recuerdos están en peligro. Si no hacemos algo ahora, olvidarás quién eres y perderás todos tus poderes para siempre.
Jhoan sintió que el mundo se le venía encima. No solo sus poderes, sino su propia identidad estaban en juego.
—¿Quién ha hecho esto? —preguntó Jhoan con el corazón acelerado.
—Un supervillano ha robado tus recuerdos y los ha escrito en un cuaderno especial. Ese cuaderno tiene el poder de borrar todo lo que sabes sobre ti mismo. Y peor aún, él ha tomado tus aretes y los ha escondido en tu pasado, cuando tenías solo 10 años. Si no recuperas tus aretes en menos de un minuto, tu identidad quedará expuesta para siempre —explicó Bonnyx con un tono sombrío.
—¿Pero cómo puedo hacer eso sin mis poderes? —preguntó Jhoan, angustiado.
Bonnyx extendió su mano y, con un gesto rápido, abrió un portal de luz azul.
—Voy a enviarte al pasado, Jhoan. Tendrás solo un minuto para recuperar tus aretes. Debes ser rápido y cuidadoso, porque si tu yo del pasado te ve, podrías causar un desastre temporal. Y ten cuidado, el supervillano te estará esperando.
Jhoan asintió, con los ojos llenos de determinación. No tenía otra opción. Sabía que debía hacerlo, aunque el miedo se apoderara de él.
—Estoy listo —dijo finalmente, y sin dudarlo, se lanzó al portal.
El viaje a través del tiempo fue como una ráfaga de imágenes y sonidos. Jhoan vio momentos de su vida pasar frente a él, como si estuviera viendo una película: su primera vez volando, la vez que derrotó a un gigantesco robot, y momentos tranquilos en su cuarto, cuando aún era solo un niño que soñaba con ser un héroe.
Finalmente, el portal lo dejó en el pasado, justo en su antigua habitación cuando tenía 10 años. Todo estaba exactamente como lo recordaba: los juguetes esparcidos por el suelo, la ventana abierta dejando entrar la brisa de la tarde, y en el escritorio, sus aretes mágicos, brillando como siempre lo hacían.
Pero no estaba solo. Frente al escritorio, con el cuaderno en la mano, estaba el supervillano, envuelto en sombras oscuras, esperándolo.
—Sabía que vendrías, Misterfox —dijo el villano con una sonrisa maliciosa—. Creías que podrías detenerme, pero ya es demasiado tarde. Tus recuerdos me pertenecen ahora.
El villano levantó el cuaderno, y Jhoan sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que solo tenía un minuto para actuar, pero el villano estaba preparado.
—Devuélveme mis aretes —exigió Jhoan, avanzando lentamente hacia el escritorio.
—¿Tus aretes? —se burló el villano—. Sin tus recuerdos, esos aretes no te servirán de nada.
Jhoan sabía que no podía perder tiempo. Sin poderes, tendría que confiar en su rapidez y en su ingenio. Calculó cada movimiento mientras el villano lo observaba, listo para atacarlo si se acercaba demasiado. Entonces, en un movimiento rápido y preciso, Jhoan se lanzó hacia el escritorio, pero el villano ya lo esperaba.
—No tan rápido, Misterfox —dijo el villano, lanzando un rayo de energía oscura directamente hacia él.
Jhoan esquivó el ataque por muy poco y rodó por el suelo, levantándose justo a tiempo para agarrar sus aretes. Al tocarlos, sintió cómo la energía volvía a su cuerpo. Su traje rosa y plateado apareció de inmediato, ajustándose perfectamente a él, y su máscara con el delfín brilló como nunca antes.
—¡Ahora soy yo de nuevo! —gritó Jhoan, sintiendo el poder fluir por sus venas.
El villano retrocedió, sorprendido por la rapidez con la que Jhoan había recuperado sus aretes.
—¡No te dejaré ganar! —gritó el villano, lanzando otro ataque, pero esta vez, Jhoan estaba listo.
Usando sus poderes restaurados, lanzó un rayo de energía que destruyó el cuaderno del villano. En un instante, todos sus recuerdos volvieron a su mente, y el poder del cuaderno se desvaneció.
—No puedes detenerme ahora —dijo Jhoan con firmeza—. Mis recuerdos y mis poderes están a salvo.
El villano, derrotado y furioso, se desvaneció en una nube de sombras, jurando venganza.
Jhoan, aún sintiendo la adrenalina de la batalla, miró a su yo de 10 años, que seguía jugando en la cama, ajeno a todo lo que había sucedido. Sonrió, sabiendo que había hecho lo correcto.
—Es hora de regresar —murmuró para sí mismo, y con un último vistazo a su antiguo cuarto, se preparó para regresar al presente.
El portal de Bonnyx se abrió nuevamente, y Jhoan, ahora Misterfox, se lanzó a través de él, regresando al tiempo correcto. La ciudad, que había estado en peligro, ahora estaba a salvo. La luz cegadora que había envuelto la ciudad había desaparecido, y todo volvía a la normalidad.
Bonnyx estaba esperando a Jhoan cuando regresó.
—Sabía que lo lograrías, Misterfox —dijo Bonnyx con una sonrisa—. Tus recuerdos y tus poderes están a salvo.
Jhoan, aún con la emoción de la batalla en su pecho, se quitó la máscara por un momento y miró a Bonnyx.
—Gracias por ayudarme —dijo—. No lo habría logrado sin ti.
Bonnyx asintió.
—Siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites. Pero recuerda, el poder de tus recuerdos es lo que te hace ser Misterfox. Protege tu identidad y sigue luchando por lo que es justo.
Con sus aretes mágicos de vuelta y su identidad protegida, Jhoan se sintió más fuerte y decidido que nunca. Sabía que habría más desafíos en el futuro, pero también sabía que estaba preparado para enfrentarlos.
Y así, con la ciudad a salvo y el supervillano derrotado, Misterfox voló hacia el horizonte, listo para la próxima aventura que el destino le tuviera preparada.
FIN.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.