Osman era un niño de cinco años con cabello ondulado y castaño, pocas pecas en sus mejillas y nariz, y ojos de un color café claro que brillaban con curiosidad. Su piel era clara, y tenía una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Su habitación era un lugar especial, adornada con animales marinos y objetos de béisbol, dos de sus cosas favoritas en el mundo.
Cada noche, sus padres, un hombre de 35 años con piel clara y un bigote, y una mujer de 35 años con cabello ondulado y castaño claro, lo arropaban y le daban un beso de buenas noches. Esta noche no fue diferente. Después de arroparlo con cariño, su padre le dijo:
—Buenas noches, campeón. Sueña con los angelitos.
—Te queremos mucho, Osman —dijo su madre, besándolo en la frente.
Osman cerró los ojos, sintiendo el amor y la calidez de sus padres. Poco a poco, se fue sumergiendo en un sueño profundo y maravilloso.
En su sueño, Osman se encontraba en una playa soleada, con el mar azul extendiéndose ante él. Sentía la arena cálida bajo sus pies descalzos y el sonido de las olas rompiendo en la orilla. De repente, notó algo brillante en el agua. Se acercó y encontró un traje de buceo perfecto para su tamaño. Sin dudarlo, se lo puso y se preparó para una gran aventura submarina.
Osman se sumergió en el agua y quedó asombrado por el mundo que descubrió bajo la superficie. Los colores eran brillantes y los animales marinos nadaban a su alrededor con gracia. Peces de todos los colores, formas y tamaños nadaban junto a él, y un pulpo curioso lo observaba desde una roca.
—¡Hola, Osman! —dijo el pulpo, moviendo sus tentáculos con entusiasmo—. Bienvenido a nuestro mundo submarino. Soy Pulpi, y estaré encantado de mostrarte los alrededores.
—¡Hola, Pulpi! —respondió Osman, emocionado—. Me encantaría ver todo lo que hay aquí abajo.
Pulpi y Osman nadaron juntos, explorando cuevas submarinas y arrecifes de coral. En una de las cuevas, encontraron a un grupo de delfines juguetones que hicieron acrobacias en el agua para entretener a Osman.
—¡Esto es increíble! —dijo Osman, riendo mientras observaba a los delfines.
Más adelante, encontraron a una tortuga marina anciana llamada Tula, que les contó historias de sus viajes por los océanos del mundo. Osman escuchó atentamente, fascinado por las aventuras de Tula.
—¿Te gustaría ver el Jardín de las Estrellas de Mar? —preguntó Tula—. Es un lugar mágico donde las estrellas de mar brillan como el sol.
Osman asintió con entusiasmo y siguió a Tula hasta un lugar donde el fondo marino estaba cubierto de estrellas de mar de todos los colores. Brillaban intensamente, creando un espectáculo de luces bajo el agua.
—¡Es hermoso! —exclamó Osman, sin poder creer lo que veían sus ojos.
Mientras nadaban, Pulpi señaló algo en la distancia.
—Mira, Osman, ahí está el Palacio de Coral. Es el hogar del Rey Neptuno. Vamos a visitarlo.
Al llegar al Palacio de Coral, fueron recibidos por el propio Rey Neptuno, un ser majestuoso con una larga barba blanca y un tridente dorado. El rey los invitó a entrar y les mostró su reino submarino.
—Osman, has demostrado ser un aventurero valiente —dijo el Rey Neptuno—. Quiero darte un regalo especial por tu valentía y curiosidad.
El Rey Neptuno le entregó a Osman una pequeña concha dorada.
—Esta concha te permitirá comunicarte con todos los animales marinos y recordar siempre tu aventura aquí —explicó el rey.
Osman aceptó la concha con gratitud y la guardó en su bolsillo. Justo cuando se preparaba para agradecer al Rey Neptuno, sintió que algo lo sacudía suavemente. Abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba en su cama, de vuelta en su habitación.
Sus padres estaban junto a su cama, sonriendo. En las manos de su madre había un pastel con velas encendidas.
—¡Feliz cumpleaños, Osman! —dijeron sus padres al unísono.
Osman se sentó, todavía sintiendo la emoción de su sueño.
—¡Tuve el sueño más increíble! —dijo, contando a sus padres todo sobre su aventura submarina con Pulpi, Tula y el Rey Neptuno.
—Eso suena maravilloso, Osman —dijo su padre—. Estamos muy felices de que hayas tenido un sueño tan especial.
—Ahora, pide un deseo y sopla las velas —dijo su madre, acercándole el pastel.
Osman cerró los ojos y pensó en su deseo. Quería que su aventura submarina se hiciera realidad y poder volver a ver a sus amigos marinos. Sopló las velas con todas sus fuerzas, sintiendo una mezcla de esperanza y emoción.
Sus padres lo abrazaron y le recordaron cuánto lo amaban.
—Te queremos mucho, Osman —dijo su madre.
—Eres nuestro pequeño aventurero —añadió su padre, besándolo en la frente.
El día continuó con celebraciones, juegos y risas. Pero Osman no podía dejar de pensar en su sueño. La pequeña concha dorada que el Rey Neptuno le había dado seguía en su mente. Decidió guardarla como un tesoro, esperando que algún día su deseo se hiciera realidad.
Esa noche, antes de dormir, miró la concha imaginaria en su mano y susurró:
—Espero volver a verlos pronto, Pulpi, Tula y Rey Neptuno. Gracias por la aventura.
Con una sonrisa en su rostro, Osman se acurrucó en su cama, sintiendo la seguridad y el amor de sus padres. Sabía que, mientras soñara, siempre podría vivir las aventuras más increíbles. Y quién sabe, tal vez algún día, su sueño se haría realidad y volvería a nadar en las profundidades del océano junto a sus amigos marinos.
Mientras tanto, Osman continuó soñando con nuevas aventuras cada noche, siempre listo para explorar y aprender cosas nuevas. Porque en el mundo de los sueños, todo es posible, y las aventuras nunca terminan.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.